Kuquine, la Grulla y Batista

Written by Alvaro Alvarez

9 de septiembre de 2025

Por: Álvaro J. Álvarez

Fulgencio Batista (1901-1973) compró la finca Kuquine, situada en el Wajay, cercana a Rancho Boyeros en los primeros años la década de 1940 siendo presidente de la República (1940-1944).

La finca, de unas 228 hectáreas (17 caballerías), fue utilizada como residencia campestre y criadero de caballos de paso fino, mandó traer ejemplares de Puerto Rico y de EE.UU. para criar y mejorar la raza porque él era aficionado a la hípica y con el tiempo se convirtió en símbolo de su fortuna personal. Además, tenía ganado vacuno para la producción de leche, pastos de primera calidad y frutos menores de todos los tipos.

Aunque su mansión principal estaba en Kohly (El Vedado), Kuquine fue un retiro privado donde organizaba recepciones y reuniones políticas en círculos reducidos. Kuquine representaba la riqueza y el estilo de vida de Batista y se convirtió en un punto de referencia cuando se hablaba de su fortuna.

Para llegar desde La Habana, se tomaba la Calzada de Bejucal / Carretera Central hacia Arroyo Naranjo y se enlazaba con la Autopista Novia del Mediodía, la entrada a la finca quedaba por los ramales hacia Guatao / San Pedro/Punta Brava, dentro de ese triángulo.

Elisa Godínez Gómez, nació el 2 de diciembre de 1904 en una pequeña finca en el pueblo de Vereda Nueva. En 1926 se casó con Fulgencio Batista, quien compartía su origen humilde. Tuvieron un hijo, Fulgencio Rubén “Papo” (1933-2007) y dos hijas, Mirta Caridad (1927-2010) y Elisa Aleida en 1937.

Luego del divorcio con Batista se casó con su segundo marido, Máximo Rodríguez y en 1959 emigraron para establecerse en Miami, Rodríguez murió en 1962 y Godínez residió en Miami hasta su muerte el 19 de junio de 1993, a los 88 años. Su nieto el hijo de Elisa Aleida, el abogado Raoul G. Cantero III, fue juez de la Corte Suprema de Florida de 2002 a 2008. 

Estoy casi seguro de que Elisa Godínez no conoció Kuquine porque esa finca fue algo exclusivo para Marta.

En 1943, mientras aún estaba casado, Batista conoció a Marta Fernández Miranda y poco a poco inició una relación extramatrimonial con ella. Elisa Godínez toleró las infidelidades de su esposo durante años, pero en octubre de 1945, Batista solicitó el divorcio, que según datos le costó a Batista 11 millones de pesos, por la división de bienes gananciales.

Marta en la intimidad, llamaba a Batista, Kuqui de ahí el nombre de Kuquine.

Jorge Luis (1942-2020), el primer hijo de Batista con Marta nació en Kuquine el 19 de agosto de 1942 y la boda del ya expresidente con Marta tuvo lugar el 28 de noviembre de 1945. 

Hay datos contradictorios porque algunos dicen que la boda fue en Kuquine y otros en Nueva York. Aunque yo creo que fue en Nueva York porque en abril de 1945 él estaba en Yankee Stadium y supuestamente ellos abandonaron Cuba luego del triunfo de Grau en octubre de 1944.

El segundo hijo fue Roberto (1947-2022) luego Carlos Manuel (1950-1969), Fulgencio José (1953) y Marta María en 1957.

Aparentemente están vivos Elisa Aleida (88 años), Fulgencio José (72 años) y Marta María (68).

Desde 1944 hasta 1952, Principio del formulario Batista y Marta se mudaron a EE.UU, hay fotos de abril de 1945 y luego el 31 diciembre en el Hotel Waldorf Astoria de Nueva York poco después de su matrimonio.

Inicialmente trataron de vivir en Palm Beach, Fl., pero fueron rechazados por la comunidad local. Posteriormente, se establecieron en Daytona Beach, donde adquirieron una casa por $82,500 en 129 North Halifax Avenue. La casa estaba ubicada frente al río Halifax, una zona tranquila que les permitió disfrutar de su afición por la pesca y escapar del protocolo político.

Desde 1944 hasta 1952, Batista vivió entre Nueva York, Daytona y República Dominicana, pero mantuvo a Kuquine como propiedad privada y criadero de caballos.

En Kuquine se gestó el golpe de Estado de 10 de marzo de 1952. De allí, con la escolta de cinco carros patrulleros de la Policía Nacional, mandados por el entonces primer teniente Rafael Salas Cañizares, salió para entrar en la Ciudad Militar de Columbia.

