NUESTROS SÍMBOLOS

1 de julio de 2025

El viernes celebraremos orgullosos la gloriosa fecha del 4 de Julio, 249 años transcurridos desde que se firmara la declaración de la Independencia de Estados Unidos, el 4 de julio de 1776, la heroica nación que ha tenido en libre sucesión 47 presidentes, manteniendo en alto un culto verdadero a la democracia.

El 4 de Julio es ocasión propicia para que exaltemos los Símbolos Históricos de Estados Unidos. Mencionémoslos: la Bandera, el Himno Nacional, la Estatua de la Libertad, el Tío Sam, Columbia, Yankee Doodle, el Sello Oficial y el Águila Calva. Quizás pudiéramos añadir otros, pero en esta estelar ocasión hemos elegido la Bandera como el tema a desarrollar.

La bandera ha sido objeto de infamias, irreverencias y se ha usado como instrumento de protesta; pero no se ha doblegado su identidad. Es mundialmente conocida como The Star-Spangler Banner. Los padres fundadores de la Patria acordaron que tendría 13 franjas rojas y blancas colocadas alternadamente en representación de las trece colonias británicas que en el año 1776 se declararon independientes. El presidente George Washington izó la primera bandera de Estados Unidos en Cambridge, Massachusetts, en enero de ese mismo año. El Congreso Continental adoptó como preferente símbolo nacional de manera permanente el bello estandarte el 14 de junio de 1777.

El 4 de Julio de cada año, en desfiles, ceremonias oficiales y actos públicos de matiz patriótico la bandera se exalta con legítimo orgullo. Una costumbre que lamentablemente ha caído en decadencia es la de exhibirla en puertas y ventanas de nuestros hogares.

El 4 de Julio ha ido, con el correr de los años, convirtiéndose en una fecha popular que se celebra con excursiones, bailes, actividades deportivas al aire libre y comidas campestres. Los fuegos artificiales abundan de divertida manera y las autoridades tienen que redoblar su vigilancia por la creciente tendencia al consumo de bebidas alcohólicas. Muchas personas conducen sus vehículos de forma irresponsable y los accidentes de tránsito abundan de forma deplorable. En medio de esta algarabía nuestra bandera se mantiene heroica y triunfante. 

Hubo tiempos, no muy lejanos, que banderas pintadas o bordadas en la ropa, comúnmente en la parte trasera de los pantalones, era una manera deplorable de deshonrarla. Veremos en la parada, en medio de los ruidosos cohetes e improvisadas bandas musicales, a jóvenes vestidos con camisas abanderadas y a damas cubiertas de vestidos que simulan una bandera americana.

El 4 de Julio tiene que ver con todas las celebraciones patrióticas. Tenemos, por ejemplo, la casi olvidada Campana de la Libertad instalada en la ciudad de Filadelfia que de tanto repicar en celebraciones del día memorial de la Independencia terminó en el año 1835 su breve vida con tristes tañidos al sufrir una extensa rajadura en su estructura en el funeral del magistrado John Marshall. 

La Declaración de Independencia, redactada por Thomas Jefferson, en su preámbulo afirma que “todos los hombres son creados iguales, dotados por el Creador con determinados Derechos inalienables entre los que se encuentran la vida, la libertad y el disfrute de la felicidad”.  Por más de dos siglos y 49 años ese ha sido el ideal de todas nuestras celebraciones históricas. Tenemos, y la cita es oportuna, la mundialmente famosa Estatua de la Libertad, airosamente erguida desde el año 1924 en un pequeño islote de la bahía de Nueva York. La placa que exhibe la efigie dice textualmente: “Dame tus abatidas, tus pobres, tus amontonadas muchedumbres que ansían respirar libremente; el desperdicio infeliz de tu rebosante playa, mándame los desamparados, los batidos por la tempestad: yo tengo mi lámpara en lo alto, junto a la puerta dorada” (traducción de Juan Ramón Jiménez). 

El primer estado en el que se acordó la celebración oficial del 4 de Julio como el Día de la Independencia fue Massachusetts en 1871. Dos años después se celebró un desfile infantil en el que varios centenares de niños recorrieron las calles de la histórica ciudad de Filadelfia enarbolando banderas y cantando himnos, estableciéndose así el comienzo de una tradición en casi todas las importantes ciudades del país que hasta hoy perdura. Precisamente, en el año 1788 en la citada ciudad de Filadelfia en la celebración de un aniversario de la Independencia se ratificó oficialmente la Constitución de la nación, y según testigos y participantes hubo un desfile que se extendió por más de dos millas. Eran tiempos en que Estados Unidos dio sus primeros pasos en una carrera de patriotismo y lealtad a los símbolos nacionales que han solidificado los cimientos de la nación.

Una costumbre que ha venido a menos era la presencia obligada del Tío Sam en los desfiles populares del 4 de Julio. Probablemente conozcamos escasamente al erguido y simpático personaje, pero se trata de un individuo real, que sin ser militar ni estadista, representa al pueblo americano.

En los inicios de la Independencia de Estados Unidos, el 4 de julio del año 1826 se produjo la muerte de dos presidentes que fueron importantes figuras en la conquista de la libertad de la gran nación de la que hoy disfrutamos, John Adams, el segundo presidente de la nación, y  el tercero, Thomas Jefferson. La muerte de ambos no fue óbice para que se celebraran los aniversarios de la surgente Patria. En Estados Unidos se ha honrado la Memoria de sus mártires siempre con un patriótico sentido de lealtad y gratitud, tal como lo señala el sello oficial de la nación, “todos en uno”.

En un breve párrafo, con ahorro de innecesarias palabras, los presidentes de Estados Unidos inauguran su instalación con este sencillo juramento: “Yo solemnemente juro (o afirmo) que ejecutaré el oficio de presidente de Estados Unidos con lo mejor de mis habilidades y preservaré, protegeré y defenderé la Constitución de Estados Unidos. Así me ayude Dios”.

Entrar en el difícil sendero de la presidencia es un privilegio concedido a un número limitado de personas que cimentarán su desempeño en los grandes valores cívicos y patrióticos de la historia. Este 4 de julio, debemos comprometernos con el cumplimiento de esta afirmación, que es la segura base de nuestra libertad.

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