Por Luis de la Paz
La historia de la vida cultural cubana bajo el castrismo no se puede escribir sin recordar el tristemente célebre “Caso Padilla”, aquel vergonzoso episodio de censura, persecución, acoso y cárcel al que fue sometido el poeta Heberto Padilla (1932-2000) y también su esposa, la poeta Belkis Cuza Malé (Guantánamo, 1942).
Conversar con ella es aproximarse también a su poesía, a sus textos narrativos, a la histórica revista Linden Lane Magazine, fundada en 1982 en New Jersey por ella y Padilla, y que ha convertido a esa publicación en la revista literaria de mayor vida fuera de Cuba. Lleva publicándose 43 años, sin apenas recursos económicos, sorteando los avances tecnológicos, que si bien aportan beneficios, requieren de aprendizaje y de invertir en nuevos programas de diseño.
Belkis es uno de los símbolos de la trayectoria y lucha del cubano bajo el castrismo. Es una mujer vibrante, intensa, emotiva, y además, con 83 años, continúa escribiendo, pintando y como ella misma señala: “soy una poeta y escritora, que pinta. Y no dejaría de hacer lo que hago. Soy una persona constante, soñadora, con una visión romántica de la vida, llena de ilusiones y sueños”. Muchos de sus sueños, se han hecho realidad.
—Tienes el propósito de fundar la Casa Museo Heberto Padilla y Belkis Cuza Malé. ¿Cuál es el objetivo del Museo?
La idea no es crear un museo, sino una casa museo, algo diferente en esencia. No se trata de conservar los archivos y la colección de arte como si fueran piezas petrificadas de la vida de dos escritores. Al contrario, trato de que lo que ha estado y formado parte del hogar de dos seres dedicados toda su vida a escribir, al paso de los años sigan estando más vivos que nunca. Como la casa que vibra al compás de la vida diaria, intentando mostrar quiénes son y seguirán siendo sus dueños. Una casa museo llena de vida espiritual y de amor por lo eterno. Extrañamente, un día le oí decir a Heberto “yo no vivo en un museo”, sin que yo le hubiera comentado entonces sobre mi idea de conservar nuestros archivos y pertenencias en una especie de museo. Al contrario, él nunca se interesó en guardar nada.
—¿De qué manera el público podría ayudar a fortalecer el proyecto?
Muchos se sorprenderán con la idea, tratándose de un ser tan peculiar como Heberto Padilla, cuya historia política y las opiniones dentro y fuera del exilio han causado controversia desde los años setenta. Otros admirarán su obra poética, pero muchos se sorprenderán de la idea. El exilio no está acostumbrado, creo yo, a honrar a poetas, y escritores. Y menos a un personaje tan polémico como Heberto. Pero en general creo que son muchos los interesados ya, y quizás decidan ayudar, o bien dando su opinión en la prensa, o dispuestos más adelante a tener una idea más positiva sobre la figura del gran poeta Heberto Padilla.
—La revista Linden Lane Magazine es una publicación histórica, que has mantenido contra todos los contratiempos inimaginables. ¿Qué ha representado LLM y su constancia para ti?
Creo que como muchas cosas en mi vida, LLM ha sido obra de Dios, motivándome a que yo emprendiera una tarea de esa naturaleza, apenas a tres años de llegar yo a este país. En Cuba trabajé en La Gaceta de Cuba, órgano de la Unión de Escritores (UNEAC), pero mi labor allí durante diez años fue como escritora, y correctora de pruebas, y no en la parte gráfica de la revista. De modo que no tenía mucha experiencia como diseñadora, pero aunque no lo crean, fue Heberto quien dirigió mis pasos en esa primera etapa y quien escogió la letra para el título, aunque el nombre del magazine fue idea mía, pues me gustó el de la calle donde vivíamos. Al principio contratamos a una agencia de diseño, pero como ellos no tenían la letra escogida para el título la encargaron a otra agencia en la ciudad de New York y hasta allá fue él a recoger el diseño. Comenzamos imprimiéndola donde se hacía el periódico de Princeton, pero cambiamos luego a una de vietnamitas en New York que era mucho más barata. Linden Lane Magazine era un tabloide en blanco y negro hasta el 2009, en que se convirtió en una revista a todo color, que hasta ahora se publica en California.
—Fuiste testigo y víctima del Caso Padilla, del que se ha hablado, escrito y opinado desde casi todas sus aristas posibles, incluida tú, con el libro La buena memoria: la verdad sobre “El Caso Padilla” (2023). Al ser tu libro un testimonio ¿cómo te gustaría que se leyera e interpretara el libro ante las tantas valoraciones que existen?