Luego del 10 de marzo de 1952 hasta el 31 de diciembre de 1958, tiempo de Batista en el poder, Kuquine se convirtió en su residencia campestre de confianza. Su finca se consolidó como criadero de caballos de paso fino y lugar de recepciones privadas y negociaciones políticas.

Al llegar a la finca Kuquine, traspasar el portón de entrada, caminar unos pocos metros, se encontraba un espejo de agua y el pequeño edificio donde radicó la capilla. Más alejada la casa de vivienda con sus tejas rojas y portales y terrazas con techos de maderas preciosas y columnas de caoba labradas. 

Tenía muchas ventanas con vitrales de colores y pisos de baldosas en blanco y negro.

Obra de los arquitectos Nicolás Arroyo y Gabriela Menéndez.

José Díaz, el mayordomo, declaró en enero de 1959 que la mansión no llegó a inaugurarse y que nunca se amuebló completa. 

La mansión también fue dotada de instalaciones para música indirecta y en la sala de música tenía un piano de cola pulido y brillante como un espejo. Además, una magnífica sala de proyecciones con triple fila de butacas de peluche, forradas de terciopelo rojo.

Un cuarto refrigerado donde se guardaban estolas y abrigos de pieles de Marta. La sala de estar estaba amueblada y decorada al estilo Luis XV.

La cocina disponía de una despensa que podía almacenar, se dice, productos alimenticios para un año. En la planta alta, todos los dormitorios contaban con baño privado. De todas ellas, la única con balcón era la habitación matrimonial.

Dos piscinas una grande y otra más pequeña para los niños. Muy cerca existían varias cabañas y un bar muy lujoso con antiguas campanas de ingenios cubanos y tinajones camagüeyanos.

Un cuadrilátero de boxeo, deporte al que Batista era fanático. En las perreras, varios ejemplares de caza y, entre otros cuadrúpedos, un caballo blanco que era su preferido. 

Mantenía como recuerdo un Ford Modelo T, posiblemente el mismo de sus días de sargento.

El llamado Patio de los Héroes se ubicaba entre las dos alas de la biblioteca, a la que se accedía desde el portal. Allí había estatuas de Martí, Bolívar, Máximo Gómez y Abraham Lincoln. Mientras que sobre una de las estanterías de la biblioteca sobresalían, entre otros, bustos de Ghandi, Churchill, Juana de Arco, Dante, Rommel y Stalin.

La imagen de una Grulla con la pata de palo se alzaba en los jardines y sobre un pedestal de honor. El inocente palmípedo, fue el símbolo de los batistianos. 

Una bien nutrida colección de libros, incluyendo poetas cubanos. En una vitrina de la biblioteca, conservaba las condecoraciones e insignias de sus días de jefe del Ejército (1933-39) entre ellas la Cruz de Honor de las Fuerzas Armadas, que tuvo siempre como la más significativa.

Un estante situado tras su escritorio y bajo una foto que lo mostraba en sus días de sargento, guardaba decenas de ejemplares del libro Un Sargento llamado Batista, de Edmond Chester y de otro, Batista y Cuba, de Ulpiano Vega Cobielles.

En su mesa de trabajo se destacaba un pisapapeles todo de metal brillante, en el que había una bota militar de espuela dorada y un portaplumas de oro macizo.

El salón de Conferencias Políticas estaba instalado en una de las alas de la flamante biblioteca de Kukine, constaba de cuatro mullidos butacones. Más al centro, una amplia mesa de caoba pulida y labrada, con doce sillas y banderitas de Cuba y Estados Unidos en un gran jarrón que les servía de base, una de las estanterías de la biblioteca estaba dedicada a Abraham Lincoln, del que había un busto. Ese era el rinconcito que siempre utilizaba cuando se reunía con algún norteamericano.

En un lugar de honor se mostraba un ejemplar de Vie Politique el Militaire de Napoleón, de A. V. Arnauit, edición de 1822, un estuche con el telescopio que usó el Emperador en su cautiverio de Santa Elena y dos pistolas que pertenecieron al vencedor de Austerlitz. 

Al lado un pequeño cuarto donde estaba una planta de radio y microonda que le servía a Batista para comunicarse y dar sus órdenes militares. 

Un pequeño espacio de la casa de Kuquine fue bautizado como el cuarto de los tesoros. Allí se guardaban objetos de plata y porcelana, relojes, cuchillería, vasijas y bandejas, estatuillas y objetos de arte valorados en más de $300,000. Y en un cuarto de desahogo, sepultadas por una montaña de libros viejos y empolvados, aparecieron en enero de 1959 cinco cajas de madera con 800 joyas valoradas en dos millones, y que, aseguró una de las sirvientas: “la Señora tenía como de menos valor porque las más valiosas las llevó hace mucho a Nueva York”. 

