Me han preguntado muchas veces: ¿Quién tú quisieras que fuera el primer presidente de una Cuba Libre?
Y yo, invariablemente, he elegido a un solo cubano: Al reverendo Martín Añorga.
Porque siempre lo consideré el cubano más correcto, digno, religiosísimo, sin una falta, sin sectarismo y patrióticamente intachable. Bueno entre los buenos, y entre los buenos el mejor.
Tuve el enorme privilegio de que me considerara su amigo, y yo más que amigo lo consideré siempre mi mayor mentor religioso y patriótico. Tuvo siempre mi suprema admiración.
Me dijo el mayor de los halagos: “Esteban, tú eres un hombre normal, lo único diferente es que cuando escribes es como si se te posara el Espíritu Santo en tu hombro”. Y con esas sublimes palabras sacó lágrimas de mis ojos.
Hoy nos abandona, se fue de este mundo y vivo absolutamente seguro y convencido que ya se encuentra al lado de Dios, porque se lo merece, porque ha vivido una larga existencia predicando la palabra del Señor y siguiendo su ejemplo.
Adiós Martín, estoy triste, todo cubano debe sentirse de luto antes tu partida. Dios ya te tiene en la Gloria. EPD Martín.
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