Por Luis de la Paz
Cada entrevista que hace el escritor William Navarrete de su importante serie de encuentros con figuras relacionadas con la vida cubana, la personaliza. Es un detalle que acerca, crea intimidad y que rompe el distanciamiento con el entrevistado.
Le tomo la intención y comenzaré diciendo que no puedo evocar precisamente la primera vez que lo vi y conversamos. Sin embargo, recordaré una cena en un restaurante asiático en Kendall, donde compartimos con Daniel Fernández, José Abreu Felippe, Juan Cueto Roig, Rodolfo Martínez Sotomayor y su esposa Eva Vergara. Allí enfrentando el humor incesante y perspicaz de Daniel “Sakuntala”, que le saca lascas a casi todo, Navarrete, que no se queda atrás con un humor agudo, hablaba de su vida en París, Francia, donde reside y de sus proyectos literarios. El legado de este escritor nacido en Banes, en 1968, es una vida intensa dedicada a escribir.
William Navarrete es novelista, periodista, ensayista, poeta y crítico de arte naturalizado francés. Ha publicado unos 30 volúmenes en distintos géneros y continúa aportando a la cultura cubana. Con él hablamos de sus más recientes libros y proyectos.
—Has publicado Como el ave fénix: 50 historias de Cuba en exilio, un voluminoso libro de entrevistas a figuras de la vida cubana. ¿Cuál ha sido el propósito del libro?
El propósito ha sido compilar en una edición impresa las primeras 50 entrevistas que hice para el diario digital Cubanet de exiliados cubanos, nacidos antes de 1960 y provenientes de diversos horizontes tanto profesionales como sociales. Las historias de cada uno de ellos, sus antepasados y orígenes y sus vivencias en general, son páginas de la historia de la República cubana y su exilio en el siglo XX.
—Las entrevistas son como retratos con el trasfondo de Cuba en distintas etapas y el exilio. ¿Es un resultado circunstancial o buscabas ese efecto?
Me interesaba demostrar que Cuba era un país abierto, tolerante, en el que cada cual encontraba un medio de subsistencia, unos con más o con menos éxito que otros, según cada circunstancia. Todas esas vidas evocan al país estructurado y próspero que existía antes de la instauración de un régimen totalitario. También quería mostrar que cubanos no han emigrado solo a Estados Unidos, sino que lo mismo en Roma, Madrid, Estocolmo, Viena, París, Luxemburgo, Ibiza o Ciudad México viven muchos de aquellos que tuvieron que rehacer sus vidas desde cero y, como el ave fénix, renacer de las cenizas de un país perdido y de sus vidas truncadas.
—Los entrevistados van desde figuras de la realeza, la política, obreros y presos políticos, entre otras vertientes de la vida cubana. ¿Cómo seleccionas a las personas con las que vas a conversar?
A algunos los conozco desde hace tiempo y siempre quise entrevistarlos (por ejemplo, a Olga Connor, Waldo Díaz-Balart, Sylvia Iriondo, Miguel Sales, Eduardo Manet, Juan Cueto Roig, Humberto Calzada o Uva de Aragón). A otros llegué a través de amigos (como Fulgencio Batista Fernández, Margarita Larrinaga, Roberto Torres o Anita Guerra). Y hay una tercera categoría que los busqué yo mismo recurriendo a instituciones con las que se relacionan como fue el caso del gran coleccionista Roberto Polo, quien vive en Toledo.
Desde la salida del libro hasta la fecha han fallecido 7 de mis entrevistados: el poeta Reinaldo García Ramos, el editor Juan Manuel Salvat, la periodista Gloria Leal, la soprano Blanca Varela, el coreógrafo y bailarín Carlos Gacio, el pintor Waldo Díaz-Balart y el dramaturgo Manuel Reguera Saumell. Me alegra haber podido entrevistarlos antes.
—En varios libros tuyos está la historia de Cuba, pienso en el que preparaste por el centenario de la República, en el 2002 y en Genealogía cubana. San Isidoro de Holguín. Háblanos un poco de la relación entre tu quehacer como escritor e investigador.
Y más que esos. Mis dos primeros libros fueron largos ensayos que escribí en francés sobre la música cubana y su historia. Luego preparé y publiqué en Valencia una antología sobre Lezama Lima en su centenario. Mis tres novelas (La gema de Cubagua que mencionas, Fugas y Deja que se muera España, publicadas por Tusquets) constituyen una trilogía de tema eminentemente cubano. También lo es mi relato escrito en francés Cuba Spleen. Publiqué en 2014 un Diccionario insólito de Cuba y otro sobre La Florida en 2017 en el que no faltan los temas relacionados con Cuba, ambos también en francés, así como dos libros sobre genealogías holguineras. Y ahora Como el ave fénix, en México, Editorial Rialta. Probablemente hubiera escrito otros sobre Cuba si no fuera porque vivo desde hace 34 años fuera de la Isla sin haber regresado nunca. Pero quizás nunca los hubiera podido publicar si no me hubiera ido.
—Has realizado estudios sobre la obra pictórica de Humberto Calzada y Gina Pellón, además, sobre la música cubana. ¿Es un ciclo ya cerrado o piensas volver sobre artistas plásticos y la música?
Sobre la música no creo que vuelva a escribir libros propiamente dicho. En cambio, sobre la pintura puede que escriba algo más porque, en resumidas cuentas, mi formación es la de un historiador del arte. También he publicado cuatro libros de poesía y es probable que escriba otros.
—Existe un Navarrete narrador, con libros como La gema de Cubagua, que forma parte de una trilogía. Háblame en conjunto de ese proyecto y sus resultados.
Esa trilogía intentó indagar sobre mis orígenes cubanos. Mis ancestros paternos en el Oriente llegaron al principio de la colonización y fueron fundadores de Bayamo y, luego, de Holguín. Pero a esas ramas arraigadas en los inicios de la Colonia se fueron añadiendo personajes que, tras casamientos, aportaron historias y sangre nueva. Unos vinieron como militares españoles, otros como médicos o como simples buscavidas. Tal vez un día escriba algo sobre la parte materna, con antiguas raíces en La Habana y relacionada con la emigración canaria en diferentes momentos.
—¿Podrías hablarnos de tus próximos proyectos?
En estos momentos he escrito junto a mi coautor originario de Niza Pierre Bignami tres libros de cuentos en francés que son relatos de viajes con todas las características del cuento, pero cuyo pretexto es la cocina. El primero contiene 40 sitios en todo el mundo (dos de las historias ocurren en Miami, por ejemplo, pero las hay también en Turquía, Grecia, Malta, Jerusalén, la India, Vietnam, Corea, Bolivia, Colombia, México, etc.). Como el libro tuvo mucho éxito la editora francesa nos pidió que repitiéramos la experiencia, pero dándole la vuelta a Francia. Finalmente, hace un mes, sacamos el tercero que es una vuelta al Mediterráneo con 20 cuentos. Es probable que hagamos un cuarto pues en estos libros mezclamos anécdotas, intrigas, arte, cultura, además de gastronomía.
Me gustaría terminar un tercer libro de genealogía, algo que me lleva muchísimo tiempo pues se trata del siglo XVIII en Holguín, es decir, de la época en que Luis XVI reinaba en Francia, para que tengamos una idea de la antigüedad de mis búsquedas. Y quisiera escribir una noveleta que situaría en Brasil, pero no encuentro el momento para empezarla. He publicado unos 30 libros de géneros diversos, pero nunca sé cuándo voy a empezar uno nuevo, ni si realmente lo terminaré.
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