LA HISTÓRICA FECHA DEL 10 DE DICIEMBRE

Written by Libre Online

22 de diciembre de 2025

En días pasados se celebró, una vez más, la histórica fecha del 10 de diciembre. Especial ocasión para recordar que un día como ese, en 1948, la Organización de las de las Naciones Unidas (ONU) dejó plasmado, en valioso documento conocido como Declaración Universal de los Derechos del Hombre, los fundamentos básicos para una convivencia armónica entre los seres humanos. Desde entonces han transcurrido 77 años. Sin embargo, por la vigencia de los 30 artículos que la componen continúa siendo la piedra angular de las libertades fundamentales. Lamentablemente, en su afán por ejercer su dominio autoritario, una vez en el poder algunos gobernantes han hecho caso omiso a estos principios esenciales de libertad y justicia, traicionando a sus pueblos, y traicionándose a ellos mismos en su decencia y en su dignidad.

Coincidiendo con la fecha, el pasado 10 de diciembre, en Oslo, Noruega, otro gran acontecimiento aumentó los valores universales de justicia: El otorgamiento del Premio Nobel de la Paz, 2025, a la incansable luchadora María Corina Machado, fue un merecido reconocimiento a su tenaz lucha por los valores de la democracia y la libertad del pueblo venezolano.

Con hondo pesar, en nuestro continente aún existen regímenes totalitarios que oprimen ferozmente a sus pueblos. Son éstos los sistemas de gobierno impuestos por farsantes caudillos, como son los casos de Venezuela, Nicaragua y nuestra Cuba, que se caracteriza por ser la más longeva y represiva de las tiranías de nuestro hemisferio. 

Fue nuestro país una nación que, en enero de 1959, al triunfo de la revolución liderada por Fidel Castro, se encontraba, a pesar de las afectaciones derivadas de gobiernos anteriores, que no fueron ejemplo de honradez, se encontraba entre los países de América Latina con los índices más altos de progreso y con una admirable estabilidad económica y social. 

Hoy, a pocos días de arribar a las 7 décadas de la imposición de la feroz tiranía comunista, nuestro país se encuentra en el pozo de la desesperanza y en la más espantosa miseria. Lamentablemente, este es el caso de Cuba, donde desde hace casi 70 años entre otros derechos hemos perdido el de la libertad de opinión y de expresión, recogidos en el artículo 19 del documento de la ONU, citado en el párrafo anterior, que incluye también el derecho a no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión. Y se ha perdido el derecho a circular libremente, a entrar y salir del país, sin que para conseguir ese propósito la persona interesada tenga que someterse a la voluntad caprichosa de las autoridades gobernantes; el de la libertad de reunión y de asociación pacíficas; el derecho a no ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado; el de no ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. Se ha perdido el derecho a la libre elección de un empleo, al disfrute de condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo.

Ante esta situación de violaciones sistemáticas a los derechos de la persona humana, lo cual constituye a un mismo tiempo, por ser Cuba miembro de la Organización de las Naciones Unidas, violaciones al derecho internacional, muchos de los que ansiamos la libertad de nuestros respectivos pueblos, veríamos con agrado que, en un esfuerzo común, instituciones religiosas, humanitarias y gobernantes democráticos de todo el mundo emplazaran enérgicamente a estos gobiernos de opresión para que, sin pérdida de tiempo, dieran inicio a una apertura política, económica y social con todas las garantías, comenzando con la excarcelación inmediata e incondicional de la totalidad de los presos políticos. Y se convoque a un proceso de elecciones libres, pluripartidista, con participación de todos los cubanos de dentro y fuera del país, supervisado por especialistas de organismos internacionales.

La libertad es derecho de todos. Y es obligación de todos contribuir para que ese derecho no sea violado. Durante su visita a la Isla caribeña el Santo Padre Juan Pablo II proclamó: “Que Cuba se abra al mundo, y que el mundo se abra a Cuba”. Fueron estas palabras ignoradas por la tiranía castrista. No es difícil entender que no hay otra alternativa que continuar la lucha. Sí hay que seguir luchando, con todos los medios disponibles. ¡Y hacerlo con coraje y con urgencia, en un esfuerzo generalizado por conseguir que se descorran los cerrojos del autoritarismo y de la opresión, de modo que a quienes disponen de todos los recursos para propiciar una salida sin violencia, no les quede otra opción que aceptar soluciones adecuadas; soluciones amplias y sensatas en beneficio de nuestro pueblo. Sólo después de que cese la humillación a la persona humana, la explotación despiadada y sin escrúpulos y se abran de par en par las puertas de la libertad, del derecho y de la justicia, y la nación cubana haya logrado salirse del inmovilismo político y del asfixiante clima de enajenaciones que durante tantos años ha convertido a la Patria de José Martí en uno de los países más desdichados de América Latina, habrá razón para que los cubanos podamos sentirnos felices y orgullosos de nuestro destino.

Hay que apretar el puño de la dignidad. Golpear con la fuerza del derecho y la razón, en gesto libertador, de manera que la impostergable transición hacia la democracia pueda llevarse a cabo, de ser posible por medios pacíficos. De lo contrario, no habrá otra alternativa que una aleccionadora revuelta popular, que ponga fin a la tiranía y devuelva a Venezuela, Nicaragua y a Cuba la estabilidad, el progreso y la paz. Es hora de que se ponga fin a tanto sufrimiento impuesto por inescrupulosos gobernantes.

Ernesto Díaz Rodríguez 

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