Los ‘Doce Puntos’  de Vansittart (I)

Written by Libre Online

2 de septiembre de 2025

Por Lord Vansittart (1944)

“En su mensaje de Año Nuevo, Adolfo Hitler hizo alusión al “vansitartismo”: doctrina que responsabiliza al pueblo alemán y a sus dirigentes; nazis por la agresión. Su autor es Lord Vansittart, ex-subsecretario británico permanente de Asuntos Extranjeros. Al reconocer que sus doce puntos solos no son capaces de asegurar la paz, dice que sin ellos es imposible obtenerla. Y con esta aseveración, asegura que la nación alemana debe ser tratada con mano muy dura, después de la guerra, mediante un programa que desarrolla en el curso de este artículo.

Hay doce puntos en los que, todos por igual, debemos insistir. Por sí solos, no garantizarán la paz: pero sin ellos, la paz es imposible. Necesitan ser ampliados, pero constituyen la base mínima de la seguridad. Helos aquí:

1.-Rendición incondicional de Alemania y de los demás poderes del Eje o sus satélites.

2.-Ocupación efectiva de Alemania por un ejercito aliado, apoyado por una fuerza aérea, y establecimiento de un consejo inter-aliado de control mantenido hasta que los gobiernos que formen parte de él estimen que su existencia deja de ser necesaria.

3.-Arresto y juicio de las personas que se estimen responsables de crímenes de guerra, en los propios países donde estos fueron cometidos. Las naciones neutrales deben ser requeridas para que no den asilo en ellas a los criminales de guerra, fueren estos quienes fueran.

4.-Desmovilización y desarme completos de todas las fuerzas armadas alemanas, incluyendo la rendición de la Flota nazi y de las fuerzas de la Luftwaffe (Cuerpo de Aviación). Igual procedimiento debe seguirse con las demás naciones del Eje.

5.-Las fuerzas de policía alemanas deberán ser regionales, libres de todo control central y desmilitarizadas por completo.

6.-Abolición en Alemania de toda práctica o semi-práctica militar, en cualquier edad y bajo la forma que fuere, incluyendo la abolición de los cuerpos de oficiales y práctica de los mismos.

7.-Evacuación de todos los territorios invadidos por poderes del Eje.

8.-Restauración de, o compensación, por el pillaje, así como por las maquinarias y equipos trasladados o destruidos. También, restauración de o compensación por intereses comerciales e industriales adquiridos por la fuerza o incautados.

9.-Control efectivo, y cuando fuere necesario, eliminación de cualquier potencial de guerra alemán, incluyendo la aviación en todas sus formas.

10.-Impedir que se hagan empréstitos financieros o se preste cualquier clase de ayuda a Alemania o a cualquier otro de los poderes del Eje, sin autorización previa de las Naciones Aliadas.

11.-El profesorado y métodos escolares y universitarios deberán ser colocados bajo la supervisión inter-aliada hasta obtenerse la reeducación del pueblo alemán de acuerdo con los principios de buena voluntad internacional.

12.-La radio alemana y toda la propaganda, deberá ser colocada bajo supervisión inter-aliada, por todo el tiempo que fuere necesaria.

***

Es inútil, desde luego, preguntarnos cómo debemos tratar a Alemania si no conocemos a fondo ese país. El cuadro es difícil de describir. Lo intentaremos, sin embargo.

Las derechas alemanas son imposibles de redimir. Están compuestas de militaristas, “junkers” (hijos de nobles), y grandes industriales: una nube de individuos sin escrúpulos de clase alguna. Todos deben ser liquidados, como clase y como fuerza política, a la vez. No debe consentirse que Alemania conserve fuerza armada alguna, excepto fuerzas de policía localizadas.

En la postguerra deben prohibirse estrictamente todos los uniformes, así como la tenencia de armas de fuego. Como consecuencia de sus atrocidades en esta guerra -al igual que en la otra- los alemanes deshonraron para siempre esos uniformes. Esa es una de nuestras principales salvaguardias. Por lo que concierne a los otros dos soportes del militarismo: los “junkers” deben ser expropiados y sus propiedades subdivididas entre pequeños terratenientes. No hubo jamás, justificación económica para el absurdo y la podredumbre que significa la tenencia de las tierras alemanas por unos cuantos privilegiados del Destino. Todo esfuerzo realizado hasta ahora para desposeerles de la gran influencia que su posición les daba, ha llevado siempre a orgías de corrupción política que llegaron a su más alto punto bajo la república.

Los grandes industriales también deben ser expropiados. Sus negocios han de ser nacionalizados; pero eso será de utilidad solamente en el caso de que el ejército no lo sea. La única salvaguardia inicial será una supervisión inter-aliada: Ninguna de ambas clases debe recibir compensación o en todo caso, ésta no debe ser mayor que la necesaria para llevar una vida modesta. Si siguen siendo una clase adinerada, simplemente volverán a entrar en la política por la puerta trasera.

