AHORA VA EN SERIO LA IDEA DE COMPRAR GROENLANDIA

Written by Adalberto Sardiñas

21 de enero de 2025

En su primer término como presidente, el actual presidente electo, Donald Trump, flirteó con la idea de comprar Groenlandia (Greenland) encontrando entonces, como ahora, reacciones irónicas que iban desde la ironía hasta la incredulidad. Pero, un repaso a vuelo de pájaro sobre el proceso de expansión histórica de la nación americana desde su infancia como república hasta nuestros días, nos revela, con claridad cristalina, que la idea, bajo la lupa de la perspectiva histórica, no deja de ser interesante y hasta muy estratégicamente tentadora para nuestra seguridad nacional. 

Desde su reelección el pasado noviembre, Donald Trump no ha dejado de repetir su plan original de convertir a Groenlandia en parte de Estados Unidos, sin descartar la posibilidad de usar la fuerza militar, o económica, si fuese necesario, para forzar a Dinamarca a transferirla a esta nación. 

En realidad, ¿necesitamos Groenlandia? Algunos estudiosos entienden que sí, que desde el punto de vista de nuestra seguridad su adquisición sería positiva y hasta necesaria. Pero, además, el control sobre Groenlandia sería muy beneficioso para Estados Unidos por su estratégica localización y enormes recursos, ya que se encuentra en la ruta más corta de Europa a Norte América, posición vital para el sistema americano de advertencia de misiles balísticos. Es ahí la gran ventaja estratégica que ofrecería Groenlandia para esta nación. Tomando en cuenta el potencial que representa para este país, en varios muy valiosos aspectos, la idea de su compra ofrecida por el presidente Trump no luce desacertada, ni fuera de consideración.

El reciente interés en la adquisición de esta enorme extensión geográfica, más de tres veces el tamaño de Texas y con una población ridículamente baja, menos de 60,000 residentes, no es, en realidad, nada nuevo. Estados Unidos ha estado, desde el principio del pasado siglo tan interesado en mantener una presencia en Groenlandia, que, en la actualidad, mantiene una base aérea en Pituffik y desde 1951, está en vigencia un acuerdo entre Estados unidos y Dinamarca por el cual esta nación puede construir bases militares en Groenlandia, y mover fuerzas libremente, siempre que se le comunique con anticipación a la administración local. Como se puede apreciar por estos antecedentes, el interés de USA por Groenlandia no es nuevo ni la idea planteada por Donald Trump es tan absurda como sus enemigos políticos la quieren ver.

Otro dato curioso que reverdece el interés siempre latente de nuestra nación por Groenlandia, lo encontramos en los anales de la historia. Allá por el principio de 1900 Dinamarca, habiendo perdido Schleswig-Holstein a manos de Prusia, consideró la idea de vender Groenlandia a Estados Unidos, pero, sin embargo, la idea no cristalizó por desacuerdo en el aspecto monetario. No obstante, poco tiempo más tarde, en enero de 1917, Estados Unidos pagó 25 millones a Dinamarca por otra remota de sus posesiones de considerable importancia estratégica, lo que es hoy las Islas Vírgenes. Por supuesto, el mundo de 1917 no es el de 2025, pero, con todo y sus innegables diferencias, sería antihistórico desechar la idea de la compra de Groenlandia como un absurdo disparate. No lo es.

Muchos de los precedentes que legitiman la propuesta del presidente electo por Groenlandia sufren del abuso histórico de que esos acuerdos, o arreglos, fueron ejecutados sin el consentimiento popular, y, en ocasiones, a través de la coerción. Tal vez, esta enseñanza, si el objetivo de Donald Trump llega a feliz término, sirva de ejemplo para facilitar la transacción.

Nadie sabe con certeza, excepto el presidente electo Trump, si habrá un planteamiento, u oferta firme a Dinamarca, para concertar un tratado de compra. Pero, las repetidas declaraciones de éste al respecto, especialmente su invocación sobre nuestra seguridad nacional, nos llevan a la razonable conclusión de que el considerable valor estratégico de Groenlandia, no sólo en el capítulo militar, sino en su extensa riqueza mineral y su reserva de petróleo y gas, son poderosos incentivos que impulsarían la resolución de adquirirla y fortalecerían, a la vez, las prioridades geopolíticas de Estados Unidos.

