El mundo onírico, ese lugar hecho de fantasías que solo existe en nuestra mente y donde vivimos todo tipo de experiencias mientras dormimos, despierta la curiosidad humana desde la antigüedad, pero sigue envuelto en el misterio. Un neurobiólogo desvela algunas claves de este territorio intangible y poco explorado, al que nuestra conciencia viaja cuando soñamos.
Por Ricardo Segura
Cuando cerramos los ojos, nos dormimos profundamente y nuestro sueño entra en la denominada Fase REM, caracterizada por los movimientos oculares rápidos y una gran actividad cerebral similar a la de la vigilia, nuestra conciencia viaja a otros mundos, donde todo es posible pero nada es material, y los cuales componen el enigmático universo de los sueños.
Ese universo onírico o de ensoñaciones, envuelto en una atmósfera muy especial y donde tienen lugar todo tipo de sucesos fantásticos, sigue siendo un gran enigma para la Ciencia.
Hacia ese territorio desconocido y sin cartografiar, viajamos cuando soñamos. Allí vivimos experiencias ‘imposibles’ como volar utilizando solo nuestro cuerpo o interactuar con personas fallecidas, y percibimos con nuestros sentidos imágenes, lugares, objetos, seres o sonidos pertenecientes a realidades ajenas a las que conocemos estando despiertos.
“Pasamos un tercio de nuestra existencia soñando, y los sueños han inspirado revoluciones científicas, obras maestras del arte y decisiones que han cambiado el curso de la historia”, señala el doctor Rahul Jandial, neurocirujano y neurobiólogo destacado, que combina la precisión del bisturí con la curiosidad científica para explorar los misterios del cerebro humano.
El doctor Jandial es famoso por las complejas operaciones de tumores que efectúa, por su liderazgo en investigaciones pioneras en The Jandial Laboratory, en Estados Unidos, y sus actividades en la International Neurosurgical Children’s Association (INCA).
Este neurocirujano y neurobiólogo, autor del libro ‘¿Por qué soñamos?’, donde ofrece claves para mejorar nuestro rendimiento, creatividad y bienestar a través de los sueños, describe a continuación una serie de aspectos llamativos y poco conocidos relacionados con los sueños y el mundo onírico, revelados por las investigaciones científicas.
Experiencias soñadas que parecen reales
“Fisiológicamente hablando, la alegría que experimentamos soñando no es distinta a la que sentimos cuando estamos despiertos. Lo mismo sucede con el terror, la frustración, la excitación sexual, la ira o el miedo”, señala Jandial.
“Cuando soñamos que corremos, se activa la corteza motora, la misma región cerebral que usaríamos si estuviéramos corriendo de verdad. Si soñamos que un amante nos acaricia, la corteza sensorial se estimula igual que si estuviéramos despiertos”, señala, para explicar la razón de que las experiencias físicas de los sueños parezcan reales.
Sueños similares, en todo el mundo y desde hace siglos
“Muchos de los sueños que soñamos ahora son similares a los que se soñaban en el Egipto de los faraones o en la Roma de Julio César. Algunos trastornos del sueño que se registraron en China hace más de 1.800 años incluyen soñar que se vuela, soñar que se cae a un abismo y los terrores nocturnos”, según este especialista en neurología.
“Los sueños son sorprendentemente parecidos en todo el mundo, independientemente del idioma que se hable; de si se vive en una zona urbana o rural o en un país desarrollado o en vías de desarrollo; o del nivel socioeconómico”, enfatiza.
Soñamos todo tipo de experiencias
sin juzgarlas
“La mente que sueña despliega todo tipo de escenarios hipotéticos sin emitir juicios al respecto. Por eso podemos soñar que somos del sexo opuesto, que tenemos una orientación sexual distinta y colocarnos en situaciones sexuales o interpersonales que resultarían improbables, o incluso desagradables, si las experimentáramos cuando estamos despiertos”, apunta Jandial.
Mundo onírico inmune a la tecnología
“Las tecnologías que han transformado por completo nuestra vida desde la década de 1950 apenas han ejercido influencia sobre los sueños”, según el doctor Jandial.
Explica que “la televisión, los ordenadores, internet o los móviles apenas aparecen en los informes que las personas elaboran sobre sus propios sueños” y que al parecer “ni siquiera la adicción actual a las redes sociales ha invadido nuestra vida onírica”.
