Por Álvaro J. Álvarez. Exclusivo para LIBRE
Adolfo Domingo de Guzmán Luque nació en La Habana el 4 de agosto de 1890 (este año hubiera cumplido 134) aunque de origen modesto, recibió una buena educación y desde pequeño le gustó jugar al béisbol. Con su estatura de 5’ 7” y su piel muy blanca, siempre se le veía la cara roja, su voz era gruesa y tenía un carácter muy fuerte, un enérgico temperamento que le ganó el respeto entre el público y los jugadores americanos quienes, varias veces, probaron de su determinación patriótica a base de puñetazos sin ningún tipo de contemplaciones.
Gustaba vestir bien, pantalón hacendado, guayabera, su sombrero de pajilla y un tabaco entre sus dientes. Apasionado a la música, parrandero, jugador de gallos, amante del danzón y bailador de rumba hasta en Nueva York. En el teatro Alhambra solía presidir encendidas polémicas beisboleras. El compositor Armando Valdés Torres compuso un danzón al que llamó Arriba Luque. Hasta actuó brevemente, junto a consagrados de la escena, en una comedia teatral en su honor, titulada Las curvas de Luque, compuesta por Agustín Rodríguez. A ningún otro le hubiera quedado mejor el calificativo de Habana Perfecto y El Orgullo de La Habana.
Siempre dijo que era primo segundo (por parte de su madre) del torero Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete” (1917-1947). Además, era primo del escritor Roberto Luque Escalona, importante colaborador de este Semanario Libre.
Como Chocolate para el boxeo, Capablanca para el ajedrez, Luque es el único “vaca sagrada” del béisbol cubano. Intocable para la gran mayoría de la exigente fanaticada cubana de antes, no nacida o crecida en el marco del castrismo, durante más de siete décadas. Con Adolfo Luque nadie exagera cuando le sitúe como el más grande pitcher cubano de todas las épocas, porque su historia, rara combinación de números y anécdotas, habla por él desde la inmortalidad deportiva.
Si hubiera tenido más suerte durante sus años iniciales en el Big Show, como haber podido militar en un club de más poder ofensivo que le respaldara en la faena, a pesar de los neófitos, posiblemente fuera sin discusión el mejor pitcher hispano de todos los tiempos, lo que es un decir, pero ¡quién sabe! porque, la época que le tocó jugar a “Papá Montero” hace claramente una diferencia. Este fue el relato que hizo Andrés Pascual sobre el inmortal Adolfo Luque.
Su carrera en el béisbol profesional comenzó en 1911 y terminó con su muerte en 1957. Durante sus más de 45 años en el béisbol profesional, fue uno de los mejores lanzadores de la Liga Nacional y la Liga Cubana de Invierno. También se destacó como entrenador ganando 14 campeonatos de Liga en Cuba y México.
Creció en La Habana y obtuvo su primera experiencia en el béisbol jugando para equipos locales.
El periodista Eladio Secades escribió sobre este personaje deportivo:
“Se advertía en Luque un contraste digno de admiración y de estudio. El hombre brusco, obcecado y presto al estallido, poseía en cambio una singular inteligencia y aplomo en los momentos de apuro. Fue un gran lanzador no solo por su brazo de Hércules, sino, además, porque poseía un corazón de fiera, porque disponía de una retentiva de prodigio para tener presente las virtudes y defectos de los bateadores que enfrentaba. Sobre el lanzamiento que provocaba un batazo violento, ese propio adversario no podría repetir el daño en el resto de su vida”.
En una ocasión el barco en que viajaba de La Habana a Miami naufragó y se pensó que había muerto ahogado, declarando el presidente tres días de luto. Pero varios náufragos se salvaron y pudieron llegar a Miami para alegría de todos sus familiares, uno de ellos fue, Adolfo Luque.
Sus primeros tiempos en el béisbol
En 1909, Luque se unió al Ejército Republicano Cubano como artillero y rápidamente se convirtió en la estrella del equipo militar de béisbol jugando tercera base y lanzando. Pero no pasó mucho tiempo para que aflorara su verdadera fortaleza como lanzador. No era una figura imponente en el montículo. Bateaba y lanzaba con la derecha y a lo largo de su carrera como lanzador, sus curvas fueron sus mejores lanzamientos.