Otra de las razones que motivan la decisión de Trump es el marcado interés de China en Groenlandia, durante la última década y aun antes.

En 2015 China estableció contacto con el ministro de Financias e Interior, Vittus Qujuaukitsok con el propósito de posibles inversiones en el sector minero, energético, puertos y otros proyectos de infraestructura. Una compañía “China Comunications Construction”, presentó propuestas para la construcción de dos aeropuertos, uno en la capital, Nuuk, y otro en la población de Illulisat. Estos no fueron los únicos intentos de China de plantar un pie en Groenlandia. Hubo otras ofertas, una, por ejemplo, para comprar una base naval dinamarquesa abandonada, y otra de la Academia de Ciencias de China para construir, de manera permanente, un centro de investigación y una estación satelital próxima a la capital.

Estados Unidos, repetimos, ha tenido por largo tiempo un serio interés en Groenlandia, primordialmente por razones de seguridad y de interés económico. Prueba de ello es la oferta hecha a Dinamarca en 1946 para su compra por cien millones de dólares en oro, la cual fue rechazada en forma diplomática, pero firme, por su ministro del Exterior.

Sin embargo, la posición de Groenlandia en 1946 parece haber cambiado un poco con el paso de los años. 

La semana pasada el primer ministro Mute Egede dijo que su gobierno está dispuesto a encontrar formas de trabajar con el presidente electo Trump para asegurar los legítimos intereses americanos en el Ártico. El tono se va moderando. Ya los dinamarqueses y el gobierno de Groenlandia quieren hablar con el presidente Trump. Ese es un buen síntoma.

Un pasito más y llegamos.

BALCÓN AL MUNDO

Biden termina su presidencia en muy mala nota. Se va irritado, resentido contra su partido, contra los republicanos, contra la prensa y contra el mundo en general. Al final, repleto de frustraciones, repartió perdones a granel a veces sin saber a quién perdonaba, con excepción de su hijo Hunter. También extendió su generosidad distribuyendo medallas de honor a políticos de dudosa ejecutoria y a personajes de trayectoria turbia como George Soros. Literalmente a pocos días de su regreso al sótano de Delaware, se dedicó a firmar órdenes ejecutivas todas para impedir la labor del presidente entrante, Donald Trump.

Pero la última de sus barrabasadas, que ya son muchísimas, que van desde Afganistán hasta el Medio Oriente, es la decisión de remover a Cuba de los países promotores de terrorismo. Lo quería hacer desde hace un par de años, pero, por cobardía política, ante el temor de antagonizar a los votantes de Florida, decidió esperar hasta el final cuando no tendría que confrontar otra elección ni le importaba un bledo el futuro de su partido en el Estado.

En el intercambio Biden también retiró las sanciones que pesaban sobre varios militares cubanos a cambio de la liberación de unos 500 presos políticos que, según el gobierno cubano los irá liberando gradualmente. Antes de anunciar esta nueva desvergüenza, se fue a refugiar en la sotana del Papa Francisco, y como agradecimiento por su aquiescencia, le regaló la Medalla de Honor más alta que confiere la nación. 

Si alguna vez existieron dudas sobre si Carter fue o no un mal presidente, con Biden no hay duda, ciertamente lo fue. 

En cuanto a la travesura demencial de remover a Cuba de los países promotores de terrorismo, no se preocupen, que el gusto le va a durar lo que un merengue en la puerta de un colegio. Mr. Trump se encargará de revertir la locura en la primera semana de enero.

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Rashida Jones la primera mujer negra en ocupar la presidencia de una cadena nacional de televisión, renunció a su cargo como la más alta ejecutiva de MSNBC antes de la esperada separación de esa cadena de Comcast. MSNBC ratings ha ido en picada libre desde hace más de seis meses aumentado el declive de su teleaudiencia después de las pasadas elecciones de noviembre 5.

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Es más que posible, probable, que Elon Musk resulte el dueño de la plataforma de Tik Tok en Estados Unidos. Las autoridades chinas están discutiendo opciones, y una de ellas es vender la plataforma que corresponde a USA a un “tercer party independiente como Elon Musk”.

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La Cámara de Representantes pasó, por escaso margen, una legislación forzando a las instituciones públicas a prohibir transgender jóvenes, y mujeres, a competir en deportes de categorías femeninas. 

Parece que aquello de que “cada oveja con su pareja” viene de regreso. 

¡Ya era hora!

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