Por Judas Pacheco (1951)
La Revolución Francesa es el hecho histórico más conmovedor y de mayor trascendencia de la humanidad.
A pesar del tiempo transcurrido no ha perdido jamás su interés por que fue efectivamente un gran paso hacia la implantación del régimen democrático en los estados modernos.
Estando próximos a celebrar un aniversario más de la toma de la Bastilla, ese hecho extraordinario que marcó el inicio del gran movimiento revolucionario, ofrecemos una síntesis con grabados donde se ponen de manifiesto los hechos más destacados de esa época inolvidable.
TOMA DE LA BASTILLA
1-Al arribar al trono de Francia Luis XVI, confrontó grandes dificultades económicas, debidas particularmente a que las clases privilegiadas no pagaban ningún impuesto, recayendo todos sobre el pueblo.
Como era indispensable aumentar los ingresos, se convocó a los Estados Generales para proceder a su aprobación. La apertura se efectuó el día primero de mayo de 1789 y el día 17 de junio se constituyó en Asamblea General; ello dio motivo a que el rey, rodeado de todo el aparato del Poder, compareció ante la Asamblea, anuló todas sus decisiones y amenazó con disolverla si no volvía a su forma inicial.
La Asamblea hizo caso omiso de la orden del rey y llena de resolución y firmeza se puso a deliberar. Al conocer el rey el fracaso de su autoridad recurrió al empleo de las bayonetas, poniendo en movimiento las guarniciones de París y Versalles. París rápidamente se convierte en un hervidero. Las tropas se apostaron en todas las salidas de la ciudad; Necker fue desterrado por la Corte; la petición de la Asamblea de retirar las tropas fue denegada por el rey; el pueblo choca con un destacamento de Royal Abemand que mata a varios ciudadanos y se excitaba a los parisienses a la resistencia.
El terror que se había apoderado de los ciudadanos, rápidamente se convierte en furor. Por toda la ciudad se extiende el grito de ¡a las armas! El día 14 de julio, desde por la mañana se tocaba rebato en todas las iglesias y rápidamente cundió la alarma en todo el pueblo al conocerse que los cañones de la Bastilla se hallaban asestados en dirección a la calle Saint Antoine.
El pueblo odiaba la Bastilla por el hecho de que como estaba convertido en Prisión de Estado, era considerada como el símbolo del absolutismo real. 30,000 parisienses enarbolando picas, hachas, rifles y toda clase de armas, atacaron a la odiada fortaleza arrasándolo todo a su paso y dando muerte a sus guardianes.
HUIDA DE LUIS XVI Y LA FAMILIA REAL
2–Después de la toma de la bastilla, la revolución tuvo un desarrollo muy rápido, las amenazas con que eran saludados el rey y la reina al asomarse a los balcones del Palacio, los insultos de los periódicos, las vociferaciones de los jacobinos, los motines y los asesinatos que iban en aumento. La resistencia violenta a la salida del Rey para Saint Cloud, el recuerdo de los puñales que atravesaban el lecho de la reina en el mes de octubre le hacían vivir en una agonía, continua. Todo esto, unido a que los esfuerzos todos del Rey resultaban impotentes y que cada día era testigo de una nueva derrota, le hizo concebir un plan de evasión de acuerdo con el emperador de Alemania, bien sea para volver después al frente de un Ejército extranjero o simplemente para reunir su propio Ejército en una plaza fronteriza, para tratar desde allí con la Asamblea e imponerle condiciones.
El día 21 de junio fue el señalado para la fuga. El Conde de Fersen, noble sueco, fue el único agente. El rey, la reina, los niños, la Princesa Isabel y dos sirvientes de confianza salieron de Palacio sin llamar la atención y ocuparon dos carruajes previamente preparados en que emprendieron viaje hacia la libertad.
Pero la providencia le había vuelto las espaldas a Luis XVI. Amparados en un pasaporte expedido por el ministro de Negocios Extranjeros, ordenando que se le permitiera el paso, llegaron sin interrupción hasta Saint Menehould, donde el Rey sacó imprudentemente la cabeza por la portezuela del coche y el hijo del maestro de postas Drouet que nunca había visto al rey, lo reconoció por su semejanza con la efigie de Luis XVI grabada en las monedas.
La municipalidad de Varennes, Avisada por Drouet, convocó rápidamente a los patriotas y procedió al arresto de la familia real conduciendo los detenidos a París.