Mientras todavía jugaba para el equipo militar cubano de béisbol durante la temporada regular, fue contratado por los Leones de la Habana para jugar con ellos en la Serie Americana de 1911 contra los Filis de Filadelfia dejó el juego con una ventaja de 6-5 después de 8 entradas, pero el relevista Lico Mederos no pudo mantener la ventaja y perdieron 7 x 6.
Luego contra los Gigantes de Nueva York ganó una vez (3×2) y perdió dos veces, fue la única victoria de Cuba en la Serie de 12 juegos.
Su actuación se vio empañada porque el árbitro Cy Rigler lo expulsó en la séptima entrada por discutir, lo que iniciaría una tendencia de disputas con los árbitros.
El prestigioso club social de La Habana, Vedado Tennis Club, lo contrató para que lanzara y jugara tercera base para ellos en la Liga Social Amateur Cubana en 1912.
A finales de ese año, Agustín “Tinti” Molina, el mánager del Club FE de la Liga Cubana mostró interés por firmarlo, pero había un problema, Luque era soldado del Ejército Nacional algo que se pudo resolver gracias a la intervención del exlanzador del Almendares, Carlos Macía (primero en lanzar un no hit no run en la Liga Cubana en 1887), por entonces auditor del cuerpo militar, quien logró el licenciamiento del futuro estrella del box. En el FE, lanzaba y jugaba tercera base, Miguel Ángel González era el torpedero. Ese año tuvo récord de 0 y 4 con 2.44 de efectividad.
A pesar de ser blanco, en 1912 jugó en las Ligas Negras con el Cubans Stars. La Enciclopedia Biográfica de las Ligas de Béisbol Negro lo incluye en las Estrellas Cubanas de 1912, pero ni la base de datos Seamheads ni el Libro Completo de las Ligas Negras de Béisbol lo incluyen en el equipo.
Sus números entre 1912 y 1913 fueron: 28 juegos, 189 innings lanzados, ganó 22, perdió 5, ponchó a 128 y concedió 85 bases por bolas.
En 1913, con el FE, lanzó 1 2/3 entradas, permitiendo 6 hits y 5 carreras (4 limpias) con marca de 0-1. Le fue mejor con el bate, compartiendo la tercera base con Bill Francis.
La ciudad de Nueva York prohibió el béisbol los domingos debido a las Leyes Azules, los equipos solían jugar los domingos en Nueva Jersey. En 1913, con los Long Branch Cubans, equipo Clase “D” propiedad desde 1911, del médico cubano Dr. Carlos Henríquez, ubicado en Nueva Jersey y servían como atracción turística además de jugar en la Liga Estatal de Nueva York-Nueva Jersey. Además de Luque, en el equipo estaban otros tres peloteros cubanos “blancos” que luego jugarían en las Grandes Ligas, Mike González, Jack Calvo y Ángel Aragón.
Luque participó en 79 juegos, 267 veces al bate, con 75 hits y de ellos 13 dobles, 7 triples y 1 jonrón, para un Average de .281 y un Slugging de .393. Además, como lanzador, tuvo marca de 22 y 5 para liderar la Liga en juegos ganados. Gracias a su picheo y bateo (jugaba en la tercera base cuando no lanzaba), los Long Branch Cubans ganaron fácilmente la Liga Estatal de Nueva York-Nueva Jersey por 18 ½ juegos con un récord de 65-29. Su actuación le valió el reconocimiento de las Grandes Ligas y el mánager de los Bravos de Boston, George Stallings quedó impresionado con Luque y lo contrató.
Su comienzo en las Grandes Ligas
Fue el 20 de mayo de 1914 cuando Dolf Luque se convirtió en el 8° cubano en llegar a Grandes Ligas (Miñoso el 182, Consuegra el 207, Camilo el 215, el Duque Hernández el 293 y Andy Pagés el 389 en este 2024) y el primer hispanoamericano en lanzar en las Ligas Mayores.
Si bien era un jugador de dos vías en Cuba y en las Menores, era estrictamente un lanzador en las Mayores. Ese año de 1914, tuvo marca de 0-1 con efectividad de 4.05 para los Miracle Braves del Boston de la Liga Nacional.
Desafortunadamente para Luque, los Bravos pensaron que no estaba del todo listo para las Grandes Ligas y lo terminaron, aunque sus habilidades no pasaron desapercibidas, ya que firmó un contrato de Ligas Menores para jugar con Jersey City de la Liga Internacional.
