Por José “Chamby” Campos
A principio del siglo pasado varias franquicias ayudaron al crecimiento del béisbol de Las Grandes Ligas. Los Atléticos de Filadelfia, Los Piratas de Pittsburgh, Los Gigantes de Nueva York y Las Medias Rojas de Boston era dueños y señores del deporte hasta que el propietario de los últimos decidió enviar a un lanzador de nombre Babe Ruth a Los Yanquis de Nueva York. Ese cambio, en los anales de la pelota se ha comentado en millones de instancias como el paso clave de que los inquilinos del Bronx se convirtieran en la nueva cara del pasatiempo nacional, pero más importante, fueran la imagen del pueblo americano por años a venir.
A través del siglo pasado Los Yanquis de Nueva York ganaron 24 títulos mundiales participando en 36 Series Mundiales. Su nombre fue sinónimo de triunfo y orgullo norteamericano.
Estrellas como Babe Ruth, Lou Gehrig, Joe Dugan y Tony Lazzeri fueron instrumentales en los años de la Gran Depresión. Sus hazañas cada noche le daban al pueblo un aliento que se convertía en esperanza necesaria.
Durante la Segunda Guerra Mundial, de nuevo Los Bombarderos del Bronx fueron la cara de la supremacía. Nueva York era el epicentro del universo y contaban con Joe DiMaggio, Bill Dickey, Joe Gordon y Charlie “King Kong” Keller como las figuras estelares.
¿Quién podía dudar del poderío de EE.UU. en la batalla si los Yanquis eran invencibles?
Más tarde llegarían Mickey Mantle, Whitey Ford, Phil Rizzuto y el héroe de guerra Yogi Berra. La prosperidad de los años 50 no podía estar mejor representada que por Los Mulos de Manhattan.
Después de un largo período donde no fueron relevantes y una necesidad de venta de equipo a un individuo que nunca había estado envuelto en el béisbol y provenía de Cleveland, comenzaron a renacer. En solo dos años más tarde regresaron al escenario de Las Series Mundiales en tres temporadas consecutivas coronándose dos veces.
Los protagonistas de esta versión yanquista fueron Thurman Munson, Ron Guidry, Reggie Jackson, Bucky Dent y Rick Gossage. La pelota volvía a florecer, habían regresado los Yanquis.
Al final de los 90 huelgas, paro laboral, escándalos de drogas y esteroides en el plano beisbolero, mientras que guerras en el Medio Oriente volvieron a traer al país una nueva nube de tragedia y pesimismo.
Una vez más los muchachos de las franelas de rayas sentían la responsabilidad de ayudar a la moral de la patria. Para ese tiempo bajo el ojo del ex short stop Gene Michael, quien era el Gerente General, las canteras de la organización produjeron a los peloteros Derek Jeter, Mariano Rivera, Jorge Posada, Andy Pettitte y Bernie Williams. Estos ayudados con las adquisiciones magistrales de Paul O’Neill, Tino Martínez, Roger Clements y otros más, volvieron a traerle glorias a la ciudad de los rascacielos.
Nada más evidente que el patriotismo que se vivió la noche de octubre 30 del 2001 cuando el expresidente George Bush Jr. tiró la primera bola en el tercer juego de la Serie Mundial a solamente 49 días de la tragedia de Las Torres Gemelas.
Esa cosecha creada por Michael fue responsable de la última dinastía en Las Grandes Ligas. Participaron en siete Series Mundiales y se coronaron cinco veces, tres de ellas consecutivas.
Desafortunadamente, en especial para nosotros los seguidores de los Yanquis, todo terminó en el 2009 con el banderín número 27.
De esa fecha a la actualidad, a pesar de contar con el gigante jardinero Aaron Judge que es un Super Estrella al nivel de las vacas sagradas anteriormente mencionadas, solamente han participado en el Clásico de Octubre de la temporada 2024 con una actuación que dejó mucho que desear.
Del mismo modo que llevaron la vanguardia del país en todo lo positivo y alegre; vemos que ahora sus líderes, su propietario Hal Steinbrenner y su gerente general Brian Cashman, están contentos en ser parte de la mediocridad que ataca nuestro suelo.
Ya los del Bronx no mandan, su estatuto ha sido relegado a bueno. La excelencia se acabó y en el celeste los “Padres Fundadores” se preguntan si podrán, como el Ave Fénix resurgir de sus cenizas.
0 comentarios