Actualidad con Eddy Díaz Souza

Written by Luis De La Paz

10 de junio de 2025

Por Luis de la Paz  

La compañía Artefactus Cultural Proyect ha estado marcando la pauta en el siempre inestable, aunque persistente e indestructible, movimiento teatral hispano de Miami. 

Su fundador, el dramaturgo y director cubano Eddy Díaz Souza ha tenido una visión clara de lo que se propone y ha contado con un espacio propio. A lo largo del año su empresa ha crecido de manera firme y sobre todo, diversificando su espacio cultural, con varios festivales, actividades literarias, música y exhibiciones de arte, convirtiendo a Artefactus en un valioso espacio multidisciplinario. 

Vale destacar que la solidez de su proyecto artístico es una contribución a Miami como plaza cultural importante, y una manera de demostrar el legado de los creadores hispanos residentes en Estados Unidos. 

Con Eddy Díaz Souza hacemos un recorrido por lo realizado, y los nuevos propósitos.  

—1. Desde hace tiempo ya no se puede hablar de Artefactus Cultural Project como un propósito, sino como una institución fuertemente consolidada. ¿Podrías contarnos un poco la historia de la institución?

Artefactus Cultural Project nació el 21 de marzo de 2008, una fecha que coincidía con el equinoccio de primavera. Aunque fue una coincidencia del calendario, no dejó de resonar en mí como un símbolo: un tiempo de renovación, de luz creciente, de comienzos fértiles. También es el Día Mundial de la Poesía, lo cual le daba otro sentido posible al gesto de fundar una institución dedicada al arte y la palabra.

En sus inicios, Artefactus funcionó como un observatorio cultural. Documentábamos y reflexionábamos sobre la vida artística de Miami, con énfasis en el teatro. Una parte de ese trabajo sigue disponible en nuestro blog, donde se pueden consultar artículos críticos, imágenes, análisis estadísticos y textos recopilados de distintas publicaciones.

Con el tiempo, esa vocación de análisis fue dando paso a la creación. Comenzamos a producir lecturas dramatizadas junto con el Instituto Cultural René Ariza, en un formato escénico más ambicioso que la simple lectura desde el atril. Y en junio de 2011 dimos un salto definitivo a la escena con nuestra primera producción teatral: Obba, un texto de Excilia Saldaña interpretado por Oneysis Valido.

Desde entonces, hemos trabajado de manera sostenida, produciendo anualmente entre dos y tres obras para adultos, y al menos un espectáculo para público infantil. Creo que lo que ha sostenido todo este recorrido es una misión clara: la de promover una práctica artística rigurosa, crítica, abierta a lo diverso, que dialogue con las distintas comunidades que conforman el paisaje cultural de esta ciudad. Artefactus no surgió como una institución formal desde el primer día, pero se ha ido consolidando desde el hacer constante, con voluntad de riesgo, de diálogo y espíritu de resiliencia.

—2. Algo que ha sido muy bien acogido es la diversificación del centro, con presentaciones de libros, lecturas de autores, exhibiciones de arte y música. ¿Cuánto han aportado estas actividades a la solidez de Artefactus?

La diversificación ha sido parte natural del crecimiento de Artefactus. Desde muy temprano entendimos que el teatro podía ser el eje, pero no el límite. El programa Autores, por ejemplo –que fue nuestra primera línea curatorial– nació como un homenaje al dramaturgo Julio Matas y desde entonces ha permitido visibilizar la obra de escritores fundamentales del teatro cubano, latinoamericano y contemporáneo que nos ha permitido recuperar voces, historias y trayectorias muchas veces relegadas a zonas de opacidad.

Con el tiempo fuimos abriendo otras líneas: exposiciones de artes visuales, presentaciones de libros, conciertos íntimos, programas de formación y apreciación artística, y una programación teatral que incluye tanto espectáculos para adultos como propuestas dirigidas a la infancia. También hemos desarrollado tres festivales anuales que ya cuentan con identidad propia y públicos definidos: el Solo Theater Fest, el Queer Showcase y el Miami Open Arts Fest (MOAF), que cada año amplían sus alcances.

Estas actividades no solo han contribuido a la solidez de Artefactus como institución, sino que han reafirmado su vocación como un espacio vivo, flexible, capaz de adaptarse a las necesidades y pulsos de la comunidad. Esa amplitud de lenguajes y formatos nos ha permitido atraer a públicos diversos y crear una red de colaboración con artistas, colectivos e instituciones que enriquecen lo que hacemos. Artefactus no se concibe como un contenedor de eventos, sino como un laboratorio cultural en constante diálogo con su entorno.