Su primera temporada resultó difícil, ya que tuvo un récord de 2-10 en el montículo. En 1915 jugó para Toronto Maple Leafs de la Liga Internacional y allí tuvo un buen desempeño. Fue uno de los lanzadores líderes de la Liga Internacional con récord de 15-9 y un bajo promedio de carreras limpias de 1.18.
Durante 1914 y 1915, Dolf impresionó a los Boston Braves lo suficiente como para ser convocado ambos años para breves períodos con el club de las Grandes Ligas. Antes de la temporada de 1916, los Boston Braves renunciaron a Luque y lo liberaron para Louisville de la Asociación Americana. Desde 1916 hasta la primera parte de 1918, jugó para los Louisville Colonels allí lanzó bien durante los tres años, ayudándolos a ganar un campeonato de Liga en 1916, terminando con una efectividad de 2.64, 2.39 en 1917.
Su mejor temporada fue en 1918, 11 victorias y solo 2 derrotas con un promedio de carreras limpias de 2.00. Esta actuación hizo que los Rojos de Cincinnati se fijaran en él y compraran su contrato a Louisville y a mediados de temporada, estaba lanzando en las Grandes Ligas para Cincinnati, para nunca más regresar a las Ligas Menores.
Su actuación en las 5 temporadas en las Ligas Menores fue: 120 juegos, 696 entradas lanzadas, ganó 43 y perdió 33, le batearon 634 hits, ponchó 387 y concedió 310 boletos.
En 1918 en su primer año lanzó en 12 juegos, completando 9 juegos, con récord de 6-3.
Con los Rojos del Cinci, estuvo hasta 1929 (12 años) ganando 154, perdiendo 152. En total apareció en 395 juegos, de ellos 319 fueron como abridor y completó 183 juegos. Ganó al menos 10 juegos por año durante 10 temporadas consecutivas.
Hizo dos apariciones como relevista y lanzó 5 entradas sin anotaciones durante la Serie Mundial de octubre de 1919. En ella se enfrentaron los Medias Blancas de Chicago y los Rojos de Cincinnati. Los Rojos ganaron logrando así su primer título mundial.
Esa Serie Mundial pasó a la historia por el Escándalo de los “Medias Negras”, 8 jugadores de Chicago se vendieron por $100,000 para que los apostadores del crimen organizado ganaran su dinero sucio.
Para Luque, 1923 fue su mejor año cuando ganó 27 y perdió 8, con 1.93 carreras limpias (ERA) en 322 entradas en 41 juegos. Lanzó 28 juegos completos. Dominó la Liga Nacional en Efectividad, en Victorias, en Lechadas y menor proporción de Jonrones, solamente le batearon 2 en 322 innings y él bateó uno.
Primer lanzador hispano en ser líder en juegos ganados y perdidos. Luque lidereó la Liga Nacional 9 veces en pitcheo.
Fue líder en la Nacional en lechadas en 1921, 1923 y 1925.
En 1925 volvió a ser líder en carreras limpias permitidas con un promedio de 2.63
Bill James dijo que su actuación en 1923 fue la mejor de un lanzador en la década de 1920 a 1930. Ningún lanzador hispano logró en 45 años, su promedio de carreras limpias hasta Luis Tiant en 1968 con 1.60.
Antes del inicio de la temporada de 1930, los Rojos de Cincinnati lo cambiaron a los Brooklyn Robins por el lanzador Doug McWeeny. Pasó dos temporadas con Brooklyn, con marca de 14-8 en 1930 y 7-6 en 1931. Ganó 21 y perdió 14 para 4.43 ERA, apareció en 50 juegos, 39 como abridor, completando 21. Después de la temporada de 1931, los Robins se convirtieron en los Dodgers de Brooklyn y Luque no encajaba en sus planes.
Durante un juego de entrenamiento en la primavera de 1924, Stan Smith estaba con los Cardenales de San Luis, era novato y arrogante después de pegarle 3 hits al abridor de los Rojos.
Cuando vino de nuevo al bate, trajeron a Luque a lanzarle. Este vino hablar con su receptor y a Smith le llamó la atención el acento de aquel pitcher. El diálogo no se hizo esperar. ¿Qué idioma es ese que hablas? Español ¿Y cómo te llamas? Adolfo Luque ¿Adolfo qué? Luque, dijo con evidente fastidio el cubano. ¿Y de dónde eres? De Cuba. ¿Cuba? ¿Dónde rayos queda eso?
