Los tres mosqueteros del béisbol cubano

2 de diciembre de 2025

Por José “Chamby” Campos

“En Cuba le das una patada a una piedra y sale un pelotero”. Ese es un dicho que constantemente escucho entre mis compatriotas. Aparte de sonar un poco arrogante, hay un gran chance que quien lo esté diciendo no conozca la verdadera historia del béisbol cubano.

Es fácil atribuir todo el logro al atleta, pero lo que en un tiempo fue la pasión cubana y en la actualidad es una demacrada sombra, lleva mucha más explicación.

Lo que nunca se comenta, casi siempre por ignorancia, es la historia de como ese deportista llegó a ser la estrella que fue. Para eso hay que visitar la visión de hombres que fueron instrumentales en la creación de la plataforma que elevó la pelota cubana a un plano de superioridad solamente alcanzada por Las Grandes Ligas. Inclusive esa faena es superior a la de los actuales dueños de equipos en las diferentes ligas de invierno en el Caribe.

Para comenzar tenemos de que la primera fase de un pelotero en Cuba eran las competencias juveniles, de ahí pasaban a las ligas amateurs y finalmente los mejores saltaban al profesionalismo el cual tenía todo el respeto de Las Grandes Ligas.

Si bien cierto es, que el talento criollo ha existido desde los inicios del deporte, para que esos jugadores se desarrollaran y promovieran se necesitó de individuos a los cuales no se les da el crédito que se merecen.

La lista de los contribuyentes que ayudaron a encontrar, desarrollar, crecer y promover a los jugadores es interminable. Sin embargo, después de haber estudiado a todas esas grandes figuras, hay tres nombres que considero los más importantes. No quiero menospreciar a ninguno de los otros eruditos, pero para mí Abel Linares, Merito Acosta y Bobby Maduro son los “tres Villalobos de la pelota cubana”. 

Abel Linares

Linares nació para el béisbol. Primero como jugador y mánager y luego más tarde como dueño y promotor.

Cuando el deporte comenzaba a crecer en la isla, su visión lo llevó a ser el hombre más importante. A falta de ligas organizadas, fue el motor impulsador de las famosas giras beisboleras por el interior del país y después las extendió a EE.UU.; abriéndole puertas a los jugadores cubanos.

Su primera presentación en suelo norteamericano la hizo con el equipo “All Cubans” del cual fue mánager, dueño y representante del team. Nunca antes el talento cubano había sido expuesto al público norteño. 

Más adelante fundó el “Cuban Stars (West) que tuvo la distinción de ser el primer club cubano en participar en las Ligas Negras en lo que se puede catalogar como la primera integración racial en el beisbol de EE.UU.

En su tierra natal fue dueño del emblemático Almendares y se le puede catalogar como la persona que popularizó la liga invernal, “El Champion”; a través de sus esfuerzos para obtener los derechos a jugar en el famoso parque Almendares el cual albergaba ligas de balompié.

Su calidad de promotor se comprobó cuando llevó equipos de Grandes Ligas para que se enfrentaran a novenas locales. Su contratación más importante fue cuando presentó a Babe Ruth en La Habana.

Al momento de su fallecimiento en el año 1930 era propietario de los equipos Almendares y Habana. Su viuda los mantuvo activo hasta la década de los 40’s cuando decidió venderlos.

Baldomero “Merito” Acosta

En la campaña 1922-1923 después de haber estado asistiendo en La Liga Invernal Cubana entra en escena el antiguo miembro de las Grandes Ligas como timonel del recién fundado club Marianao. Su debut fue por la puerta grande terminando ese campeonato en primer lugar.

Su pasión de demostrarle al mundo la calidad del pelotero cubano, lo llevó a que continuadamente organizara encuentros de exhibición entre novenas norteamericanas y selecciones criollas. 

Uno de sus mayores logros fue cuando convenció a los dueños de equipos de Grandes Ligas y al comisionado Happy Chandler para que le autorizaran un equipo integrado por peloteros cubanos en su casi totalidad, a que participaran como conjunto de liga menor. Por primera vez la más grande de las Antillas entró en el Béisbol Organizado norteamericano con el club llamado “Havana Cubans” en la Liga Internacional de La Florida.

Para su satisfacción, la selección integrada por peloteros escogidos por él se coronaron campeones durante cinco contiendas en que participaron y una gran cantidad de sus miembros llegaron a la gran carpa.

Roberto “Bobby” Maduro

El tercer miembro del trio es sinónimo de béisbol. Un hombre que creó el equipo que escribió el capítulo más hermoso de la pelota cubana. Desafortunadamente ese instante de gloria llegó en el momento más horrible de la historia de nuestro país cuando los comunistas acabaron con todo lo bueno y bonito.

De Maduro se han escrito cientos de artículos y con razón; ya que al igual que los dos genios anteriores su visión y pasión por el béisbol cubano lo consolidaron como el segundo mejor del planeta.

Cuando le compró el equipo a Merito le cambió el nombre para algo más representativo del orgullo nacional, la azúcar. Los nombró los “Havana Sugar Kings” y los fue subiendo de categorías hasta llegar a la Triple A, como sucursal de los Rojos de Cincinnati, donde le entregó a Cuba el título de campeón mundial de la pequeña Serie Mundial. 

Su grandeza fue más allá de ese anillo ya que abrió academias para niños, Los Cubanitos”, creó bases en el interior del país para promover interés en el club, firmó peloteros de áreas casi desconocidas y finalmente junto a su socio de negocios, Miguel Suarez, construyó la pieza arquitectónica más importante del deporte; El Gran Estadio de La Habana.

Si Linares fue el arquitecto de nuestro beisbol y Merito el vendedor, Bobby fue el jefe de la empresa. 

Después de las titánicas obras de los dos primeros, el último demostró que la isla merecía una franquicia y de ahí el famoso slogan “Un paso más y llegamos”.

No se puede dejar de mencionar a individuos como Monchi De Arcos, Tinti Molina, Miguel Ángel González, Emilio De Armas, Ciso Camejo, Alfredo Pequeño, Julio Blanco y muchos más que formaron parte de llevar a la realidad aquel sueño llamado béisbol.

El legendario pasatiempo nacional es mundialmente reconocido por los nombres de Miñoso, Torriente, Pascual, Dihígo, Oliva, Tiant, y cientos más, pero sin aquellos empresarios enamorados de las bolas y los strikes no hubiera sido posible.

Athos, Porthos y Aramis son caracteres de una obra literaria inmortal. Linares, Merito y Bobby fueron, son y serán las grandes figuras de la creación de la pelota cubana.

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