—3. El propósito principal de Artefactus es el teatro, con presentaciones a lo largo del año, algunas de las obras estrenadas a través de festivales. Cuéntanos de la parte escénica de la institución.

El teatro ha sido, desde el principio, el corazón de Artefactus. Nuestra historia escénica –como te había comentado– comienza en 2011 con Obba, un espectáculo que conjugaba la poesía de Excilia Saldaña con teatro de imágenes, danza y títeres en una propuesta para adultos que, curiosamente, también conectó con la sensibilidad del público infantil. Ese primer montaje definió algo que ha permanecido en nuestro modo de hacer: una búsqueda interdisciplinaria, poética y exigente, que no se acomoda a fórmulas.

En septiembre de 2014 estrenamos nuestro actual espacio con El príncipe y el mar, y desde entonces, la sala del Centro Cultural Artefactus ha sido hogar de nuestras producciones y también plataforma para artistas locales, agrupaciones independientes y performers de otros países que han encontrado aquí un espacio de acogida y proyección. En muchos casos, se trataba de proyectos emergentes que hicieron vida en Artefactus antes de expandirse a otros escenarios.

Uno de nuestros montajes más significativos ha sido Mi Platero, una obra coescrita con Antonio Orlando Rodríguez, inspirada en la figura de Juan Ramón Jiménez y en el exilio compartido con su esposa, Zenobia Camprubí. La pieza entrelaza hechos históricos, ficción poética y fragmentos del diario de Zenobia. Su estreno fue acompañado por el representante de la Fundación Juan Ramón Jiménez y de la Casa Museo de Moguer. La obra recorrió varios festivales, tanto en Miami como en Argentina, y en espacios del Centro Cultural Español de Miami.

A lo largo de estos años, también hemos producido títulos como Gas en los poros, de Matías Montes Huidobro; Mal tiempo, de mi autoría; y Leyendas negras, basado en cuentos, relatos y aforismos de Lydia Cabrera. Estas obras –y otras tantas que sería extenso enumerar aquí– han recibido el reconocimiento del público y la crítica, y han sido distinguidas por instituciones culturales en Nueva York, Puerto Rico, Orlando y otras ciudades.

Lo escénico en Artefactus es más que una programación anual: es una línea de pensamiento, una manera de dialogar con el presente desde la escena, de tomar riesgos formales y temáticos. Nuestros tres festivales han sido también vitrinas para nuestras producciones y para una comunidad artística diversa que encuentra en Artefactus un espacio de creación, comunicación y libertad.

—4. Eres parte de los creadores del Día de la Dramaturgia y el Teatro Cubano del Exilio, que se celebra cada 30 de mayo. Este año le rindieron tributo a Jorge Ovies. Nárranos cómo se creó el Día y sobre el homenaje a Ovies.

El Día de la Dramaturgia y el Teatro Cubano del Exilio nace como respuesta a un vacío: la falta de un espacio y un momento para reflexionar y reconocer la memoria, la producción y la herencia del teatro cubano escrito y desarrollado en el exilio. Fue una iniciativa conjunta de Artefactus Cultural Project y OLLANTAY Center for the Arts, concebida para visibilizar un legado que, por años, ha sido ignorado, disperso o reducido a notas marginales.

La fecha del 30 de mayo fue elegida en memoria del investigador José A. Escarpanter, y simboliza también un homenaje a quienes han sostenido este teatro desde contextos ajenos al de origen. Desde 2013, con el evento inaugural Palabras al filo, la jornada ha crecido en participación y alcance, involucrando a artistas y entidades de distintos países. Aun así, el esfuerzo que implica sostener esta conmemoración no siempre ha encontrado el eco necesario dentro de la propia comunidad artística. Se valora el apoyo recibido, pero es evidente que aún falta una conciencia más amplia sobre el riesgo de pérdida que enfrentamos cada día.

En 2023, se creó el archivo digital de la Dramaturgia Cubana del Exilio (DCE), un proyecto pensado para preservar, organizar y difundir obras, registros y documentos fundamentales. Sin embargo, su desarrollo requiere de recursos y personal especializado, y a la fecha no ha contado con el financiamiento necesario para asegurar su continuidad. 

Este año, el Día fue dedicado al actor Jorge Ovies, en colaboración con Havanafama. Su trayectoria –serena y coherente– representa el compromiso silencioso pero firme con la escena. El homenaje que le brindamos no fue solo un acto de justicia hacia su figura, sino una manera de reafirmar que este teatro no resiste por nostalgia, sino porque sigue proponiendo, convocando y significando.