Al Sur de Brooklyn, respondió Luque indignado. Cuando el árbitro rompió la dilatada charla se escuchó esta frase: “Ahora tú vas a saber dónde queda Cuba”.
Luque le tiró una recta pegada, otra en la esquina afuera, “Strike two” gritó el umpire y cuando el confundido novato Smith, quién sabe lo que estaba esperando, le lanzó una enorme curva que lo dejó congelado. Entonces el cátcher al verlo que ni se movía, le dijo: “no te acongojes que este señor ganó 27 juegos el año pasado”.
En enero de 1932, fue liberado por los Dodgers y un par de semanas después, fue contratado como agente libre por los Gigantes de Nueva York, donde fue lanzador de relevo, aunque abrió 5 juegos y completo uno solo. En sus 4 años, ganó 19 y perdió 12 en los 101 juegos en que lanzó.
Con los Gigantes su mejor año fue en 1933 como líder en juegos ganados y perdidos como relevista con sus 8 y 2 y 2.69 ERA.
Además, el 7 de octubre ganó el juego final de la Serie Mundial de 1933 contra los Senadores de Washington, titulares de la Liga Americana, llegó al 5° juego con ventaja de 3 ganados y 1 perdido por los Gigantes, que necesitaban un triunfo más para coronarse. Con el juego empatado a 3 carreras, Luque fue llamado de relevo por el mánager Bill Terry en la 5ª entrada y no solo los dominó, sino que se mantuvo hasta la 9ª en que los Gigantes anotaron una carrera. Con el juego 4×3 y la labor impecable de Luque parecía garantizar la escasa ventaja. Última oportunidad para el Washington, que eran Home Club, Luque se metió en complicaciones y con 2 outs llenó las bases. Tocaba el turno al inicialista Joe Kuhel, quien esa temporada destrozó a los lanzadores de la Liga Americana. El mánager Bill Terry, salió disparado como una flecha hacia el box a pedirle la bola al cubano, quién a su edad, pensó tal vez Terry, había hecho más de lo esperado. Al llegar a la lomita, Terry se topó con un Luque que con gestos fieros y echando fuego por los ojos se negaba a entregarle la pelota y le dijo: “muerto únicamente me saca Ud. de aquí” por supuesto Terry lo dejó y con 3 lanzamientos, ponchó a Joe Kuhel ¡sólo tres! Luque tiró el guante al aire y corrió al encuentro de sus compañeros, en tanto un entristecido Kuhel se dirigía cabizbajo a la cueva de los Senadores.
Luque entró en el libro de récords como el pitcher de más edad que haya ganado un juego en Serie Mundial, al lanzar 4 entradas y un tercio sin permitir carreras, le batearon 2 hits, dio 2 pasaportes y ponchó a 5. Al momento de ganar este juego, ya había cumplido los 43 años y 2 meses. Su último partido en Grandes Ligas fue el 26 de abril de 1935.
Durante sus 20 temporadas en la Liga Nacional, Luque registró un récord de victorias y derrotas de 194-179 con una E.R.A. de 3.24. Lanzó en 3,220 innings en 550 juegos, de ellos 365 como abridor y 206 los completó. Propinó 26 lechadas, ponchó a 1,130 y concedió 918 boletos.
Como bateador en 550 juegos, fue al bate 1,043 veces, anotando 96 carreras, con 237 imparables, 31 dobles, 10 triples y 5 jonrones, empujó 90 carreras y se robó 7 bases para promediar .227
Luque en 1914, fue el primer jugador hispano en jugar en una Serie Mundial, aunque luego jugó en 1919 y 1933.
En 1936, 1937, 1938, 1942, 1943, 1944 y 1945 fue coach de picheo de los Gigantes de Nueva York.
Independientemente de su personalidad, Adolfo Luque fue uno de los mejores jugadores y entrenadores de su época. Como jugador, fue uno de los mejores lanzadores latinos de todos los tiempos, ganando más de 375 juegos. Cuando terminó su época como jugador, se convirtió en uno de los máximos directivos de todos los tiempos en Cuba y México. Las contribuciones de Luque al béisbol han sido reconocidas al ser incluido en los salones de la fama del béisbol nacional tanto de Cuba como de México.
