¡Algo hicimos mal!

Written by Libre Online

18 de febrero de 2025

El discurso del presidente de Costa Rica Oscar Arias

V CUMBRE DE LAS AMÉRICAS. TRINIDAD Y TOBAGO. 18 DE ABRIL DE 2009

Enviado por Álvaro J. Álvarez

Este discurso lo tomé del sitio Web oficial del expresidente Oscar Arias Sánchez. Un amigo me envió uno (que está circulando en las redes sociales) que supuestamente era el pronunciado por Arias en la V Cumbre de las Américas en Trinidad Tobago el 18 de abril de 2009, pero cuando lo comparé con éste vi que no decía lo mismo, habían añadido afirmaciones que no aparecen en el oficial. Por supuesto lo añadido es cierto, pero no debemos apartarnos de la verdad y creo si Arias lo leyera diría: ¡yo no dije eso, aunque es cierto! Oscar Arias recibió en 1987 el Premio Nobel de la Paz.

Allí estuvieron presentes todos los países latinoamericanos excepto CUBA.

Estaban: Arias, Cristina, Evo, Lula, Bachelet, Uribe, Obama, Saca, Correa, Zelaya, Calderón, Ortega, Torrijos, Lugo, García, Fernández, Vázquez, Chávez, y otros 16 más, eran 34 en total.

El sistema de valores del siglo XX, que parece ser el que estamos poniendo en práctica también en el siglo XXI, es un sistema de valores equivocado.

Tengo la impresión de que cada vez que los países caribeños y latinoamericanos se reúnen con el Presidente de los Estados Unidos de América, es para pedirle cosas o para reclamarle cosas. Casi siempre, es para culpar a los Estados Unidos de nuestros males pasados, presentes y futuros. No creo que eso sea del todo justo.

No podemos olvidar que América Latina tuvo universidades antes de que Estados Unidos creara Harvard y William & Mary, que son las primeras universidades de ese país. No podemos olvidar que, en este continente, como en el mundo entero, por lo menos hasta el año 1750 todos los americanos eran más o menos iguales: todos eran pobres.

Cuando aparece la Revolución Industrial en Inglaterra, otros países se montan en ese vagón: Alemania, Francia, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda… y así la Revolución Industrial pasó por América Latina como un cometa, y no nos dimos cuenta. Ciertamente perdimos la oportunidad.

También hay una diferencia muy grande. Leyendo la historia de América Latina, comparada con la historia de Estados Unidos, uno comprende que Latinoamérica no tuvo un John Winthrop español, ni portugués, que viniera con la Biblia en su mano dispuesto a construir “una ciudad sobre una Colina”, una ciudad que brillara, como fue la pretensión de los peregrinos que llegaron a los Estados Unidos de América.

Hace 50 años, México era más rico que Portugal. En el año 1950, un país como Brasil tenía un ingreso per cápita más elevado que el de Corea del Sur. Hace 60 años, Honduras tenía más riqueza per cápita que Singapur, y hoy Singapur –en cuestión de 35 ó 40 años– es un país con $40 mil de ingreso anual por habitante. Bueno, algo hicimos mal los latinoamericanos.

¿Qué hicimos mal? No puedo enumerar todas las cosas que hemos hecho mal. Para comenzar, tenemos una escolaridad de 7 años. Ésa es la escolaridad promedio de América Latina y no es el caso de la mayoría de los países asiáticos. Ciertamente no es el caso de países como Estados Unidos y Canadá, con la mejor educación del mundo, similar a la de los europeos. De cada 10 estudiantes que ingresan a la secundaria en América Latina, en algunos países solo uno termina esa secundaria. Hay países que tienen una mortalidad infantil de 50 niños por cada mil, cuando el promedio en los países asiáticos más avanzados es entre 8 a 10.

Nosotros tenemos países donde la carga tributaria es del 12% del Producto Interno Bruto, y no es responsabilidad de nadie, excepto la nuestra, que no le cobremos dinero a la gente más rica de nuestros países. Nadie tiene la culpa de eso, excepto nosotros mismos.