Las izquierdas alemanas son mejores, aunque no mucho mejores que las derechas. Las prefiero, aunque nadie debiera confiarse en ellas. Muchos socialistas alemanes han sido infectados por el militarismo. Hay muchos emigrantes activos capaces de conducir mal a las masas con su anti-nazismo, que no es anti-militarismo. En Inglaterra están perdiendo terreno, pero en los Estados Unidos, en año de elecciones, no es probable que disminuyan sus actividades. Actualmente están ya representados en la red académica de América.

Las izquierdas alemanas fueron de muy buena voluntad a la guerra de 1914, tratando de justificar su actitud diciendo que lucharon como pueblo. Fueren esas mismas izquierdas las que substituyeron el lema “Libertad, Fraternidad, Igualdad” por el de “Unidad, Tenacidad, Ferocidad”. Pidieron anexiones. Cometieron atrocidades. Obligaron a los rusos a desmembrarse por el tratado de Brest-Litovsk.

En la última década del siglo pasado, las más activas sociedades pacifistas alemanas, tenían setenta y un miembros, con un presupuesto de dieciocho dólares. Bajo el gobierno de Weimar, todas las ramas totalizaban solamente 35,000 miembros dentro de una población calculada en setenta millones de habitantes. ¿Por qué? Porque el militarismo había sido nacionalizado. También, porque el partido Social Demócrata prohibió a sus miembros que formasen parte de esas sociedades o contribuyesen al periódico “Das Andere Deutschland” (“La otra Alemania”). La prohibición a que se alude, fue publicada en el principal órgano socialista, “Vorwaerts”. Así, pues, no hubo “otra Alemania” ni en 1914 ni en 1939. En ambas ocasiones, hubo que pelear contra el pueblo alemán en armas.

En 1918, los dirigentes socialistas alemanes se aliaron con los militaristas y pronto comenzaron los preparativos para una nueva guerra. Cualquier persona a quien no le gustase o que denunciase este grandísimo error, era asesinada o perseguida. En esta forma, perecieron miles de ciudadanos con la connivencia oficial del Gobierno y la incitación proporcionada por socialistas rabiosos, tales como Gustav Noske, y liberales de pura cepa, como Gustav Stresemann.

En 1923, las comisiones de desarme aliadas habían sido reducidas a la impotencia sino eliminadas. El rearme, ilegal prosiguió sin trabas ni demoras. En 1925, los alemanes confesaban estar gastando tanto en fortificaciones artillería y personal como en 1913. El pueblo lo sabía y lo consentía. Un 90 por ciento de la mano de obra de Kiel favoreció la construcción de los acorazados de bolsillo.

A fines de la década 1921-1930 y a principios de la siguiente, pocos de los obreros en las fábricas podían ignorar la gran proporción en que la industria de paz era convertida en industria de guerra. Y sin embargo, nadie declaró la huelga ni siquiera protestó. ¿Por qué no lo hicieron? No había todavía un Hitler. El doctor Heinrich Bruening -actualmente en Harvard- se hallaba en el Poder.

Friedrich Ebert, el Presidente Socialista que pacto con los militaristas, murió en 1925. El pueblo alemán pudo haber elegido un sucesor “democrático”. Sin embargo, eligiose al mariscal de campo Von Hindenburg, que, más tarde, fue reelegido. En 1932, hubieron dos elecciones, en las cuales los nazis obtuvieron un 37 y un 33 por ciento de votación, En 1933, obtenían ya un 43 por ciento. El Partido Laborista británico, en su apogeo, en 1929, obtuvo una votación del 29 por ciento y subió al Poder. Nadie tuvo la impertinencia de sugerir que no representaba al pueblo inglés.

Las izquierdas alemanas nada hicieron para detener la marcha ascensional de Hitler, y en mayo de 1933 se habían pasado a sus filas. Aprobaron su política extranjera, que significaba la guerra. Algunos de los sindicatos obreros participaron en sus manifestaciones y todos, en general, consintieron en ser suprimidos sin ofrecer la menor resistencia.

Ahí radica, precisamente, la causa por la cual esta guerra será más larga que la anterior, a pesar de los bombardeos. Esa es la razón por la cual la producción alemana de carbón ha aumentado al quinto año de guerra. ¿Podemos decir lo mismo de la Gran Bretaña o de los Estados Unidos?

Los comunistas alemanes ayudaron a los nazis a destruir la república de Weimar. Fueron ellos quienes hablaron entusiásticamente contra “las plutocracias occidentales”. No podían soportar el auge militarista y en materia de política extranjera eran tan nacionalistas como el que más de los conservadores.

Las iglesias también fueron militarizadas. Jamás protestaron contra las fechorías del Ejército, porque este es el soporte de su Dios, como lo es también la burocracia y la judicatura que Weimar mantuvo en sus puestos. El profesorado alemán aun fue peor. Se dice que fue él quien ganó las batallas de 1866 y de entonces acá se ha militarizado mucho más. Un buen 35 por ciento de las primeras eminencias nazis surgieron de entre sus filas.

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