MATANZA DE SEPTIEMBRE
3–Pocos días después de la caída del trono se recibió en París la noticia de que Francia había sido invadida por los ejércitos extranjeros. La consternación se extendió por todas partes; Danton, que había sido nombrado recientemente Ministro, pidió a la Asamblea Nacional. La adopción de las más enérgicas medidas tanto para la defensa del territorio como para la represión de los complots realistas autorizándosele hacer visitas domiciliarias y detener sospechosos.
Cinco mil personas de todos los sexos y edades fueron reducidos a prisión en el corto espacio de una noche se registraron hasta las camas de los enfermos de los hospitales, el odio de los sicarios de Dantón fue más ingenioso que el terror. Maillard, el jefe de las hordas de bandidos, celebraba un juicio sumarísimo y a los inocentes los hacía salir por una puerta donde les obligaban a tomar sangre humana en una Copa y a gritar “¡Viva la nación!”, si era considerado culpable, salía por otra donde era esperado por un grupo de asesinos que los acuchillaban.
La matanza se generalizó en las prisiones de la Abadía, la Consejería, el Chatelet, la Force el Luxemburgo, los antiguos monasterios de los Bernardino, San Fermín, los Carmelitas Bicetre y la Salpetriere. Todos los guardias del Rey fueron pasados a cuchillo. Ciento cincuenta suizos entre oficiales y soldados fueron igualmente asesinados, así como todos los ocupantes de cinco carros llenos de sacerdotes.
Las víctimas de la jornada de septiembre se hacen ascender a 6000, cebándose los asesinos a sueldo en indefensos prisioneros.
EL PROCESO DE LUIS XVI
4– El día 11 de diciembre, el rey fue conducido de la prisión del Temple a la barra de la Convención. Se dio lectura al acta de acusación, la cual era una larga enumeración de todas las quejas que las facciones de la revolución habían elevado sucesivamente contra la corona. El rey negó la acusación y se le concedió el derecho de designar dos abogados que se encargarán de su defensa, Tronchet y Deséze.
El día 19 el Rey hizo su testamento, en el cual legaba en paz todo lo que poseía para legar en su alma a su familia, su gratitud a sus servidores y su perdón a sus enemigos.
El 26 concurrió nuevamente a la Convención para que su abogado pronunciará el discurso de defensa. Después de innumerables discusiones entre los integrantes de los dos partidos que formaban la Convención, los girondinos y los montañeses. De los 749 miembros que integraban la Asamblea, 783 declararon que “Luis XVI era culpable de conspiración contra la libertad de la nación y de atentado contra la seguridad general del Estado”.
El día 16 de enero se celebró la sesión definitiva y en ella 334 miembros votaron por el destierro o la prisión y 387 por la muerte. Fue guillotinado en la plaza de la Revolución el día 21 de enero de 1793.
ASESINATO DE MARAT
5– Un hecho extraordinario iba a desconcertar los acontecimientos y los hombres de la época al poner la vida de una mujer en el camino de la revolución. Una parte de los girondinos proscriptos, el 31 de mayo se refugiaron en Caen y con obscenas frases hacían un llamamiento a la libertad contra la opresión, con el fin de suscitar la venganza de la patria. Una joven de aquella ciudad, Carlota Corday, llevó hasta la adoración la lealtad a la causa de aquellos, lo mismo que la exageración contra Marat, cuyo nombre sonaba como el de un criminal.
Carlota, contemplando los numerosos golpes que se dirigían contra la patria, vio la pérdida de Francia, vio las víctimas y creyó ver el tirano. Se juró así misma vengar a las unas y castigar al otro para salvarlo todo.
Se encaminó a París y solicitó de Marat una entrevista para revelarle secretos importantes para la salvación de la patria. La obtuvo y la entrevista se efectuó en el baño de la casa del amigo del pueblo. Marat, que padecía una grave enfermedad, se encontraba dentro de la bañadera, no teniendo fuera del agua más que la cabeza, los hombros y los brazos. Una tabla colocada sobre la bañera aparecía cubierta de papeles, cartas abiertas y otros objetos. Cuando se encontraban conversando, Carlota sacó de su pecho un cuchillo y con fuerza sobrenatural lo hunde hasta el mango en el corazón de Marat.
Carlota Corday fue detenida e internada en la Consejería. La Convención la condenó a morir en la guillotina.
