Por Amaia Osuna
“La ciudad de Almagro, capital del antiguo Campo de Calatrava, en la provincia de Ciudad Real, ofrece una conjunción poco frecuente de valores históricos y artísticos”. Con estas palabras, Almagro era declarado Conjunto Histórico-Artístico.
Hoy, Almagro se felicita por este nombramiento que sigue marcando su pasado y el devenir de su futuro, nos dice su alcalde, Daniel Reina, que agradece a los almagreños «que contribuyeron decisivamente en el reconocimiento del valor patrimonial de Almagro y que ahora siguen manteniendo y conservando sus casas, edificios y calles». Y es que Almagro vive de ello -señala Reina-, «de su patrimonio y riqueza cultural y artística, si todos los políticos y los vecinos de Almagro siguen cultivando y cuidando nuestro patrimonio, esperamos seguir haciéndolo durante muchos años más, es el legado que podemos dejar a nuestros hijos”.
Por este motivo, la ciudad castellano-manchega de Almagro vive un año volcada en este nombramiento que puso Almagro en el mapa. Ser Conjunto Histórico-Artístico, junto al descubrimiento del Corral de Comedias, en 1954, contribuyó a poner en marcha el Festival Internacional de Teatro Clásico que este año ha cumplido 45 años.
Su famoso Corral de Comedias responde a una tipología de principios del XVII y acoge, junto a otros espacios de la ciudad, todos los años, el Festival Internacional de Teatro Clásico en el mes de julio. Se trata de un patio de unos 300 m² rodeado de 54 pies rectos de madera de color almagre (rojo óxido) que, a su vez, se apoyan en basas de piedra con aforo para unas trescientas personas.
Además de su nutrida cartelera de teatro, se puede visitar la exposición “Del ayer y el hoy de Almagro”, ciudad encajera, y de bolillos, otra de sus señas de identidad, hoy en desuso y casi desaparecida actividad artesanal, como otras muchas que van cayendo en el olvido, del siglo XVI, un recorrido histórico por estas cinco décadas de Conjunto Histórico-Artístico en la iglesia de San Agustín.
LA CIUDAD DE LA
ARCILLA ROJA
Pero aprovechemos la ocasión para contar algo de su historia para saborear y apreciar la ciudad cuando la visitemos. Su nombre procede del almagre o arcilla roja, que todavía se emplea para pintar la madera, situada entre la transición de dos comarcas naturales con paisajes bien definidos, el Campo de Calatrava y La Mancha.
Por una parte, antiguos cráteres volcánicos y por otra rodeada de grandes extensiones de viñedo.
La antigua ciudad cabeza de la Orden y Campo de Calatrava, que fuera importante nudo de comunicaciones en época romana, comenzó su desarrollo a partir del siglo XIII, cuando tras la gran victoria cristiana de las Navas de Tolosa, en 1212 (que supuso la retirada definitiva de los árabes en la península ibérica), los caballeros calatravos trasladaron allí su sede. Para limitar el gran poder de la Orden, Alfonso X fundó Ciudad Real en 1225 y desde entonces ambas villas rivalizaron por la capitalidad manchega.
Su importancia no decreció con el declive de la Orden, pues en el siglo XVI se asentaron las dos familias de banqueros los Fugger y los Welser, de Carlos I que supieron explotar y dirigir la riqueza de Almadén, llegando a ser con el tiempo capital de la provincia de la Mancha entre 1750 y 1761.
Con la Desamortización (expropiación de los bienes de la Iglesia) se suprimió la Orden de Calatrava, en 1824, se cierra su Universidad y tras el traslado de la sede episcopal a Ciudad Real, Almagro se sumió en una decadencia de la que no se recupera hasta finales del siglo XX cuando, gracias al redescubrimiento de su rico patrimonio, junto a un creciente desarrollo de la industria y la agricultura, se convirtió en uno de los centros culturares gracias a la celebración de su Festival de Teatro Clásico, uno de los mayores atractivos turísticos de la provincia, experimentado una importante recuperación económica.
ENCAJERA DE BOLILLOS
Y si vas a Almagro….no todo es Teatro. No te vayas sin llevarte unos botes de sus famosas berenjenas en conserva con ese jugoso y característico aliño, un producto, una elaboración en salmuera, que introdujeron los almohades para su mejor conservación en la zona del Campo de Calatrava, cuya variedad autóctona y proceso de elaboración se han conservado inalterables a través de los siglos. Toda la tradición de agricultura familiar que, hoy en día, perdura.
No parece haber corrido la misma suerte otra tradición almagrense. El encaje de bolillos es una de las artesanías tradicionales de Almagro que se introdujo en el siglo XVI, por la clara influencia de los Fúcares, banqueros procedentes de Augsburgo que se encargaron de la explotación de las minas de Almadén, y dirigieron esta explotación desde Almagro. Sobre sus orígenes se especula mucho por lo que la tradición popular señala que quizás estuviera en Flandes, Italia o bien pudo desarrollarse en España pues durante el siglo XVI y principios del XVII, hubo un auge en la fabricación del encaje de bolillos en toda la zona del Campo de Calatrava apareciendo en referencias histórica como una labor remunerada y reconocida en toda la región manchega.
Apareciendo incluso en el libro del Quijote como actividad remunerada y a juzgar por el testimonio de Cervantes, no sale de los límites del taller familiar y como labor casera de mujeres, siendo un aporte complementario de ingresos para la economía familiar.
URUGUAY, INVITADO DE HONOR DEL FESTIVAL
El ministro uruguayo de Educación y Cultura, Pablo da Silveira, destacó como país «invitado de honor» del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro: «Los uruguayos queremos mucho este festival, como queremos mucho todo lo que pasa en España, y estamos desembarcando con una delegación muy nutritiva, la Comedia Nacional, tres compañías de teatro independiente, dos músicos muy valiosos, Jorge Drexler que en España conocen muy bien y otros grandes músicos, como Luciano Supervielle y el payador Juan Carlos López, que es un artista del mundo rural, del mundo gaucho, que prolongan de algún modo tradiciones que se enraízan en el Siglo de Oro».
Para el máximo responsable de la cultura uruguaya, la presencia de su país en Almagro supone un gran momento para celebrar «una identidad común, de una tradición compartida, que con sus acentos particulares se mantiene unida, se mantiene como parte de una misma historia, y eso es algo que nos enriquece a todos y que tenemos que seguir cultivando porque es bueno para nosotros y el mundo, que haya una lengua como el castellano que une a 600 millones de personas».
Nuestro idioma en común, el castellano «no debe ser solo un instrumento de comunicación, simplemente un código, sino todo un mundo cultural en el que habitamos, en el que compartimos, en el que nos enseñamos recíprocamente, y nuestro hermoso desafío es prolongar eso al menos 500 años más».
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