Años Críticos: del camino de la acción al camino del entendimiento

Written by Enrique Ros

7 de octubre de 2025

El camino de los campamentos (II)

Comienzan a incorporarse jóvenes que habían participado en los teams de infiltración y en operaciones comando en la etapa anterior y posterior al desembarco de Girón y algunos que habían sido hecho prisioneros en la invasión. Se une Carlos Hernández (Batea) que se incorpora al grupo comandado por Pedro Acebo. Está allá, también, como jefe del team #2, Pedro Tamayo, que había estado en Girón pero que no cayó preso. Como artillero se encontraban ya Pedrito Blanco y Generoso Bringas. También Ramón Orozco.

Están Tony Iglesias y Pedro Arosamena. Funcionan allí, en las duras labores de preparación de los campamentos, Ernestino Abreu y Erelio Peña. A cargo de las comunicaciones están Félix I. Rodríguez y, como su segundo, Jorge Giraud. Reboredo asiste a Ernestino Abreu. En la construcción de las casas se encuentra Roberto (Bobby) Fuentes. Activos están también Mario Delgado (el Chino); Eulogio Reyes (el Negro Papo), que era el que manejaba la planta eléctrica en las bases de Costa Rica; Javier Otero, telegrafista; Alfredo Rodríguez Santana (hermano de Carlay), radiooperador; Tony Izquierdo, Roberto Manso.

Por supuesto, Jorge Navarro (el Puma). En las bases están Elpidio Delgado Soto y Nilo Ruiz Alonso Morejón. Este último en la Base de Monkey Point. Delgado Soto en Sarapiquí. También el mexicano Chávez (Ricardo); Edgar Sopo, que viaja con frecuencia.

No podía faltar un infiltrado, Gabriel Albuerne quien utilizó sus conocimientos de electricidad para dañar los generadores de las embarcaciones. Descubierto, es detenido por un tiempo en los campamentos y luego entregado al gobierno de Nicaragua (detenido allí; logró escapar durante el terremoto de Managua en 1972. Refugiado en la Embajada de Chile regresó a Cuba donde, según apunta Félix I. Rodríguez en su libro “Guerrero de las Sombras”, se incorporó a la DGI).

Como ingeniero actúa Papo Reyes

En Costa Rica no sólo funcionan los campamentos. También se edita, con cierta regularidad, la revista “Tridente” en cuya redacción participan Alberto Varela, Roberto Fernández y Mayito Tápanes; así como Adelfa Casteli. Están allí también, Macho Morera y Pepe Iglesias.

Todo estaba preparado para iniciar la guerra de guerrilla naval laboriosamente planificada. Sólo faltaban las armas.

SE COMPRAN LAS ARMAS

Transforman a Monkey Point de una selva inhóspita en un lugar donde se podía vivir. Para ir a Monkey Point tenían que volar a Bluff. Con el objetivo de avituallar los campamentos se decide la compra de armas. Artime confecciona una lista (morteros pesados, minas, C4, C3, ametralladoras de distintos tipos, rifles…) con el asesoramiento de Cari James, hombre de la Agencia que había trabajado con los cubanos en los campamentos de Guatemala. Se selecciona a Manolín Hernández para realizar en Europa la compra. Viaja con el Jefe de Seguridad de Costa Rica en el gobierno de Orlich porque las armas se comprarían como destinadas al gobierno tico. Se le compraban a una entidad denominada Interarm Co., controlada por intereses de países capitalistas del mundo. Interarm tenía su sede en Montecario “por razones de impuestos”; muy probablemente por ser un territorio neutral, un principado, no sometido a la influencia de otro gobierno. Las armas no estaban allí; estaban en Alemania. Allá fueron.

Una transferencia bancaria nutría de fondos la cuenta de la organización de Artime.

La firma Interarm les aclara que aunque las armas estaban en perfectas condiciones no eran nuevas. Ellos las compraban al terminar, sobre todo en África, una lucha civil en la que la parte vencida entregaba todas sus armas que eran adquiridas por esa empresa. La orden pesaba cerca de 200 toneladas. Una conveniente transferencia bancaria situó los fondos. La operación quedaba cerrada. Faltaba sólo el transporte del armamento.

Como están yendo a Venezuela muchas patanas para llevar equipos de la Corporación de Pozos de Petróleo, se contrata al capitán de una de estas barcazas, para, sin conocer en lo que consiste el cargamento, deje la patana en altamar en un punto determinado, a tantos grados de latitud y más cuantos de longitud. Así se hace y Rolando Cabezas, del MRR de Costa Rica, toma un pequeño avión y localiza la barcaza.

Se remolca la patana hasta Tortuguero. Al pretender pasarla por el Caño de la Suerte, en la afluencia de los dos ríos, se encalla la barcaza y se hace necesario descargarla en aquel punto para que, librada del peso de las casi doscientas toneladas de armas, la barcaza pudiera atravesar el bajío formado en la desembocadura del río. Luego, vuelve a cargarse la patana y ésta marcha hacia la base.

Este incidente creó una imprevista fricción con el Presidente Orlich por el daño político que podía haber sufrido el mandatario costarricense si era detectado este trasiego de armas. Prevaleció el poder persuasivo de Manolo Artime y las buenas relaciones con aliados poderosos con cuyo respaldo se contaba.

Además de las dos lanchas Swifts rápidas se cuenta, también, con el Joanne, el barco madre capitaneado por el Capitán Munné y, luego, por René Cando quien recientemente en enero de 1964, había conocido a Artime en una reunión con varios amigos comunes: Félix I. Rodríguez, el Gallego Sanz , Jim García, y Manolín Gutiérrez. En aquella reunión Cando por su amplia experiencia, fue designado jefe de Operaciones Navales y Capitán del Santa María, que se encontraba, en aquella etapa, permanentemente fondeado al sur de Bluefields y servía como base del “Estado Mayor”.

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