Las pesadillas son un fenómeno
universal
“Todos tenemos pesadillas y, hasta donde sabemos, siempre han formado parte de la condición humana”, seña este neurobiólogo.
Apunta que “los argumentos de los malos sueños son predecibles. Los cinco temas más frecuentes en todo el mundo y a lo largo del tiempo son: fracaso e impotencia, agresión física, accidentes, ser perseguido y problemas de salud o muerte”.
Además, “como las pesadillas son los sueños más intensos y difíciles de olvidar, pueden elevar nuestro nivel de ansiedad. El día después de una pesadilla, la mayoría de las personas están más ansiosas y tienen un estado emocional menos estable que en las noches en las que no han tenido pesadillas”, según explica.
La agobiante sensación de estar
paralizado en sueños
“Se calcula que hasta un 40 por ciento de la población general ha experimentado ‘parálisis del sueño’ (sensación de no poder moverse) al menos una vez”, señala el doctor Rahul Jandial.
Explica que “en la antigua Mesopotamia, culpaban (de este fenómeno) a un íncubo, un demonio masculino que quiere mantener relaciones sexuales con mujeres que duermen, o a su equivalente femenino, el súcubo” y “en la región italiana de Abruzo, se culpaba a una bruja malvada llamada ‘pandafeche’”.
“En Egipto, se atribuía la experiencia a la presencia de un espíritu maligno llamado jinn. En China, la parálisis del sueño era por la visita de un fantasma, mientras que los inuits (pueblo indígena que habita las regiones árticas) la explicaban como el ataque de un chamán al alma vulnerable de quien sueña”, apunta.
Los inquietantes y ruborizantes sueños eróticos
“Ya sea que se traten de besos u otra cosa, los sueños eróticos son capaces tanto de ruborizarnos de placer como de abrumarnos de celos”, según Jandial.
Aunque también pueden inquietarnos, al hacer que nos preguntemos sobre que significa tener un sueño sexual con un ex o que nuestra pareja sueñe este tipo de experiencia con otra persona, o si estos sueños revelan algo acerca de lo que deseamos de verdad, según apunta.
“Al parecer, los hombres solteros tienen sueños eróticos con más frecuencia que los que mantienen una relación estable, mientras que las mujeres informan de más sueños sexuales cuando echan de menos a su pareja o cuando están en pleno romance”, añade.
“Sin embargo, la vida en sueños de hombres y mujeres tiene un punto en común: casi todos somos infieles en sueños”, enfatiza.
Templos para soñar de la antigüedad
“Los egipcios antiguos construían ‘templos del sueño’ donde los creyentes pasaban la noche con la esperanza de que el lugar les indujera sueños que los curaran de alguna enfermedad o los ayudaran a tomar decisiones importantes” según este especialista en el cerebro humano.
El proceso evolutivo de los sueños
El doctor Jandial asegura que “los sueños evolucionan a medida que la noche avanza. Tienden a incluir más elementos de la vida real a primera hora, mientras que lo que soñamos hacia el final de la noche acostumbra a ser más emocional y a incluir elementos autobiográficos más antiguos”.
“El cariz de los sueños también evoluciona: son más negativos al comienzo de la noche y se van volviendo más positivos a medida que esta avanza”, añade.
Conflictos de pareja durante la Fase REM
Jandial señala que “cuando soñamos que tenemos un conflicto con nuestra pareja aumenta la probabilidad de que este conflicto ocurra al día siguiente” estando despiertos y que “en las relaciones poco sanas, los sueños de infidelidad se asocian a la reducción de la sensación de amor e intimidad en los días que siguen” a esos sueños.
“Un estudio sobre mujeres divorciadas concluyó que las que seguían con sus vidas de un modo más saludable continuaban soñando con sus exparejas, pero sin responder de un modo negativo a sus sueños, sino presentando una respuesta emocional neutra cuando su ex aparecía en ellos”, argumenta.
“Esta indiferencia emocional resultaba liberadora y les permitía superar mejor el divorcio. Soñar con el ex no indicaba que las divorciadas desearan volver con él ni que lamentaran haberse divorciado. La clave para entender sus sueños era la emoción que suscitaban en ellas, más que su contenido”, concluye.
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