En olor de lluvia

Written by José A. Albertini

23 de septiembre de 2025

Capítulo III

Por J. A. Albertini, especial para LIBRE

…Y allá, conciudadanos, repitió Candelario Candela y volvió a señalar rumbo a la iglesia, se refugia parte del atraso que nos ha mantenido en la inmovilidad social. Marchemos, desbrozando caminos, sin mirar atrás, hacia el futuro de bienestar social que aguarda por nosotros, pero, para que el éxito corone la empresa, que hoy iniciamos, el porvenir demanda fe, esperanza y confianza en la persona que escojamos para aglutinarnos en una sola voz. Voz guía que unificará pensamientos palabra y acción bajo su indiscutible sabiduría. Y digo guía indiscutible porque en votación directa y democrática que en breve se realizará, ustedes, nosotros; todos juntos, alzando la mano derecha, designaremos al líder en el que depositaremos confianza absoluta. Él encabezará la marcha irreversible que nos llevará a concretar, en realidad palpable, el escurridizo horizonte…

El monaguillo Carmelo Carmenate, uno más en la multitud, tembló de miedo al escuchar la arenga. Desde chico, durante los años de enseñanza primaria, Candelario Candela, aprovechando su débil constitución física lo sometió a sistemático acoso escolar. No pocas veces fue golpeado y denigrado de palabra. Cuando Carmelo, de acuerdo con sus creencias religiosas, accedió a cooperar en las misas Candelario se burló del joven y le colgó el apodo de Pichón de Cura.

Por esa razón, en el momento del discurso en que Candelario Candela mencionó y señaló para la Iglesia de la Pastora, Carmelo Carmenate se sobrecogió. Sabía, mejor que nadie, los apetitos crueles y revanchistas que movían a Candelario. Nunca dudó desde el instante del incidente con el cura Palomino Palomo, fuga del templo y desaparición del pueblo que, en fecha futura e indeterminada, pero segura, Candelario Candela regresaría, en busca de desquite.

Testigo mudo fue de la vergüenza y arrepentimiento sincero que el cura sintió, de inmediato, después de increpar y haber abofeteado el rostro de Candelario Candela. También, testigo fue del responso que le indilgó el párroco Casto Castor al cura Palomo. Y también, testigo fue de los días de penitencia y ayunos que el pecador se autoimpuso por haber caído en iras inapropiadas de un siervo de Dios.

El monaguillo Carmelo Carmenate temiendo, anticipadamente, que el mitin de Candelario Candela desembocara en una peligrosa exhortación de violencia contra la iglesia y los sacerdotes, con discreción se apartó de la muchedumbre y se dirigió al templo.

Llegó a la casa parroquial, adosada a la derecha del templo. Con fuerza nerviosa, repetidas veces, descargó el aldabón de bronce contra la puerta de madera.

La voz de Palomino Palomo, desde el interior, respondió.

—Ya voy, ya voy… ¡suave, suave que va a tumbar la puerta…!

***

…Si no corregimos, de una vez y para siempre, los abusos e injusticias que, desde la lejana fundación de la Villa, viernes 15 de julio de 1689, hemos padecido, a manos de poderes voraces y explotadores del sudor y trabajo ajeno, valiéndose de palabrerías huecas y atemorizantes, invocando leyes humanas y poderes divinos, jamás, ¡escuchen bien jamás! podremos convertir el horizonte en realidad palpable… La voz de Candelario Candela, recogida por los micrófonos de la emisora radial CMHW y diseminadas por bocinas estratégicamente situadas era audible en todo el pueblo.

—¿Qué pasa Carmelo…? ¿Acaso quieres tumbar la puerta? -Palomino Palomo exclamó. No obstante, al ver el rostro demudado del joven dijo-. ¿Por qué esa cara de susto…?

—Candelario ha regresado al pueblo acompañado por unos forasteros armados. ¿No ha escuchado algo de lo que está diciendo….?

—Gracias a Dios ha vuelto y me alegro. Pero pasa, no sigas parado afuera con esa cara de yo no fui -bromeó el cura.

Temas similares…

ROBERTO CAZORLA EL POETA

ROBERTO CAZORLA EL POETA

Por Luis de la Paz. Exclusivo para LIBRE Ha fallecido el poeta, narrador, periodista y actor Roberto Cazorla...

0 comentarios

Enviar un comentario