Soy una amante de las biografías y la historia. Por eso he escrito biografías sobre Gertrudis Gómez de Avellaneda, Juana Borrero, la cantante Selena y Elvis Presley. En todos esos libros el lector encontrará datos e información que no se conocían. Y eso me apasiona. Lo he hecho no para encontrar defectos o información malsana sobre esos personajes. No, nunca escribo sobre gente que no amo, y en ocasiones he tenido revelaciones espirituales sobre ellos mientras escribía. Hasta mí han llegado esos informes sin que yo los hubiera solicitado. Han sido profecías increíbles. La buena memoria es un libro real de principio a fin, sin mentiras. Cuento lo que viví y padecí, cosas que solo puedes conocer de “el caso Padilla”, leyendo mi libro, pues fui testigo de todo eso y más. Es un libro para todo el que desee conocer la verdad, incluso sobre la muerte de Heberto,
—El tiempo a veces ayuda a tener una mirada más clara sobre el pasado. ¿No crees que Padilla actuó demasiado confiado en que nada pasaría enviando Fuera del juego al concurso UNEAC, y que luego no supo cómo afrontar las consecuencias?
No, a Heberto no le importaba la fama, solo quería escribir sobre lo que veía y como escritor necesitaba denunciar, cosa que hacía de un modo natural, y hermoso. Todos sus poemas son un reflejo de la vida de la Cuba castrista, y con un lenguaje único. Cuando la Seguridad del Estado gritaba “Telegrama” desde el otro lado de la puerta de nuestro apartamento de la Calle O, Heberto, todavía en cama, me decía “que tumben la puerta, no abras”, pero yo llena de miedo fui y abrí. No era un cobarde, como algunos han querido calificarlo. Era sarcástico y no le importaba hacer chistes sobre los dirigentes, ni sobre los espías que nos visitaban para informar luego a la policía. Espero que la Casa Museo ayude a conocer mejor la verdadera personalidad de Heberto.
—Como escritora has destacado como poeta. Háblanos un poco de tu poesía y me gustaría saber si la sigues escribiendo.
Comencé a escribir una novela a los 9 años, con una máquina de escribir que había traído mi padre. Por supuesto no avancé, pues apenas si podía teclear. Luego, ya como a los quince años, comencé a escribir poesía, y tras terminar el Bachillerato y entrar en la Universidad de Oriente completé mi primer libro de poemas, que titulé El viento en la pared. Tuve la suerte de que estuviera dando clases allí el escritor mexicano Eraclio Cepeda, que se interesó en mis poemas y enseguida hizo gestiones en el Departamento Cultural para lograr que la universidad publicara mi libro, con una ilustración del pintor mexicano Carlos Jurado, también trabajando en la universidad por ese tiempo.
Luego, con apenas 20 años, envié mi segundo libro al premio de poesía de la Casa de las Américas y quedé finalista del premio, junto a nada menos que a Heberto Padilla. Él con su libro El justo tiempo humano. Allí ese día conocí a Heberto, y a otros. Yo había viajado a La Habana con mi abuelo catalán para participar en la entrega de los premios. Entre los que conocí allí estaba el famoso escritor argentino Ezequiel Martínez Estrada, quien en larga conversación conmigo, me habló del origen del nombre Belkis, y de la historia de la Reina de Saba. Luego volví a quedar finalista en el Premio Casa de poesía con mi libro Cartas a Ana Frank, y después con Juego de damas, cuyo ganador fue el salvadoreño Roque Dalton, amigo de Heberto.
Considero que el poeta no debe excederse y escribir demasiados libros, y que los poemas deben madurarse y permanecer inéditos hasta que sea el tiempo de publicarlos. Sí, continúo escribiendo y tengo un nuevo libro esperando su momento. Lo he titulado Los Salmos de la Reina de Saba. Pero por el momento no deseo publicarlo. Yo trabajo intensamente con la edición y diseño de LLM y eso me toma tiempo. Pero es algo que amo. También pinto mucho, flores, pero casi no lo he hecho este año.
—¿Cómo crees que hubiera sido tu vida de no haberse establecido una dictadura comunista en Cuba?
Hubiera sido la misma persona que soy hoy: una poeta y escritora, que pinta. Y no dejaría de hacer lo que hago. Soy una persona constante, soñadora, con una visión romántica de la vida, llena de ilusiones y sueños, como el de nuestra Casa Museo. Una cristiana, con el don de la profecía, que mucho agradezco a Dios, porque con Él todo es posible.
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