A UNA PULGADA DEL ARMAGEDÓN

Written by Adalberto Sardiñas

23 de julio de 2024

Seis disparos, quizás siete, rompieron lo que hasta entonces había sido un meeting político acostumbrado del Partido Republicano con la figura de Donald Trump como actor principal, y uno de ellos, hizo impacto levemente, superficialmente, en la parte superior de su oreja derecha a una pulgada de su corteza craneal. Así de cerca estuvo América de descender al apocalipsis, a las 3 y diez minutos de la tarde del sábado 13 de julio en Pennsylvania. Pero todos, todos, como en el poema de Pablo Neruda, estamos contentos de que no fuera cierto. El ex presidente y actual candidato a la presidencia, Donald Trump, por algo que sólo puede asociarse a un milagro, movió la cabeza a un milisegundo antes del impacto que pudo haber sido fatal para él y para la nación. Una vez más, God blessed América.

El acto, totalmente repudiable, absurdo, injusto y condenable, tomó la vida de un espectador y dos resultaron lesionados de gravedad. Si es cierto que la nación americana está envuelta en una división política no vista en varias generaciones, ésta no es excusa para apelar a la violencia como medio de aliviar nuestras diferencias ideológicas, sociales o políticas. Estados Unidos de América, está, o, debería estar, muy por encima de ese nivel cavernario. No somos parte de las convulsiones que afectan a otras áreas del planeta presas de fanatismo insuperable. Tenemos, para nuestro disfrute, un sistema de civilidad emanado de nuestras formidables instituciones, y no debemos sacrificarlo en aras de un primitivismo irracional que a estas alturas no tiene lugar en el diario vivir de nuestro entorno nacional.

Tal vez el más elocuente mensaje de que todo estaba bien en su estado físico y mental fue el gesto del ex presidente de levantar el puño en muestra de desafío y coraje ante el intento de su asesinato. El mensaje político ha sido ampliamente divulgado en miles de periódicos y difusiones televisivas alrededor del mundo. Ahora necesitamos un enfriamiento en la retórica candente, tan proclive a la exaltación emocional, para que la violencia recese cediendo el paso la cordura sensata propia de nuestro sistema democrático. 

¿Fue este intento de magnicidio un resultado de la prevaleciente retórica hostil en nuestro ambiente político-social?  Probablemente sí. Vivimos en un tóxico ambiente de división que cierra el camino al entendimiento y se lo abre a la violencia. 

Resulta incuestionable que, por un tiempo que viene resultando ya demasiado largo, se experimenta un patrón de amenazas y violencia que refleja expresiones de peligrosas actitudes y acciones que pueden ser fatales para la sociedad americana.

El infortunado evento del sábado 13, nos lleva en el recuerdo, a dos episodios aún más lamentables: en 1963, con el asesinato de John F. Kennedy, y en 1981, con el intento contra la vida de Ronald Reagan.

Estos acontecimientos, revividos con el intento de asesinato del ex presidente Trump, siempre dejan un impacto que perdura en la sensibilidad de la población. Tan es así, que yo recuerdo, exactamente, dónde, y qué estaba haciendo, cuando ambos incidentes acontecieron. Y es natural, por mera condición humana, que esto así sea. El asalto a un presidente, ex presidente, o candidato a la presidencia, o a cualquier otro cargo, es siempre un shock para la nación como conjunto de la ciudadanía, como igualmente lo es en el orden individual para cada ciudadano. Inevitablemente siempre trae confusión, desconcierto, preguntas y ansiedad en la búsqueda de respuestas. 

El FBI está envuelto en las investigaciones para determinar el porqué del atentado. Al cuarto día del fatal episodio, basado en datos obtenidos por los cuerpos de investigación, federal y estatal, se concluye, de forma preliminar, que el agresor, Thomas Matthew Crooks, un joven de 20 años actuó de manera individual, sin cómplices, aunque el caso sigue en proceso de investigación. Pero hay serias preguntas al respecto que demandan claras y convincentes explicaciones. No es suficiente, como ha dicho el Servicio Secreto que “Thomas Crooks estaba fuera del perímetro de seguridad de los detectores de metal”. El hecho real es que estaba allí, en un lugar y posición desde donde pudo hacer los letales disparos, y al cual, nunca debió haber tenido acceso de acuerdo a los protocolos seguidos para la protección de los candidatos presidenciales. Esto es todo lo que sabemos hasta hoy, miércoles 17, en que se escribe este artículo, cuatro días después del ataque. Pero el pueblo americano quiere saber más. Está en su derecho. Y una minuciosa explicación, transparente, debe ponerse en la mesa.