En el año 1950, cada ciudadano norteamericano era 4 veces más rico que un ciudadano latinoamericano. Hoy en día, un ciudadano norteamericano es entre 10 a 20 veces más rico que un latinoamericano. Eso no es culpa de Estados Unidos, es culpa nuestra.

Me he referido a un hecho que para mí es grotesco, y que lo único que demuestra es que el sistema de valores del siglo XX, que parece ser el que estamos poniendo en práctica también en el siglo XXI, es un sistema de valores equivocado. Porque no puede ser que el mundo rico dedique $100 mil millones para aliviar la pobreza del 80% de la población del mundo –en un planeta que tiene 2,500 millones de seres humanos con un ingreso de $2 por día– y que gaste 13 veces más ($1 millón 300 mil millones) en armas y soldados.

No puede ser que América Latina se gaste $50 mil millones en armas y soldados. Yo me pregunto, ¿quién es el enemigo nuestro? El enemigo nuestro, Presidente Correa, de esa desigualdad que usted apunta con mucha razón, es la falta de educación; es el analfabetismo; es que no gastamos en la salud de nuestro pueblo; es que no creamos la infraestructura necesaria, los caminos, las carreteras, los puertos, los aeropuertos; es que no estamos dedicando los recursos necesarios para detener la degradación del medio ambiente; es la desigualdad que tenemos, que realmente nos avergüenza; es producto, entre muchas cosas, por supuesto, de que no estamos educando a nuestros hijos y a nuestras hijas.

Uno va a una universidad latinoamericana y todavía parece que estamos en los sesenta, setentas u ochentas. Parece que se nos olvidó que el 9 de noviembre de 1989 pasó algo muy importante, al caer el Muro de Berlín: el mundo cambió. Tenemos que aceptar que éste es un mundo distinto, y en eso francamente pienso que todos los académicos, toda la gente de pensamiento, todos los economistas, todos los historiadores, casi que coinciden en que el siglo XXI es el siglo de los asiáticos, no de los latinoamericanos. Y yo, lamentablemente, coincido con ellos. Porque mientras nosotros seguimos discutiendo sobre ideologías, seguimos discutiendo sobre todos los “ismos” (¿cuál es el mejor? capitalismo, socialismo, comunismo, liberalismo, neoliberalismo, socialcristianismo), los asiáticos encontraron un “ismo” muy realista para el siglo XXI y el final del siglo XX, que es el pragmatismo.

Para sólo citar un ejemplo, recordemos que cuando Deng Xiaoping visitó Singapur y Corea del Sur, después de haberse dado cuenta de que sus propios vecinos se estaban enriqueciendo de una manera muy acelerada, regresó a Beijng y dijo a los viejos camaradas maoístas, que lo habían acompañado en la Larga Marcha: “bueno, la verdad, queridos camaradas, es que a mí no me importa si el gato es blanco o negro, lo único que me interesa es que cace ratones”. Y si Mao hubiera estado vivo, se hubiera muerto de nuevo cuando Xiaoping dijo que “la verdad es que enriquecerse es glorioso”. Y mientras los chinos hacen esto, y desde el 79 a hoy crecen entre un 11% al 13%, y han sacado a 300 millones de habitantes de la pobreza, nosotros seguimos discutiendo sobre ideologías que tuvimos que haber enterrado hace mucho tiempo atrás.

La buena noticia es que esto lo logró Deng Xiaoping cuando tenía 74 años. Viendo alrededor, queridos Presidentes, no veo a nadie que esté cerca de los 74 años. Por eso solo les pido que no esperemos a cumplirlos para hacer los cambios que tenemos que hacer.

Temas similares…

El rascacielos rompecabezas

El rascacielos rompecabezas

Tirana, la capital de Albania, en Europa, contará con un edificio único en su tipo: una torre de 70 metros de altura...

0 comentarios

Enviar un comentario