Años Críticos: del camino de la acción al camino del entendimiento

Written by Enrique Ros

12 de noviembre de 2025

El camino de la acción (IV)

Desde Moscú, los soviéticos tratan de calmar la intranquilidad de los hermanos Castro. El 3 de abril, pocos días después de los sorpresivos y efectivos ataques, llegan palabras, tan sólo palabras, de apoyo:

“Ninguna provocación de los contrarrevolucionarios cubanos detendrá a los marinos soviéticos”.

Distintas motonaves soviéticas celebran actos de “solidaridad con la Revolución Cubana” y de condena a los ataques realizados a los buques Lgov y Bakú.

La demanda del régimen de Castro para que “cesen los ataques piratas desde territorio de Estados Unidos” surte efecto. El Presidente Kennedy da a conocer medidas que restringen las actividades de los exiliados cubanos para evitar actos como los realizados contra las naves soviéticas. A este efecto destina el gobierno de Washington seis aviones, seis patrulleros y seis barcos de menor calado para reforzar el servicio de guardacostas en la zona situada al este de la Florida, Cuba y Puerto Rico. Castro estaba de plácemes.

El 4 de abril, a los pocos días del ataque se produce un enfrentamiento entre guerrillas alzadas en la provincia de Matanzas y miembros del Ejército Rebelde. Mueren en el encuentro, entre otros, Orlando de Armas Hernández y Felicito Martínez González que operaban en las cercanías de Pedro Betancourt.

Los cubanos combatían desde distintos frentes.

Aunque la lucha continúa, Castro se empeña en cantar victoria. Así, al hablar en Cárdenas el 19 de junio, repite, una y otra vez, que ha destruido la oposición interna:

“Los contrarrevolucionarios han sido aplastados,. Las bandas contrarrevolucionarias han sido barridas de la provincia. Hemos barrido las bandas. Hay que seguir combatiendo, sin embargo, contra el enemigo, contra los intentos de traer explosivos, de introducir saboteadores y de organizar nuevas bandas. Seguirá contra ellos la lucha implacable en todos los frentes; seguirá la revolución a la ofensiva, barriendo todos los baluartes del enemigo.

Pero, poco después, se contradice. No ha sido aplastada toda la “contrarrevolución”.

“Los bandidos… han sido reducidos a 50% en Las Villas y ahora emprenderemos la barrida final contra ese 50%. No quedará una sola banda, no quedará un solo bandido” dice Fidel en la clausura de la Reunión Nacional Azucarera donde se ve obligado a admitir un nuevo fracaso:

“Ya pasó la zafra más baja desde el triunfo de la revolución”.

Días después fueron juzgados y fusilados en Las Villas Macario Quintana Carretero y Aquilino Zerquera, acusados de haber sido los que habían dado muerte a Conrado Benítez. El 30 de junio vuelve a funcionar el paredón. Son cuatro combatientes los que caen aquella noche: Angel Paleo Nieto, José Manuel Rodríguez Suárez, Rasiel Royer Zagarel, y Enrique García Palomino. Se les había acusado de enviar informaciones militantes, políticas y económicas a la Agencia Central de Inteligencia. En la misma causa son condenados a 20 años de prisión, Manuel Álvarez Panego, Luis Prieto Fernández e Ignacio Madruga Alonso y, a doce años de prisión, Manuel Álvarez Pita.

La “contrarrevolución” que “estaba aplastada” continúa activa. El 15 de agosto el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias se ve obligado a informar que han sido “apresados piratas agentes de la CIA, en Cayo Anguila, posesión inglesa, situado en el banco de Cayo Sal”.

CAYO ANGUILA I

Los grupos anticastristas no quieren darle tregua al régimen. Dos potencias, la inglesa y la norteamericana, unen su poderío militar para detener a 17 combatientes cubanos que en una lancha pretenden realizar una acción comando contra el gobierno castrista.

“Una nave de guerra británica, guiada por un avión de patrulla norteamericano, interceptó y capturó a un grupo de exiliados cubanos que se dirigía hacia Cuba en una incursión de guerra”.

Así describe la prensa internacional la heroica acción de las dos grandes naciones baluartes del mundo democrático. Permanecerán presos en Nassau por varios días los 17 cubanos.

Ya antes, a mediados de febrero, ocho exiliados cubanos, que se habían detenido brevemente en Cayo Elbow, Bahamas, habían sido secuestrados por tropas castristas y conducidos a Cuba. Fue un mes después, el 12 de marzo, que se dio a conocer el vandálico hecho. El gobierno de las Bahamas había ocultado la noticia.

No serán los únicos servicios que la corona británica le presta a Castro y al tolerante gobierno norteamericano. El 31 de marzo otro grupo de 17 combatientes cubanos que se había detenido momentáneamente en uno de los cayos de la cadena de las Islas Exuma era detenido por la fragata inglesa “London Derry”. No había sido fortuita la presencia de la fragata inglesa en aguas de las Bahamas. El barco de la marina británica acababa de ser transferido a las Bermudas para “patrullar las aguas de las Bahamas, de acuerdo con las órdenes de la Cancillería dirigidas a impedir ataques piratas contra Cuba”. La detención de los diecisiete combatientes se había producido el 31 de marzo.

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