—5. Además de director, eres dramaturgo y varias de tus obras las has llevado a escena en tu sala. ¿Qué constantes se reflejan en tu teatro?

Quizás la mejor respuesta la daría un estudioso con distancia crítica, como ha hecho Ulises Rodríguez Febles en el prólogo a mi teatro para niños, donde señala la presencia de una poética singular, profundamente conectada con lo humano. En lo personal, podría decir que mi dramaturgia parte de una inquietud existencial: el individuo enfrentado a sus límites, a su entorno, a sus miedos. Me interesa construir personajes que, incluso en contextos reconocibles, habitan un mundo poético, donde lo trágico y lo absurdo conviven.

Mis obras tienden a ser híbridas en su estructura y lenguaje. En Ifigenia inmóvil, por ejemplo, me tomo la licencia de descomponer un mito griego para situarlo en La Habana oscura y asolada de los años noventa. En Delirios, la figura de la madre se convierte en una suerte de carcelera del recuerdo, del teatro como encierro y memoria. Mi Kassandra (con corazón de Zunduri) entrelaza el mito y la violencia contemporánea hacia la mujer, desde el exilio hasta la esclavitud moderna.

Hay también una constante homoerótica en obras como Mal tiempo, Torcidos, Hilos o Secretos de verano, donde lo íntimo se vuelve político. Incluso en mi teatro para niños, como La oruga y la guerra o El gato de tres colores, hay espacio para lo diverso, lo raro, el autoconocimiento.

Como director, me interesa más la búsqueda que la certeza. Parto del texto, pero no me limito a él. Me atrae la construcción colectiva de sentido: imagen, cuerpo, gesto, voz. Un teatro que no se atiene a géneros puros, que mezcla danza, palabra, visualidad, y que asume el riesgo como principio creativo.

—6. Estamos apenas a mediados de año. ¿Qué tienen programado en Artefactus para lo que queda del 2025?

La programación de Artefactus continúa con fuerza durante la segunda mitad del año. En junio, celebramos el Queer Showcase (Primavera-Verano 2025), del 6 al 29 de junio. Esta edición reúne artistas, escritores y públicos que entienden el arte como una forma de pensamiento desde los márgenes. El ciclo se inaugura con la exposición Rompecabezas: Una nostalgia sin dramas, del artista Sergio Chávez, acompañada por un concierto íntimo de Waldo Díaz Miranda. Luego se presentará la novela Negro en la costa, de María Elena Hernández, y a mediados de mes sube a escena mi obra Delirios, antes de su presentación en el Lincoln Park Theatre Festival de Los Ángeles, organizado por la Fundación Biligüe de las Artes. La segunda exposición del programa, La Ciudad de las Columnas, de Felipe Alarcón Echenique, se inaugura el 20 de junio. El ciclo concluye con El Show de Grindr, un híbrido de cabaret y teatro musical dirigido por José Raúl Acosta.

En julio estrenamos Frank&Leo sobre piedras calientes, versión de Irán Capote sobre la obra de Fassbinder, con dirección de Miriam Bermúdez. Luego, a finales de julio y principios de agosto, presentamos Un corazón, de repente, espectáculo basado en cuentos y poemas de Clarice Lispector, donde caminamos sobre los filos de la identidad, el deseo, el ansia de libertad… y la palabra como último refugio.

En septiembre regresa el Miami Open Arts Fest (MOAF), con una programación que incluye teatro, artes visuales, música y conferencias. En octubre, Artefactus viajará a Ecuador para participar en dos festivales internacionales con la obra Secretos de verano, inspirada en el universo de Tennessee Williams y en la idiosincrasia manabita. Esta pieza, resultado de una residencia artística en Manabí y apoyada por el programa International Cultural Partnership del Miami-Dade County, aborda los vínculos entre memoria, intolerancia y afectos no resueltos.

Y para el 2026 ya se vislumbra en el horizonte la puesta en escena de No me beses en el cuello que estoy sucia, una propuesta interdisciplinaria que enlaza la historia de Zunduri, joven mexicana víctima de esclavitud moderna, con la figura de Casandra, la trágica profetisa de la mitología griega, así como con otros testimonios reales de violencia de género y represión. El proyecto –como muchos en Artefactus– busca amplificar voces, desmontar silencios y devolverle al teatro su fuerza transformadora.

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