PROCESO DE MARÍA ANTONIETA
6– El día 13 de octubre, Fouquier Tinville fue a la Consejería a notificarle a la Reina el Acta de acusación. Después de una larga y penosa prisión en el Temple donde fue objeto de toda clase de vejaciones y atropellos, donde arrancaron de sus brazos al marido para entregarlo a la guillotina y a su hijo para entregarlo al zapatero Simón. Fue trasladada María Antonieta a la Consejería para iniciar el proceso. Lo escuchó como una formalidad de la muerte que no valía la pena de ser discutida. El horror de su situación dependía precisamente de que nada tenía ni nada esperaba.
El día 14 fue conducida a la barra de la Convención. Sus cabellos encanecidos por la angustia contrastaban con la juventud del rostro y del talle. No aparecía ya en su cara la belleza que embriagó a la Corte, pero todavía quedaban huellas de lo que fue. El Acta de acusación era el resumen de todos los crímenes supuestos de nacimiento, categoría y situación de reina. El resto era un odioso eco de todos los rumores, de todas las murmuraciones, de las prodigalidades, de los supuestos desbordamientos y las supuestas traiciones. Su impopularidad, traducida en incriminación.
Escuchó todo aquello sin dar una prueba de emoción ni de asombro, como mujer acostumbrada al odio, respecto de lo cual la calumnia había perdido la amargura y el ultraje, su aspereza solo se alteró cuando el cínico Héber le imputó haber realizado actos de depravación y libertinaje para corromper a su propio hijo. Ante tal infamia, se sublevó su naturaleza ultrajada y dijo, “Apelo a todas las madres aquí presentes”.
Fue condenada a muerte y subió a la guillotina, ostentando en el rostro un gran desdén por los hombres y una justa impaciencia por salir de la vida.
PROCESO DE LOS GIRONDINOS
7– El día 3 de octubre, al igual que el resto de sus miembros, los diputados del Partido de la Gironda Concurrieron a la Convención para la sesión de aquel día. Un aparato de fuerza extraordinaria rodeada en esa ocasión a las Tullerías. Al abrirse la sesión el relator del Comité de Seguridad General, Amar, escaló la tribuna y leyó un informe extenso y calumnioso en el cual se resumían todos los rumores contradictorios esparcidos contra los girondinos por sus enemigos. Acto continuo y sin discusión se aprobó el decreto de acusación.
Conjuntamente con los principales jefes de la Gironda que habían sido detenidos el 31 de mayo, los nuevos acusados fueron trasladados a la Conserjería. El 22 de octubre se les comunicó el Acta de acusación y el 26 comenzó el proceso. Eran veintidós en total.
La acusación de Fouquier Tinville, confeccionada según se dice por Robespierre y Saint Just, no era más que una extensa y amarga reproducción del folleto de Camilo Desmoulins, titulado “Historia de la facción de la Gironda”. Esta era la historia de la calumnia escrita por el calumniador y de la que daba testimonio el verdugo. Nada añadieron a él. El rencor no tenía necesidad de convencerse porque había sentenciado ya con anticipación.
El 30 de octubre, todos los acusados fueron declarados culpables de haber conspirado contra la unidad y contra la indivisibilidad de la República. Se les condenó a muerte.
Murieron cantando la Marsellesa y solo una voz continuó la de Vergniaud, ajusticiado de último.
PROCESO Y MUERTE DE DANTON
8– Danton pensaba que él sería lo suficientemente fuerte para poner término a los rigores empleados con la revolución, los cuales, a su juicio, ya no estaban justificados por haber desaparecido los peligros de la patria. Esa actitud suya de retornar a un sistema de clemencia lo hizo aparecer como sospechoso a los ojos de los jacobinos y quedó resuelta su eliminación.
El Comité de Salud Pública controlado por Robespierre, que solo esperaba una oportunidad para destruir a su enemigo, convocó a una sesión secreta durante la noche y a propuesta de Saint Just acordó la detención de Danton y sus amigos. Camile Desmoulins, Lacroix y Philippeaux.
El rumor del arresto de Danton y sus amigos se extendió durante el día por París. Su arraigo en las masas y su gran popularidad no le hacían temer un ataque de Robespierre y del Comité de Salud Pública. Se le acusó de “complicidad con d’Orleans y Dumouriez y los enemigos de la República de haber tomado parte en la conspiración tendiente a restablecer la monarquía y de tratar de destruir la representación nacional y el Gobierno republicano”.
