ACTUALIDAD CON AMIR VALLE

Written by Luis De La Paz

14 de octubre de 2025

Por Luis de la Paz  

Nacido en Guantánamo, el escritor y periodista Amir Valle tuvo una exitosa carrera como autor en Cuba, hasta que decidió establecerse en Berlín, Alemania, donde fundó Iliada Ediciones e impulsó la revista cultural OtroLunes. Además, ha continuado su labor tanto en los medios de comunicación, como narrador y ensayista. 

Tiene una amplia bibliografía y en general su literatura se enmarca en la novela negra, donde destacan títulos exitosos como Habana Babilonia, Las raíces del odio, Nunca dejes que te vean llorar y más recientemente Mi nombre es polvo, que presentó ante el público de Miami.

—Recientemente estuviste en Miami presentando tu novela Mi nombre es polvo. ¿Podrías hablarnos de la novela?

Es una de mis novelas “no cubanas”. Mi reconocimiento internacional vino con un libro sobre la prostitución en Cuba (Habana Babilonia) y de las novelas negras (la serie El descenso a los infiernos, de 8 novelas) derivadas de crímenes reales que obtuve durante la investigación periodística para escribir esa obra sobre el jineterismo. Mi nombre es polvo toma un pretexto: contar la psicosis asesina de un tatuador que se cree portador de la misión divina de develar mediante tatuajes artísticos el alma de las mujeres que tatúa para hablar de las miserias humanas. Está basada en un personaje real, un conocido tatuador berlinés, y aunque solo quise contar sus obsesiones y locuras, todas las críticas ven en sus escenas la recreación de temas universales como la dicotomía humana del bien y el mal, lo humano y lo divino, la monstruosidad y lo angelical en ese mismo frasco que es el ser humano.

—Parte de tu literatura se mueve en lo que se conoce como la novela negra. ¿Qué aporta el género desde el punto de vista creativo?

Es el género por excelencia para analizar las complejidades de la sociedad, sea del signo ideológico o político que sea. El mexicano Paco Ignacio Taibo II, renombrado autor del género, asegura que la novela negra es hoy a la sociedad lo que fueron las novelas de Balzac en la Francia del siglo XIX, o las novelas costumbristas en general. Creo que no pueden entenderse hoy, por ejemplo, los verdaderos entresijos y dilemas de la sociedad latinoamericana si no se lee la novela negra escrita en esos países. Y muy importante, en tiempos en que se considera que la literatura es aburrida, es un género donde se puede mezclar la denuncia social, y en un mismo escenario, la intriga, el enigma, el suspense y otras “mañas” para atraer a los lectores.

—Has escrito un libro sobre la Stasi, que es una investigación sobre ese órgano represivo de la antigua RDA. ¿Qué te motivó a escribirlo?

Llegar a Berlín en 2006 fue zambullirme en un escenario que ya desde Cuba me interesaba mucho por lo que de monstruosidad humana tenía: ¿Cómo un país tan culto y humanista pudo concebir dos fenómenos que avergüenzan a la humanidad: el nazismo de Hitler y el comunismo “a la alemana” en la RDA. Buscando la raíz que conectaba esas dos aberraciones, e intentando responder si era verdad que la policía política de la mal llamada “Revolución Cubana” había sido “hija mimada” de las policías políticas rusa y de la RDA (la KGB y la Stasi), me lancé de cabeza a hurgar en los archivos que la Stasi no pudo destruir cuando el pueblo alemán derribó el muro de Berlín en 1989, y descubrí que había un modo muy singular de explicar ese mundo tan oscuro: poner a hablar a víctimas y victimarios de todo ese horror. Y eso hice en El aliento del lobo.

—Diriges la editorial Iliada, háblanos del fondo editorial que estás fomentando.

Es un sueño que en Cuba no pude realizar. Aclaro siempre que, aunque publico a cubanos, no es una editorial “para cubanos”. Es un proyecto casi suicida pues hoy los libros se venden tan poco que es raro que un editor recupere lo invertido en el libro. Por eso me concentro en que todo el dinero que pongo de mis bolsillos para eso se destine a libros que me hagan sentir orgulloso por su calidad, aportes a las letras latinoamericanas y por la excelencia de sus autores. Esa calidad del catálogo, y el cuidado en la edición y diseño, son elogios muy usuales y la clave del prestigio que ya tenemos dentro de las editoriales independientes europeas.

—Encabezas el proyecto OtroLunes, a través de lo que publicas, ¿qué visión te brinda la revista sobre la literatura cubana en general?

Es otro sueño cumplido, pero aclaro que es una revista “Hispanoamericana de Cultura”, como dice su nombre. La cubana está en ella con la misma importancia que la de España y otras naciones en América Latina. Y en la revista escriben muchos de los nombres más notables de las letras en lengua castellana. Quizás por eso es consideraba una referencia para los estudios literarios por universidades europeas, latinoamericanas y norteamericanas, con cátedras de hispanismo. Luego de 64 números desde su fundación en 2007, el material acumulado es tanto que nos obligó a una pausa para reestructurar toda la base de datos de la revista, y, de paso, estamos modernizando el diseño.

¿Qué te ha aportado el vivir en Alemania?

Veinte años enseñan mucho. Valorar la democracia y el derecho de todos (incluidos nazis, comunistas y otros extremistas) a vivir si respetan esa democracia. Entender que el dinero no da la felicidad, ni puede quitarte la tranquilidad. Conocer el poder real de Jesucristo abriendo el camino de mi vida profesional y familiar. Sentirse valorado por los talentos que Dios te da y que tú cultivas con tu esfuerzo, sin que nada implique para ese reconocimiento tu credo ideológico, político o tu orientación sexual. Conocer la libertad y toda la responsabilidad humana y ética que representa.

—¿Cómo se manifiesta la convivencia entre los cubanos en Berlín y los hispanos en general?

Aparte de que el cubano es aceptado por ese cliché: “ser alegre, apasionado, bailar bien, tomarse un trago con cualquiera, ser buen amante, confraternizar confianzudos con todo el que se nos ponga delante”, los cubanos en Alemania conviven sin problemas porque, mayormente, son ejemplo de integración social, y aunque les gusta reunirse “entre cubanos”, no arman ghetos, no se aíslan, siempre están dispuestos a cooperar y ayudar a quien sea.

En Miami hay personas escépticas ante los escritores que estuvieron cerca del aparato cultural oficial. ¿Cómo crees que deba entenderse “borrón y cuenta nueva”, sin borrar el pasado, que no se puede “romper y tirar como el borrador de una carta”?

Aprender, sobre todo, que en un sistema como el impuesto en Cuba esa “cercanía al aparato oficial” era en la mayoría de los casos cuestión de vida o muerte. O trabajabas para el Estado o te morías de hambre. En otros muchos casos fue pura supervivencia oportunista. Y en casi todos, miedo. 

No puede echarse a todo el mundo en el mismo saco. Y sobre todo hay que recordar que la gente tiene derecho a sentir miedo, equivocarse y a rectificar. Hay que identificar, eso sí, a esos de alma negra que hicieron daño y ni siquiera han pedido perdón. Si se quiere ser juez, hay que ser justos. Y bíblicamente creo que muchos de los que hoy acá exigen sangre deben recordar aquello de “el que esté sin pecado, que tire la primera piedra”.

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