Luque, el Hombre, el Mito y el Misterio
Durante su carrera, Luque también fue una de las personalidades más coloridas del béisbol. Poseía, una fuerte personalidad, a menudo se le describía como explosivo, de mal genio, agresivo, iracundo y volátil. Pero también tenía talento para desarrollar jugadores de pelota. A pesar de no ser un hombre alto y robusto, siempre estaba listo para pelear. Fue agresivo tanto dentro como fuera del montículo. Luque era el maestro del lanzamiento directo al cuerpo y no tuvo problemas para lanzar a los bateadores contrarios en posición cerrada o derribar a un bateador en el plato.
Aunque era un cubano “blanco”, fue a menudo víctima de discriminación racial y étnica. Los jugadores y fanáticos rivales se referían frecuentemente a Luque como el “negro cubano”. Su respuesta a los jugadores contrarios que le hacían pasar un mal rato fue algo significativo.
Mientras lanzaba para los Rojos de Cincinnati contra los Gigantes de Nueva York a principios de la década de 1920, Luque se cansó rápidamente de los insultos raciales provenientes del banco de los Gigantes. Lanzó la pelota y su guante, corrió hacia allá y le partió la nariz a Casey Stengel, el jardinero derecho. Después de ser expulsado del juego por el árbitro, Luque regresó con un bate en mano para volver a luchar. Esta vez estaba gritándole al jardinero izquierdo Bill Cunningham, quien Luque creía había iniciado todo el lío. Se necesitaron cuatro policías y varios compañeros para finalmente sacar a Adolfo del terreno y regresarlo al banco de los Rojos.
Otra vez, mientras jugaba para los Brooklyn Robins a principios de la década de 1930, Adolfo se cansó del “¡Lucky Luque! ¡Qué suerte tiene Luque! de un fanático sentado cerca del banco de los Robins. Su mánager, Wilbert Robinson, estaba tratando de calmarlo cuando el mismo fanático comenzó a gritarle a Wilbert “Hey, Fat Belly”. Entonces Robinson cambió de idea y le dijo: “Está bien, Dolf, adelante y golpea al imbécil”. Luque saltó hacia las gradas y le entró a golpes.
En la temporada de 1939-40, siendo mánager del Almendares, fue a la lomita para sacar al lanzador negro Ted Radcliffe (1902-2005), luego de sacarlo discutieron en el camino hacia el banco. Luque pensaba que el americano no estaba dando lo mejor de sí. La cosa se fue calentando, Luque sacó su arma y gracias al lanzador Rodolfo Fernández que, al empujarle el brazo, le desvió el disparo que no hirió al americano, que a la mañana siguiente estaba en el muelle para tomar el primer barco hacia EE.UU.
En la temporada de 1952-53, durante una serie de playoffs, Terris McDuffie, un ex lanzador de las Ligas Negras, le dijo a Luque, su manager que le dolía el brazo por haber lanzado dos días antes, Luque enfurecido regresó al vestuario con una pistola en mano, apuntándole al americano quien enseguida cambió de opinión, salió a lanzar el juego donde solamente le batearon 2 hits.
Luque en el béisbol profesional de Cuba
Luque comenzó su carrera profesional en Cuba en 1911 cuando fue seleccionado por los Leones del Habana para jugar con ellos en la Serie Americana contra los Filis de Filadelfia y los Gigantes de Nueva York. En 4 juegos, ganó 1 y perdió 2.
Con el FE en 1912 y 1913, en 9 juegos, completó 3, con 0 ganado y 6 perdidos. Con el madero en la mano fue al bate 79 veces, bateó 17 hits.
Jugó en 1913,1914,1922, 1923, 1928 y 1929 con los Leones del Habana, lanzó en 60 juegos, completó 28, con 28 ganados y 27 perdidos. En 66 juegos, fue al bate 192 veces, anotó 35 carreras, bateó 59 hits, 5 dobles, 6 triples y 2 jonrones.
En sus 16 años con los Alacranes del Almendares, lanzó en 139 juegos, 62 juegos completos, ganando 74 y perdiendo 39. Fue 384 veces al plato, anotó 50 carreras, con 82 hits, 7 dobles y 6 triples.
