El camino de los campamentos (III)
El Santa María estaba equipado con antenas especiales para las comunicaciones, y contaba con un cuarto de operaciones y un cuarto de comunicaciones. Se había determinado que el Santa María no navegaría y permanecería fondeado en Monkey Point, pero luego de un incidente que se presentó con el Joanne, el Santa María se convirtió en un buque madre y prácticamente todas las operaciones se hicieron con ese barco.
Las lanchas rápidas, conocidas como embarcaciones intermedias o de ataque eran las Monty y la Gitana, operadas por el Mexicano Chávez y por Santiaguito Álvarez.
DECLARACIONES INDISCRETAS
Terminando junio, Luis Somoza quiere ponerse en contacto con Robert Kennedy: ¿el tema a tratar? Los campamentos en Nicaragua. El Departamento de Estado recomienda al RFK que “se limite a una respuesta vaga, en términos generales”; Bob Kennedy podrá expresarle simpatía hacia los exiliados pero no un conocimiento particular sobre Artime.
Manuel Artime, de paso por Miami, hace nuevas declaraciones. Esta vez, para anunciar el “establecimiento de la sede en algún lugar de América Central para dirigir nuevas operaciones militares contra el régimen de Fidel Castro”. Afirmó el dirigente del MRR que “los obstáculos puestos en el camino de los exiliados cubanos por las autoridades de los Estados Unidos, motivaron la decisión del MRR de salir de este país”. Dijo algo más de lo debido: “Durante varios meses hemos estado trabajando en América Latina y hemos obtenido apoyo material y moral. Creo que estamos en condiciones de organizar las operaciones”. La admisión de “apoyo moral y materia” en América Central creaba innecesarias dificultades a los gobiernos que cooperaban con el carismático dirigente cubano.
Las declaraciones de Manolo Artime habían sido formuladas en julio 17. Tres días después, la radio de La Habana gritaba a los cuatro vientos que Cuba esperaba una invasión procedente de Nicaragua. Ya, desde antes, la prensa regional se venía haciendo eco de la existencia de estos campamentos. La creciente presión de la prensa sobre los gobiernos amigos forzó al Secretario General del MRR a ofrecer nuevas declaraciones al llegar a Managua: “No es posible una invasión como la de Girón”. Trataba de calmar la inquietud periodística despertada por sus declaraciones días atrás.
En julio (1963), como se esperaba, pasó por Miami el expresidente Luis Somoza que venía a entrevistarse con varios dirigentes cubanos exiliados, principalmente con la gente del MRR. A través de Tito Mesa, José Angel Ortega, Laureano Batista y Pepín Ceñal, dirigentes del Movimiento Demócrata Cristiano, se entrevistaron con Somoza quien les habló de un plan de “acciones comandos” y de entrenamiento en Nicaragua. Somoza corría con “los gastos” y ofrecía armamento moderno. Fue una oferta general a muchos cubanos aunque él la hizo siempre en privado. Como José Angel Ortega, expresidente del MDC, le informó del viaje que ya él tenía proyectado a Costa Rica, Somoza le pidió que se entrevistara con Orlich y luego pasara por Managua a informarle el resultado de las conversaciones. Ortega estaba eufórico con el resultado de la entrevista, pero no así Laureano Batista quien cree que, “en esto, Somoza no es más que un agente de la CIA cualquiera”.
El 5 de agosto se encuentran en Managua Carlos Prío Socarrás, Manuel Antonio de Varona y Manuel Artime. Llega también Laureano Batista Falla, que está al frente de la actividad militar del Movimiento Demócrata Cristiano. Arribarán, separadamente, aunque la prensa no lo recoge, Ernesto Rodríguez y José Angel Ortega, presidente y ex-presidente, respectivamente del MDC.
“Nicaragua se va convirtiendo en centro de preparativos militares. Todo el mundo está muy activo en torno a los Somoza. Pero no sé que grado de trascendencia pueda tener”.
