“Las mujeres, como los hombres, deben intentar hacer lo imposible. Y cuando fracasan, su fracaso debe ser un reto para otros”.
Redacción y Fuentes Anexas
Amelia Earhart es una de las figuras más icónicas de la aviación y un símbolo de valor y perseverancia. Conocida por sus audaces vuelos y su espíritu pionero, Earhart dejó una huella imborrable en la historia de la aviación y continúa inspirando a generaciones de aviadores y aventureros. Su vida fue una serie de aventuras y logros que desafiaron las normas de su época y la convirtieron en un referente mundial.
Amelia Mary Earhart nació el 24 de julio de 1897 en Atchison, Kansas, en la casa de sus abuelos maternos. Su interés por la aventura se manifestó desde temprana edad, cuando ella y su hermana Muriel construían rampas para deslizarse con cajas y exploraban los alrededores de su hogar. La infancia de Amelia estuvo marcada por frecuentes mudanzas debido a los problemas laborales y financieros de su padre, Edwin Earhart.
Amelia asistió a varias escuelas y finalmente se graduó de Hyde Park High School en Chicago en 1916. Posteriormente, se matriculó en Ogontz School, una escuela privada para chicas en Pensilvania, pero abandonó los estudios en 1918 para trabajar como auxiliar de enfermería en un hospital militar en Canadá durante la Primera Guerra Mundial. Esta experiencia la expuso a la aviación cuando comenzó a trabajar con pilotos heridos, despertando su interés por volar.
En 1920, la familia decidió trasladarse a vivir a California. Amelia asistió a un espectáculo aéreo y tuvo la oportunidad de sobrevolar la ciudad de Los Ángeles. Quedó tan entusiasmada que en ese mismo instante decidió aprender a volar. Le impartió clases otra mujer, considerada pionera de la aviación femenina: Neta Snook. A finales de 1922, Amelia consiguió comprar un aeroplano al que bautizó con el nombre de El Canario, con el que consiguió su primer récord de altitud al volar a 14.000 pies (4.267 metros) de altura. En mayo de 1923, obtuvo su licencia de piloto de la Federación Aeronáutica Internacional, convirtiéndose en la decimosexta mujer en el mundo en hacerlo.
En 1928, Amelia Earhart fue invitada a ser la primera mujer en volar como pasajera en un vuelo transatlántico, acompañada por el piloto Wilmer Stultz y el copiloto/mecánico Louis Gordon. Aunque el vuelo fue exitoso, Amelia sintió que no había hecho una contribución significativa al vuelo y se comprometió a lograr la travesía por sus propios medios.
El 20 de mayo de 1932, cumplió su sueño al despegar de Harbour Grace, Terranova, en su Lockheed Vega y aterrizar en un campo en Irlanda del Norte 14 horas y 56 minutos después. Este vuelo la convirtió en la primera mujer en volar sola a través del Atlántico y le valió una Medalla de Oro de la National Geographic Society, entre otros honores.
Aprovechando su popularidad, Amelia promovió asimismo el uso comercial de la aviación y defendió la incorporación de las mujeres a este nuevo campo profesional.
En enero de 1935, Amelia efectuó la travesía en solitario entre Honolulú (Hawái) y Oakland (California). Recorriendo una distancia superior a la existente entre Estados Unidos y Europa, fue el primer piloto en completar con éxito este difícil trayecto sobre aguas del Pacífico, ya que los anteriores intentos habían acabado en fracaso. A finales de ese mismo año, estableció un nuevo récord de velocidad al realizar un vuelo sin escalas, de algo más de catorce horas, entre Ciudad de México y Nueva York.
El 1 de junio de 1937, Amelia Earhart y su navegante Fred Noonan iniciaron su vuelo alrededor del mundo en un Lockheed Electra 10E. El 2 de julio, despegó de Lae, Nueva Guinea, hacia la isla Howland en el Pacífico central. Sin embargo, nunca llegaron a su destino. La última comunicación recibida de Earhart indicó que estaban cerca de Howland, pero no podían ver la isla y estaban bajos en combustible. El último comunicado emitido por Amelia y su compañero de vuelo lo confirma: “KHAQQ llamando al Itasca. Debemos estar encima de ustedes, pero no los vemos… El combustible se está agotando…”, se perdió todo contacto con el avión.
A pesar de una búsqueda masiva que involucró barcos y aviones de la Marina y la Guardia Costera de los Estados Unidos, no se encontraron rastros concluyentes de Earhart, Noonan, o su avión. A lo largo de los años, han surgido muchas teorías sobre su desaparición, incluyendo la posibilidad de que se estrellaron en el océano, aterrizaron en alguna isla remota o incluso que fueron capturados por las fuerzas japonesas. Sea como fuere el destino final de Amelia y su experto copiloto son hoy todavía un misterio sin resolver.
El legado de Amelia Earhart perdura no solo en la aviación sino también en la lucha por la igualdad de género. Su valentía y determinación siguen siendo una fuente de inspiración. En su honor, varios lugares llevan su nombre, como el Aeropuerto Internacional Amelia Earhart en Atchison y el puente Amelia Earhart en Kansas. Su historia ha sido narrada en numerosos libros, documentales y películas, manteniendo viva su memoria y su espíritu pionero.
Amelia Earhart no solo rompió barreras en la aviación, sino que también desafió las expectativas sociales de su época y abrió camino para futuras generaciones de mujeres. Su vida y sus logros son un testimonio de lo que se puede lograr con pasión y determinación.
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