Con el equipo Orientales en 1917 lanzó en 9 juegos, 6 completos, ganó 4 y perdió 4, con 2 lechadas. Al bate, 31 veces, 4 anotadas, 11 hits, 3 dobles y 1 triple, para un Average de .355, quedando de líder de bateo entre los lanzadores.
Con el equipo Cuba en 1929, lanzó en 15 juegos, completó 8, ganó 8 y perdió 2. Al bate 37 veces, 6 anotadas, 8 hits, 1 triple.
En sus 28 años en la Liga Cubana lanzó en 238 juegos, 107 de ellos completos, ganó 117 y perdió 80. Al bate fue 723 veces, anotó 103 carreras, con 177 hits, 17 dobles, 14 triples, 2 jonrones y se robó18 bases para un promedio al bate de .245
Luque fue líder en lechadas en las temporadas 1917, 1920-21 y 1932-33.
Siete veces ganó el título de mejor pitcher.
Durante sus años como lanzador ganó 32 diferentes títulos de picheo.
Luque sobresalió durante la temporada 1919-20, al ser el líder de los lanzadores de la Liga con un récord de 10-4 y como mánager del equipo los llevó a un campeonato de Liga con un récord de 21-5. Regresó al Almendares la siguiente temporada de la Liga de invierno (1920-21) como jugador-mánager y llevó al equipo a un segundo puesto. No jugó en Cuba durante la temporada 1921-22.
Los Leones del Habana contrataron a Luque para jugar y dirigir a su equipo durante la temporada 1923-24. El momento más destacado de esa temporada para Luque fue establecer el récord de la Liga Cubana de más ponches consecutivos en un juego. Esto ocurrió el 17 de febrero de 1923 cuando Adolfo estaba lanzando contra su antiguo equipo, los Alacranes del Almendares, y ponchó a siete bateadores seguidos.
Luque jugó dos temporadas de la liga invernal y una corta temporada regular antes de regresar al Almendares en 1924.
Durante la temporada 1926-27, Luque fue el lanzador líder de la Liga con un récord de 10-6 y llevó a los Alacranes a un título de temporada de la Liga Triangular.
El Cincinnati se negó a darle permiso para jugar en Cuba durante la Liga de Invierno de 1927-28. Fiel a su personalidad básica, Luque hizo lo que quería de todos modos. Desafió a los Rojos jugando bajo el nombre de su chofer “A. Cabada” durante toda la temporada con el Almendares. Lo mismo ocurrió en la temporada de 1928-29, pero esta vez tomó otro seudónimo “A. Foster” y jugó tanto para Habana como para el equipo Cuba.
Adolfo Luque jugó, entrenó y dirigió en la Liga Cubana desde 1911 hasta la temporada 1955-56. A lo largo de su carrera en el béisbol cubano, jugó para los siguientes equipos: Almendares =26 temporadas, Habana= 11 temporadas, Cienfuegos= 3 temporadas, Marianao= 3 temporadas), FE= 2 temporadas, Orientales/Oriente= 2 temporadas y Cuba= 1 temporada.
Durante la temporada baja, Luque lanzó para equipos locales como el Central Amistad de la Liga Azucarera de Cuba que fue uno entre otros muchos para los que jugó.
Luque también dirigió el equipo de béisbol del Sexto Regimiento del Ejército a fines de la década de 1930. Fue responsable de darle al futuro gran cubano Agapito Mayor su comienzo en el béisbol organizado cuando lo contrató para jugar para el equipo del Ejército en 1938.
Algunos de los aspectos más destacados de la carrera de Luque en Cuba incluyen:
• Lideró la Liga Cubana en bateo con un promedio de bateo de .355 en 1917.
• Líder de la Liga Cubana en siete (7) temporadas.
• Lanzador de todos los tiempos de la Liga Cubana en victorias con 117 victorias.
• Lideró la Liga Cubana en veinte (20) categorías de lanzamiento a lo largo de su carrera.
• Lideró la Liga Cubana con un promedio de carreras limpias de 1.27 en la temporada 1934-35.
Otro de los discípulos de Luque fue Camilo Pascual, as de Washington y Minnesota, quien dominó por primera vez la bola curva que doblaba las rodillas cuando Luque lo entrenó en la Liga Invernal con los Tigres del Marianao en 1952.
Andrés Fleitas, contó que cuando comenzó en 1942 como profesional, fue testigo de esta grandeza de Luque.
