POR LUIS DE LA PAZ
Especial para LIBRE
En el marco del cine cubano del exilio hay varios cineastas que destacan por su talento y por enfocar algunas de sus películas en temas históricos, entre ellos Eliecer Jiménez, con un destacado documental, Veritas, sobre la Brigada de Asalto 2506; Carlos Lechuga, con Santa y Andrés, un largometraje alrededor de la persecución intelectual en Cuba y Lilo Vilaplana, director de la importante serie Leyendas del Exilio, así como de las películas El patriota Ernesto Díaz Rodríguez y de las películas Plantados y Plantadas.
En la actualidad Vilaplana está trabajando arduamente en su nuevo proyecto, una película sobre la Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), uno de los hechos más dramáticos y bochornosos del castrismo, que encerró a miles de jóvenes en campos de concentración por razones tan descabelladas como ser religioso, homosexual, desafecto al régimen y hasta por expresar intenciones de irse de Cuba.
En literatura varios autores han abordado el tema de la UMAP, Héctor Santiago, Félix Luis Viera y José Caballero, entre otros. Destaca la investigación histórica de Enrique Rosa, La UMAP: el Gulag castrista. Ha llegado un momento importante con el cine de la mano de Lilo Vilaplana con quien conversamos sobre su película.
—Háblanos de tu actual proyecto sobre el sensitivo tema de la UMAP.
La idea de este nuevo proyecto es hacer un largometraje histórico, como antes lo hicimos con Plantados y Plantadas. Este 2025, en noviembre, se cumplen los 60 años de aquella infamia. El castrismo ha querido ocultar todos sus crímenes, que son muchos. Tratan de esconder, particularmente, este hecho. Los mandamases de Cuba no quieren que se exponga ante el mundo su crueldad en estos campos de concentración donde confinaron a todos los jóvenes que no estaban de acuerdo con convertir a Cuba en un sistema comunista, encerraron violentamente a Sacerdotes, Testigos de Jehová, artistas, intelectuales, campesinos y obreros, seminaristas, estudiantes, pastores religiosos, católicos y homosexuales. A esos más de 35,000 cubanos que obligaron al trabajo forzado, los torturaron con castigos inhumanos, muchos se suicidaron, otros salieron con enfermedades mentales y asesinaron a casi 100 jóvenes. Estigmatizaron la moral de los convictos, tanto, que a muchos aun le cuesta decir que pasaron por esos infames campamentos. Es hora de hacer justicia histórica y en una película recrear estos sucesos que ocurrieron en la provincia de Camagüey entre 1965 y 1968, cuando obligados por la opinión internacional el castrismo desmanteló las UMAP.
—Se inserta este film en la corriente de tus dos películas anteriores sobre los presos políticos, es decir, ficción histórica. De ser así, ¿qué aporta ese formato a la hora de hacer la película?
Aporta mucho. El cine estimula el análisis y el pensamiento crítico. Al ver una película, el espectador va a estar alentado a reflexionar sobre los eventos representados en el filme y ayudará a entender los contextos históricos en que se desarrollan los sucesos. Las películas históricas desempeñan un papel crucial en la comprensión de eventos pasados. Al dramatizar estos hechos, le permitimos a los espectadores que se involucren en la historia de una manera emocional e inmediata. Siguiendo el formato de exposición de Plantados y Plantadas, al final el espectador comprueba que hay testigos que vivieron la experiencia que ellos acaban de experimentar en una obra de ficción.
Otro beneficio clave de este tipo de películas es su capacidad para presentar información compleja de manera accesible. A través de un filme se pueden simplificar conceptos difíciles y hacer que sean más comprensibles para la audiencia.
—¿Podrías anticiparnos quiénes serán los protagonistas y datos sobre el guion?
Lo primero que siempre hago es investigar, leer mucho sobre el tema, entrevistar testigos del suceso, víctimas, luego armo una especie de sinopsis que comparto con quien yo decida escribir el guion, el cine me gusta siempre trabajarlo con otro autor. Con el premiado escritor cubano Ángel Santiesteban hemos hecho una buena dupla de trabajo en los guiones para nuestras películas. Puede que este también lo trabaje con mi amigo Angelito, si él acepta. En cuanto a los actores que intervengan, siempre hacemos un esmerado casting para armar el elenco.
—El tema de la UMAP tiene muchas aristas, ¿cómo te has propuesto abordar los distintos ángulos?
Para mí lo más importante es la verdad de lo que ocurrió en esos campos de concentración. A partir de los testimonios y la investigación realizada tenemos que lograr una historia contundente. Es imprescindible adentrarse en el periodo elegido, crear personajes sólidos y auténticos, elaborar situaciones y diálogos atractivos. Si se establece el escenario de manera eficaz, se equilibran los hechos con libertad creativa y se revisa a fondo, se puede elaborar un guion que cautive y transporte a los espectadores a esa época.
—El cine sigue siendo el arte más costoso a pesar de haberse abaratado por los avances tecnológicos. Estás recabando ayuda de la comunidad. ¿Cómo se podría aportar para que puedas continuar con tu proyecto?
Hacer cine es muy costoso, pero no imposible y lo hemos demostrado. El cine perdura para siempre, y así como hicimos con Plantadas, junto a Reinol Rodríguez, líder del exilio histórico, y mi equipo de Vilaplana Films (Irasema Otero productora ejecutiva de mi compañía y Camilo Vilaplana mi primer asistente de dirección), vamos por varias vías, realizando actividades en distintos lugares, acudiendo a políticos que nos apoyen y a empresarios exitosos de la comunidad y recibimos donaciones a través de nuestra fundación Nonprofit CINEXILIO. Tenemos un GoFundMe, que pueden encontrar en Google y en mis redes: UMAP, la película, en el que todo el que quiera aportar puede hacerlo y toda persona que nos apoye aparecerá (si coloca su nombre) en los créditos de la película como agradecimiento por ser parte de nuestra obra. Hay muchas maneras de apoyar, somos tres millones de cubanos exiliados, si el 20% coloca solo 1 dólar, podemos hacer el filme, sin contar con muchos amigos de otros países que ya han realizado importantes aportes. Hay muchas maneras de ser parte de nuestro proyecto que se propone seguir denunciando los crímenes de la dictadura castrista para que quede constancia de ello y nunca más se repita, ni en Cuba, ni en ninguna parte del mundo. Los derechos humanos son sagrados.
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