Positiva, no tuvo repercusión alguna.
Prío se dirigió a la prensa: “Estamos en la misma lucha. Creemos que lo que Artime pretende tiene buenos visos y lo respaldamos por completo”. La prensa se hacía eco de que “en una región apartada del país hay exiliados cubanos que se están preparando para la guerra de guerrilla”. Los campamentos se hacían, cada vez más, de total dominio público.
LOS CAMPAMENTOS: TEMA DE
DEBATE PÚBLICO
Para agosto de 1963 ya la existencia de campamentos en Nicaragua y Costa Rica era ampliamente conocida. Hasta la prensa castrista colocaba, con cierta precisión, la ubicación de algunos de estos campos. Algo hay que hacer.
Un cable de la AP del 30 de agosto, da a conocer que “Manuel Artime, llegó a San José, Costa Rica, procedente de Managua, para conversar con los exiliados”. En su primer párrafo, la agencia cablegráfica, gratuitamente, se refiere a “los exiliados cubanos en Costa Rica y Nicaragua, donde, se dice, que las organizaciones anticastristas han estado entrenándose para una invasión a Cuba”.
Como antes habíamos mencionado, a Managua llegan en busca de apoyo, y de reconciliación del uno con el otro, dos personalidades revolucionarias cubanas: Carlos Prío Socarras y Manuel Antonio de Varona. Tony Varona arriba acompañado de un joven combatiente que respetuosamente se ha mantenido distante del Frente Revolucionario Democrático y del Consejo Revolucionario: Laureano Batista Falla. Son todos recibidos por el Presidente Rene Schick. Coincide esa visita, en el tiempo y el espacio, con la presencia en Managua de Manolo Artime. Pero no hay acuerdo.
Manolo Ray, que ya había constituido el JURE, en sustitución de su antiguo MRP, impugna la extraña “Santa Alianza” que se pretendió fraguar, sin éxito, en Managua. El antiguo Ministro de Obras Públicas del gobierno revolucionario. —que luego de haber atacado inmisericordiosamente al FRD se unió a ese organismo para constituir el Consejo Revolucionario— impugna con estas palabras aquel intento:
“La Junta Revolucionaria Cubana (JURE) condena el pacto increíble realizado entre un sector del exilio y la dinastía tiránica de Somoza”.
Manolo Artime no tenía fe alguna en las posibilidades de aquella reuniones celebradas en Managua. Pero sabía, como dijimos antes, que algo tenía que hacer para mantener —tal vez la palabra correcta será, justificar— los campamentos. Las acciones comandos realizadas en los ocho meses transcurridos de ese año habían sido efectuadas por otras organizaciones. Definitivamente, habría que hacer algo.
Al comenzar septiembre de 1963, Luis Somoza vuelve a Miami y se entrevista, por separado, con Carlos Prío, Aureliano Sánchez Arango y Carlos Márquez Sterling. Habla en una convención de Miami Beach y destaca la posición que asumiría la Organización de Estados Centroamericanos (ODECA) como un útil instrumento de la liberación de Cuba.
A Villeda Morales le quedarían muy pocos días en el poder. El 29 de septiembre sería derrocado por un golpe militar (días antes, era también depuesto Juan Bosch, Presidente de República Dominicana).
Para octubre no sólo se hablaba de las Bases sino que, lamentablemente, se mencionaba la localización de algunas de ellas. Los periódicos “Libertad” y “Prensa Libre”, de Costa Rica, uno de ellos moderado y el otro de franca filiación izquierdista, dedicaban sus columnas a denunciar los campamentos. “Tortuguero”, “Sarapiquí”, “Puerto Cabezas’ eran nombres que a diario aparecían en la prensa y eran mencionados en las transmisiones radiales.
Meses tomó la preparación de estos campamentos, su dotación y el avituallamiento de los mismos. Ya, pronto, comenzarán a salir los comandos desde su base cercana a Bluefields.
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