Batista, que casi siempre vestía de blanco, tenía un gran ropero con 36 trajes de trajes de dril 100 porque solía cambiarse de traje 3 veces al día, eso denota que fue mucho más aseado que Castro.

En 1951, Rafael Díaz-Balart, hermano de Mirta la esposa de Fidel Castro, lo llevó a visitar la finca Kuquine. Fueron aproximadamente dos horas, donde Fidel tanteó a Batista y le sugirió que leyera La Técnica del Golpe de Estado, de Curzio Malaparte.

Salió decepcionado del encuentro y le dijo a Díaz-Balart: “Mira, Rafael, ese hombre no va a dar un golpe de Estado, así que no me interesa unirme a ustedes. Voy a afiliarme al Partido Ortodoxo, que va a sacar más representantes que el PAU. Y, además, en un momento determinado, a Chibás se le puede dar un empujón o lo que sea, mientras que a Batista no”.

Agustín Alles Soberón, reportero estrella de la sección En Cuba de la Revista Bohemia fue el segundo periodista en subir a la Sierra Maestra, detrás Herbert Matthews, The New York Times y entrevistar a Castro. 

Batista daba una rueda de prensa en Kuquine. Alles se presentó en calidad de reportero de Bohemia y al entrar a la sala, Otto Meruelo, Beldarraín, vocero del régimen, le interpeló desde la tribuna a la diestra del general: “Pero qué bien, Agustín Alles, de la Sierra para Kuquine”.

Según Alles, Batista lo atajó al momento: “Otto, el Sr. Alles sólo ha estado haciendo su trabajo, él está en todo su derecho de ir a la Sierra y venir a Kuquine, que para eso es periodista”.

Tras el triunfo del castrismo, Meruelo cumplió 20 años de cárcel de una condena de 30 por un delito de opinión. ¡Batista perdonaba Fidel Castro NO!

En la noche del 9 de diciembre de 1958, William Pawley, amigo de Eisenhower, se reunió con Batista durante tres horas en Kuquine para ofrecerle la opción de irse a vivir a Daytona con su familia dejando un gobierno interino formado por: Pepín Bosch, Ramón Barquín, Enrique Borbonet, el general Martín Díaz Tamayo y Eulogio Cantillo. Pero Batista no aceptó creyendo era algo personal, porque a última hora a Pawley los comunistas del Cuarto Piso le prohibieron que le dijera a Batista que iba enviado por el presidente de EE.UU. 

El 17 de diciembre de 1958, el embajador Earl Smith fue a Kuquine y en la biblioteca le comunicó oficialmente a Batista que Washington le retiraba su apoyo. 

Batista comenzó a preparar su fuga el 22 de diciembre, cuando le preguntó a Tabernilla, cuántos puestos habría disponibles en los aviones “en caso de que tengamos que irnos”. “Tres aviones con 108 asientos”, respondió el coronel Carlos Tabernilla. Hicieron la lista de los que podrían ir y el coronel la guardó en el bolsillo.       

El 31 de diciembre, a las 5:00 pm, Batista llamó a Tabernilla desde Kuquine, para saber si el general Eulogio Cantillo había regresado ya de Oriente de su reunión con Fidel Castro. 

Luego y en la propia biblioteca de Kuquine, tuvo lugar la reunión del mandatario con Cantillo con el fin de ultimar la maniobra con la que se pretendió continuar el batistato sin Batista.

Desde Kuquine pasadas las 10 de la noche del miércoles 31 de diciembre de 1958 partió Batista hacia Columbia para nunca más regresar a su querida finca. 

Poco después de las 3 de la madrugada despegaron desde el aeropuerto militar de Columbia, un avión Douglas C-54 Skymaster con Batista, su familia cercana y algunos colaboradores, un Douglas C-46 Commando, que llevaba a otros miembros de su séquito y militares de confianza y un Avro Tudor británico, en el que salieron también allegados y figuras políticas, con rumbo a República Dominicana.

Según datos de los castristas en Kuquine quedaron 24 maletas repletas ¡nunca se supo por qué! 

El 30 de diciembre de 1958 cerca de las 8:00 pm, Roberto Batista y su hermano Carlos Manuel, de 11 y 9 años, aterrizaron en Nueva York. Los acompañaban sus padrinos de bautismo, Nena y Manolo Pérez Benitoa.

Batista nunca más pudo conseguir la Visa para poder entrar a los EE.UU, falleció en Marbella, Málaga el 6 de agosto de 1973 a los 72 años. Marta, su viuda murió en West Palm Beach el 2 de octubre de 2006 de 88 años.

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