Gilberto Torres, acostumbraba a burlarse de todo el mundo, estaba calentando el brazo previo a un juego dominical en diciembre en el Estadio La Tropical, cuando gritó: ¿Adolfooo, se tiraba esto en tu tiempo? y lanzó una bola de nudillo. Luque que estaba cerca llamó a Carlos Zarsa, el receptor de Bullpen del Almendares y sin calentar tiró, según Fleitas, el nudillo más impresionante que él había visto hasta ese día. Inmediatamente se viró hacia Gilberto y le gritó bien alto: “en mis tiempos, con esa basura tuya no se podía ganar”.
El Habana Perfecto, realizó su última aparición en un montículo de las Ligas Mayores, con los Gigantes de Nueva York en 1935 y aunque aparentemente se retiró como jugador de la Liga Cubana en 1936-37 con los Azules del Almendares, no pudo resistir lanzar en un desafió cada vez en 1937-38 y 1938-39. Sin embargo, su penúltima y más dramática actuación, se produjo cuando dirigió al Cienfuegos, en el campeonato de 1944-45.
Luque como Manager
En México
Jorge Pasquel Casanueva (1907-1955) un empresario y ejecutivo del béisbol mexicano. Presidente de la Liga Mexicana y poseía participaciones en varios equipos en una época en la que la Liga reclutaba jugadores de las Ligas Negras y de las Grandes Ligas, lo que suponía una gran amenaza para ellos. Pasquel trajo la integración racial al béisbol profesional y tuvo un papel importante cuando Jackie Robinson debutó en 1947 con los Dodgers de Brooklyn. Pasquel murió en un accidente aéreo en 1955.
En 1946, cuando Pasquel comenzó a atraer jugadores de Grandes Ligas a México, contrató a Luque para que dirigiera el club Puebla. Pasquel sabía que Adolfo tenía contactos importantes en los EE.UU. con jugadores de Grandes Ligas que había estado entrenando con los Gigantes de Nueva York.
A través de Luque, Pasquel pudo contratar a 6 jugadores titulares y 2 suplentes de los Gigantes de Nueva York. Los titulares fueron: Ace Adams, Henry Feldman, Danny Gardella, Napoleón Reyes y George Hausmann, Salvatore Maglie (que no había hecho nada relevante, pero Luque le enseñó a tirar la curva y cuando regresó al mejor béisbol del mundo fue un gran pitcher por varios años de Gigantes y Dodgers). Los suplentes: Roy Zimmerman y Adrián Zabala.
Durante un juego en 1947, George “El Ardilla” Hausmann jugando la segunda base, cometió 2 errores seguidos, al llegar al banco, Luque le preguntó que le había pasado y este le contestó: “es que no conozco bien el terreno”. Luque lo tomó de la mano y lo llevó hasta el territorio de la segunda base y entonces dijo: “terreno te presento a Haussmann que juega segunda base”.
Allí en Puebla le pusieron a Luque el apodo “zorro plateado”.
No ganó campeonatos en dos años, pero sí encontró al amor de su vida, ya que se casó con una dama de la sociedad llamada Ivonne Resek.
Luque dirigió a los Pericos de Puebla en 1946 (logró lanzar una entrada, le batearon un hit, pero dio el cero) y 1947. En 1948, a los Azules Veracruz. En 1950 y 1952 a las Águilas de Mexicali. Entre 1953 y 1955 al equipo Tecolote de Nuevo Laredo y finalmente, a los Leones de Yucatán en 1956.
En sus 9 años como mánager en la Ligas Mexicanas ganó 537 juegos y perdió 416, finalizando en primer lugar 4 veces.
Su pasión aparte del béisbol lo eran las peleas de gallos, que entonces se llevaban a cabo tanto en México como en Cuba, y perdió bastante dinero en esas apuestas.
Manager en Cuba
Adolfo Luque dirigió a los Alacranes del Almendares durante 19 temporadas, ganando 431 juegos y perdiendo 358 y en 10 fueron Campeones. Además, logró 4 veces ser Subcampeones.
Con los Leones del Habana estuvo al frente en 4 temporadas, ganando 108 y perdiendo 104.
Con los Elegantes del Cienfuegos fue el mánager 3 veces, ganando 86 y perdiendo 70 y obtuvo el Campeonato en 1945-46.
Le tocó dirigir a los Tigres del Marianao en 3 ocasiones, ganando 105 y perdiendo 110.
