¡No destruyan el Juego de Estrellas de Béisbol!

22 de julio de 2025

Por José “Chamby” Campos

De todos los deportes grandes norteamericanos el mejor juego de estrellas es el de béisbol. Al igual que la temporada regular se lleva a cabo en el año de su competencia, a diferencia de los otros certámenes que se juegan al año siguiente de cuando la campaña comienza. Ese es solo una de las diferencias que los separan.

El Football Americano se efectúa al final de la temporada regular; por ser un deporte extremadamente violento la mayoría de los jugadores seleccionados usualmente están lesionados o llanamente no quieren participar. Este detalle causa que el encuentro sea aburrido y de poca calidad.

El Baloncesto es prácticamente una burla debido a que el formato continúa cambiando y los jugadores controlan la mayor parte de las decisiones. La falta de profesionalismo de estos atletas además de los ataques a los valores familiares permitido por la liga, NBA, ha contribuido al descenso de seguimiento por la afición.

Por su lado la pelota nos presenta un espectáculo refrescante. Empieza el domingo que cesa las actividades regulares con un encuentro de las futuras estrellas de Las Grandes Ligas, MLB. Para estos jóvenes es una oportunidad de demostrar sus talentos no solo a las franquicias que pertenecen sino a las otras 29 ya que en un momento dado pudieran ser una pieza atractiva a un canje. Esta situación trae como consecuencia un buen partido.

Al siguiente día, lunes, es la competencia de los jonroneros, la cual se inició con la idea de que los mejores sluggers participaran, pero con el tiempo ha perdido popularidad y la mayoría de los escogidos rechazan en competir. Después el martes es el encuentro.

El “Clásico de Verano” se inició en la temporada de 1933 con la intención de ofrecerle al aficionado la oportunidad de participar en la selección de los mejores peloteros en un enfrentamiento entre ambas ligas y desde ese momento ha sido el favorito de la afición. Al mismo tiempo les da un descanso a los atletas y tiempo para poder reflexionar sobre la primera mitad de la campaña. 

Por muchos años los peloteros veían este evento como una oportunidad de reciprocarle las gracias a los fanáticos y al mismo tiempo demostrar sus talentos y facultades físicas al resto de la nación que tal vez no los conocían.

Esa entrega se observó desde esa primera edición que se efectuó en el antiguo Comiskey Park de la ciudad de Chicago. Ese día el inmortal Babe Ruth, hombre que salvó el béisbol, ayudó que La Liga Americana se llevara el triunfo 4-2 conectando el primer jonrón de su historia. 

En el choque de 1941 en Detroit, donde participaron luminarias de la altura de Joe DiMaggio, Bob Feller y Bill Dickey por la Liga Americana mientras que La Nacional contaba entre otros con Johnny Mize, Al López y Mel Ott; el legendario Ted Williams meses antes que partiera para la Segunda Guerra Mundial, se robó el show cuando con dos outs en la parte baja del noveno episodio pegó un cuadrangular de tres carreras dejando así en el terreno al viejo circuito y dándole la victoria 7-5 a la Liga Americana.

En el 1967 en los predios del estadio Anaheim en California los lanzadores de ambas escuadras se lucieron de manera espectacular abanicando a 30 bateadores, lo que es hasta hoy día una marca, a través de 15 innings. Interesantemente a pesar del dominio de los serpentineros, las tres carreras fueron productos de tres jonrones. El último de estos “Cuatro Bases” fue conectado por el compatriota Tani Pérez dándole el triunfo a La Liga Nacional 2-1. Esa fue la única vez que un cubano ha sido galardonado como el “Jugador Mas Valioso” del evento.

Como prueba de que antiguamente las estrellas venían a dejarlo todo en el terreno, solo tenemos que remontarnos a la contienda de 1970 en el estadio Riverfront de la ciudad de Cincinnati. Allí en el décimo segundo episodio, el ídolo local Pete Rose anotó la última carrera cuando siendo esperado en el home por el receptor Ray Fosse, lo embistió de una manera que este no pudo aguantar la bola otorgándole el triunfo 5-4 al viejo circuito.

Desafortunadamente bajo el mandato de Bud Selig el deporte comenzó a deteriorarse. Comenzando con la huelga del año 1994 y continuando con la era de los esteroides. Finalmente, el Juego de Las Estrellas del 2002 en la ciudad de Milwaukee manchó lo que hasta ese momento había sido un gran entretenimiento a través del tiempo. Ese día después de 11 capítulos y el juego empatado, los managers de las dos novenas se acercaron al comisionado para pedirle que suspendiera el partido. Selig accedió y por primera vez en su historia El Clásico concluía en empate sin causa de lluvia como ocurrió en 1961. La crítica fue inmensa y las repercusiones todavía prevalecen.

Selig se retiró y dio paso a su protegido Robert Manfred quien al igual que su mentor ha implementado regulaciones que dejan mucho que desear. Una de estas reglas se puso en vigor cuando en este pasado “Juego De Estrellas” se determinó que, si el partido está empatado al final del noveno episodio, cada equipo selecciona tres bateadores y se efectúa un concurso de jonrones y el lado que conecte más se anota la victoria. En esta ocasión La Liga Nacional triunfó 4-3 gracias a los tres bambinazos de Kyle Schwarber.

Para la opinión de la mayoría de los amantes del béisbol es una burla que un evento que se promueve como una prueba de la esencia del deporte, termine de manera tan insólita como un concurso.

Al parecer la frase del gran Yogi Berra de que “El juego no se termina hasta que se termine” ha sido interpretada por los nuevos jefes de la pelota como “El juego se termina cuando nos dé la gana”. 

Triste pero real.

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