Pero el pasado es pasado y la vida tiene que seguir su agitado curso. Es necesario reorganizar el pensamiento y enfocarnos en el futuro. Los efectos del ataque y la intrépida respuesta del ex presidente Trump tendrán una impresión profunda en el pueblo americano. Nada será igual. Las cosas han cambiado. Sus chances de victoria, antes modestos, han aumentado substancialmente, y el movimiento que él representa continuará, ahora con más vehemencia, como una poderosa fuerza en la política de la nación al margen de los resultados del próximo noviembre.

Ante una nación dividida, exhausta, fracturada, el trágico evento de la semana pasada quizás represente el catalizador necesario como factor redimible que conduzca a la unidad nacional.

Es claramente evidente que las pasiones políticas se han desbordado estableciendo una tirantez crispante entre demócratas y republicanos. Sin embargo, en nuestra dividida tierra, donde ninguno de los bandos está dispuesto a abandonar la contienda, se hace imperativo, por el bien supremo del país, hallar un camino de unidad pacífica, de vida harmoniosa, dentro y fuera del contorno político, en la nación más generosa, libre y potente que jamás haya conocido la humanidad.

BALCÓN AL MUNDO

Argentina se coronó campeón de la Copa de América en un gran partido 1-0 contra Colombia, pero lo que ocurrió fuera del estadio, en Miami, fue un despelote monumental. Cientos de fanáticos, después de pagar miles de dólares por sus asientos para presenciar el partido no pudieron entrar, y, en cuanto a la devolución del dinero nada se sabe aún.

Un desastroso fallo de organización de la liga y sus administradores que no tiene precedente.

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Para ir contra la corriente, lo que a veces me gusta, nunca creí en la posibilidad de que el senador por Ohio, J.D. Vance fuera nominado como compañero en el ticket presidencial de Donald Trump. Me equivoqué. No lo consideré posible porque Vance, con apenas dos años en el Senado, carece de experiencia política; pero, por encima de este punto, existe el irónico precedente de que el Senador en varias ocasiones, se expresó en términos derogatorios hacia Trump, incluso ofensivos, hasta auto llamarse “never a Trump guy” y expresando en otro momento que “Trump is a cynical asshole like Nixon” para repetir: “I never like the guy”.

Por eso desestimé la idea de la nominación, pero al fin recordé algo que ya casi había olvidado: que en política ofensas e insultos a veces se toman como complementos.

¡Cosas que tiene la política y los políticos! 

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Elon Musk que había trasladado la oficina central de Tesla de California a Texas, acaba de anunciar que traslada las oficinas de X y Space X también a Texas. Otras fuentes de ingresos que se le caen a Gavin Newson y a la legislatura del Golden State, que, cuando se habla de liberalismo al máximo, nadie le pone un pie delante. Tampoco en el capítulo de los déficits estatales, que ya California para este año fiscal promete más de 60 billones en números rojos, los más altos entre todos los estados en la nación.

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Joe Biden representa un laberinto para el Partido Demócrata del cual no sabe cómo salir. Un grupo de líderes, entre los que se destacan Nancy Pelosi, Barack Obama y Chuck Schumer, lo quieren fuera de la candidatura, pero no encuentran la salida para mandarlo a casa dignamente, sin agravios humillantes. Quieren hacerlo de manera suave y gentil, mas el presidente está empecinado en la idea de que él es la mejor persona para el cargo, y que sólo él, puede derrotar a Donald Trump en noviembre.

Terminando esta nota me entero de que el presidente Biden cayó enfermo víctima del Covid. A ver si Mr. Covid, termina convenciéndole de que es hora de tirar la toalla.

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