También con el equipo Cuba, fue el mánager en 1928-29, cuando ganó 17 y perdió 22.
Con los Cuban All Stars en 1940, ganó 1 y perdió 1.
En sus 31 temporadas como mánager en la Liga Cubana tuvo un récord de 748 ganados y 665 perdidos para ser un mánager ganador.
El primero de febrero de 1945 en La Tropical, el Cienfuegos se enfrentaba a los Alacranes del Almendares y estos comenzaron a bombardear sin misericordia a los serpentineros Terris McDuffie y Juan Montero. Esto enfureció al mánager cienfueguero Adolfo Luque, quien después de 5 años sin lanzar una pelota, decidió enseñarles a sus discípulos, el arte de lanzar. La noticia produjo el resultado de una bomba en todo el estadio y los fanáticos asistentes permanecieron como paralizados cuando Luque se encaminó a la lomita en la cuarta entrada. El primer bateador que se le enfrentó fue Héctor Aragó, quien recibió una base por bola. Antonio “El Pollo” Rodríguez, que le siguió en el orden al bate, quiso sorprenderlo con un toque de bola, como era su especialidad, pero resultó un elevado a la segunda base Jorge “Cocoliso” Torres. Al ver esto, un iracundo Luque, le gritó al Pollo: “Eso les pasa a los que tienen miedo de batear como los hombres”. Santos “Canguro” Amaro le conectó un sencillo y Andrés Fleitas bateó un elevado de sacrificio, con el que anotó Héctor Aragó. Héctor Rodríguez, empujó al “Canguro” con un imparable y Cleveland “Chiflan” Clark finalizó el histórico episodio roleteando al torpedero Silvio García.
Eso fue todo lo que pudieron hacerle al veterano de 56 años.
Otro detalle conocido de la vida del lanzador es que su única hija, Olga Luque, fue una talentosa nadadora que compitió en varias ocasiones (incluidos los Juegos Centroamericanos de 1938) para la selección acuática nacional de Cuba.
Juan Vené conoció a Luque durante la I Serie del Caribe en 1949 y le contó algunos chistes o anécdotas de peloteros hispanoamericanos y novatos. Este fue el preferido de Luque, cada vez que se encontraban le pedía se lo volviera a contar: “Un novato jovencito luego de un entrenamiento se metió bajo la ducha y enseguida salió temblando. Un coach que lo vio le dijo, pero muchacho abre la que tiene la H. No hombre si la que tiene la C de caliente, está fría, la H va estar helada”.
Adolfo Luque falleció de un ataque cardíaco el 3 de julio de 1957 en La Habana, a la edad de 66 años. Cuando murió, Luque vivía en relativa pobreza. Este fue un final extremadamente triste para la carrera y la vida de uno de los grandes jugadores y managers cubanos de todos los tiempos.
El mundo todo de béisbol se conmovió y en su memoria se guardaron segundos de silencio antes de los juegos del día siguiente en Milwaukee, donde estaban entonces los Bravos, en Cincinnati (Rojos), en Brooklyn (Dodgers) y en Manhattan (Gigantes).
En México, en la década del ‘70 un grupo de veteranos jugadores cubanos residentes fuera de Cuba fueron invitados a un homenaje que les habían preparado. Estaban Yiqui Desousa, Andrés Fleitas, el Chino Hidalgo, Agapito Mayor y Ramón Bragaña (1909-1985) apodado El Profesor, porque en cada presentación ofrecía una clase magistral de pitcheo, ganador de 211 juegos en México. El anunciador lo presentó como el lanzador más grande de Cuba.
Bragaña, con lágrimas en sus ojos, tomó el micrófono y dijo: ‘Querido público ustedes no saben cómo les agradezco que me coloquen en ese sitial, pero no puedo aceptarlo porque esa silla tiene dueño, es la silla de don Adolfo Luque, pero en su nombre y en el mío propio, muchísimas gracias”.
Sin duda esa fue la muestra de respeto más grande a Papá Montero.
El popular son Papá Montero, escrito por Eliseo Grenet en 1924 y popularizado por decenas de orquestas y solistas en casi todo el mundo.
Luque fue exaltado a la Galería de la Fama del Béisbol Profesional Cubano en 1958, Salón de la Fama de los Rojos de Cincinnati en 1967 y Salón de la Fama del Béisbol Mexicano en 1985.
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