El proceso fue uno de los acontecimientos más extraordinarios de la época. El pueblo se inclinaba a favor del tribuno. Nadie creía en el crimen de Danton. Todos creían en sus vicios y en su poder. La voz de la popularidad de los dantonistas hacía peligrosa la continuación del proceso y el Comité de Salud Pública, alarmado por el giro de los acontecimientos, presionó a la Convención para que acelerara el proceso. Fueron condenados a morir en la guillotina.
EL TERROR
9– Apenas muerto Danton, el terror pareció reanimarse con los mismos esfuerzos que había hecho para dulcificarse. El que tratara de detener el terror estaba cierto de sucumbir al momento bajo la acusación de debilidad o complicidad con los enemigos de la República. Ese era el secreto de los asesinatos políticos de los últimos tiempos. El terror no era un arrebato, sino una táctica para evitar ser considerado sospechoso. Cuanto menos lo querían, tanto más lo fingían. La sangre de innumerables víctimas no servía sino para mantener la máscara de aquella execrable hipocresía de patriotismo.
En un período de cuatro meses fueron entregados a la guillotina alrededor de 5000 víctimas. Figuran entre ellos el General Dillon Chaunette, el obispo Gerber, la viuda de Hébert y la de Camilo Desmoulins, Bailly expresidente de la Asamblea Nacional, el general jacobino Birón, el poeta Andrés Chenier, la princesa Isabel y otros.
En adelante, el hacha no escogía a sus víctimas. Todas las categorías se mezclaban en el patíbulo. Moría una cortesana al lado de un sabio y un hombre de bien unía su cabeza en la cesta con un brutal asesino. El pueblo lo mismo aplaudía que abucheaba. No discernía entre vicio y virtud.
Dos ejecuciones siniestras acabaron por predecir la indignación. Cuando fue tomado Verdún por los prusianos, los habitantes de la ciudad condujeron a sus hijos, de agrado o por fuerza. Después de la liberación, 24 jovencitas fueron entregadas a la guillotina para expiar el crimen de sus padres. La mayor tenía 18 años. Al siguiente día de este hecho, fueron conducidos al suplicio todos los religiosos de la Abadía de Montmartre. Su crimen consistió en haber guardado fidelidad a sus votos.
9 DE TERMIDOR
10– Durante los últimos meses. La muerte fue el único medio de gobierno y la República se entregó a ejecuciones diarias y sistemáticas. Aquella carnicería irritó al pueblo contra Robespierre. El crimen de sus enemigos recala sobre él. Trató de disculparse y ello originó ondas disensiones en el Comité de Salud Pública y en el Comité de Seguridad General. El poderío de Robespierre aumentaba de día en día y se convirtió en sospechoso para sus colegas que trabajaban sordamente con el objeto de hacerle caer, acusándolo de tiranía.
El día 9 de Termidor concurrió Robespierre a la Convención y leyó un extenso discurso en el cual acusó a los que trataban de perder a la República por los excesos o por la moderación y a quienes perseguían a los ciudadanos pacíficos, designando con ellos a los Comités y a la Montaña. Por su parte, la Convención y los montañeses que esperaban el ataque se habían preparado prestamente para ellos y convirtiendo en tumultuosa la sesión y lo acusaron de tiranía y lo hicieron arrestar.
Cuando Robespierre y sus amigos eran conducidos a prisión fueron rescatados por los jacobinos que habían fomentado la insurrección al conocer el arresto de sus jefes y marcharon todos a la Casa de la Municipalidad. En aquel momento, la Convención se elevó a la altura de su peligro y declaró a los sediciosos fuera de la ley.
Robespierre, por su parte, se negaba a acceder a las indicaciones de sus amigos de que atacara a la Convención. Entre tanto, las fuerzas de la Convención llegan a la Casa del Ayuntamiento. Salen precipitadamente y encuentran a Robespierre y a sus amigos sentados impasiblemente alrededor de una mesa esperando su suerte. Un soldado dispara contra el tirano y la bala le atraviesa el labio inferior y le rompe la encía.
La Convención los condena a muerte Robespierre, Saint Just, Robespierre el joven, Couthon, Payan y otros hasta el número de 22. Murieron en la guillotina poniendo fin al terror.
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