Por Rocío Gaia.
La manipulación emocional es una forma de control psicológico muy común, aunque a menudo nos cuesta reconocerla, señala una destacada psicóloga, que explica como descubrir a los distintos tipos de manipuladores, las técnicas que utilizan para someternos y cómo neutralizar las sutiles trampas mentales que nos ponen.
Andrea trabaja en una agencia de comunicación y marketing. Su jefe, Álvaro, la llama repentinamente al despacho y le lanza, casi como quien entrega un halago disfrazado de orden: “Quiero que lideres un nuevo proyecto de ‘branding’. Es urgente y muy importante para la empresa”.
“La firma con la que trabajamos quiere ya mismo que le presenten las mejores ideas para gestionar su marca de manera efectiva, definir claramente su identidad y valores, posicionarse mejor en el mercado y crear una imagen positiva en los clientes y consumidores”, prosigue Álvaro.
“No hay nadie más preparado que tú para liderar este proyecto, así que necesito que me digas hoy mismo si te pones al frente para que nos pongamos a trabajar en ello”, remata el jefe de Andrea.
La aparente ‘oferta’ que le plantea Álvaro a Andrea es un ejemplo típico de manipulación emocional, una forma de control psicológico muy habitual, mediante el cual una persona busca controlar, influir o dominar a otra y manejar su comportamiento para conseguir unos fines determinados, para su propio beneficio, utilizando estrategias de influencia mental muy sutiles.
“Algunos manipuladores, con perfiles maquiavélicos, consideran a las personas como un instrumento o un medio para conseguir un fin, las valoran en función de cuánto los acerquen a sus objetivos, y se creen con derecho a manipularlas para que actúen según sus expectativas”, señala la psicóloga Claudia Nicolasa .
Manipuladores y manipulados
Explica que algunas personas suelen ser víctimas de la manipulación por parte de su pareja, jefe, amigos e incluso familiares, empujadas por sus necesidades básicas de afecto y seguridad, y cayendo en patrones tóxicos de comportamiento sin poder salir de esa situación.
“El problema no es solo que otros nos manipulen, sino que a menudo nosotros mismos reforzamos esa manipulación.
Por ejemplo, ¿cuántas veces hemos cedido a una demanda porque nos sentimos culpables, o hemos evitado decir ‘no’ para no provocar un conflicto?, señala Nicolasa.
Añade que “estas dinámicas, no solo perpetúan el control que otros tienen sobre nosotros, sino que además alimentan nuestras propias trampas mentales”.
“Cuando una persona no es consciente de sus propias vulnerabilidades e impulsos, puede caer en su propia trampa mental, manipulándose a sí misma, sufriendo sus propios autosabotajes, autoengaños y malas decisiones, y arrastrando consigo a sus seres queridos al tratar de satisfacer a través de ellos sus dolores, miedos y carencias”, enfatiza.
Nicolasa señala que “manipulamos y nos dejamos manipular porque en lo más profundo de nuestra mente hay aspectos de nosotros mismos (aprendizajes inconscientes, asociaciones, condicionamientos, sesgos cognitivos, miedos, impulsos, deseos, carencias y heridas), que no conocemos ni sabemos gestionar, y que nos hacen a caer en las trampas mentales”.
Esta destacada psicóloga, emprendedora, creadora de contenido digital y fundadora de las academias online Mindhunt Academy y Mindhunt Pro, identifica los distintos tipos de manipuladores, describe sus maniobras de control emocional para someter a las personas y propone herramientas prácticas y efectivas para neutralizarlos, en su libro ‘Es manipulación y no lo sabes’.
Aplazamiento asertivo
Volviendo al intento de Álvaro de manipular a Andrea, que Nicolasa trató en su consulta con una paciente y ahora narra cambiando los nombres de los protagonistas, esta psicóloga señala que la empleada resolvió la situación de manera positiva utilizando una técnica muy eficaz para desactivar la manipulación denominada ‘aplazamiento asertivo’.
Señala que cuando Álvaro le propuso a Andrea dirigir un proyecto de ‘branding’, “la trampa estaba servida. El jefe jugaba con las prisas, con la presión, con la necesidad de Andrea de demostrar que estaba a la altura de lo que se le proponía”.
Pero Andrea ya había vivido situaciones de esas características, que la condujeron a asumir una tarea sin evaluarla, a quemarse por dentro y a terminar a contrarreloj mientras el reconocimiento por el trabajo se lo llevaba otra persona”, prosigue la psicóloga.
Esa vez Andrea respiró, se concedió unos segundos y aplicó la técnica del ‘aplazamiento asertivo’, que llevaba ensayando mentalmente desde que empezó a detectar estas dinámicas, según relata Nicolasa.
Le respondió a Álvaro con tono sereno “Muchas gracias por confiar en mí. Sé que es un cliente importante que merece lo mejor por nuestra parte, y por ello quiero reflexionarlo para darte una respuesta adecuada. Necesito revisar bien los tiempos y el alcance para valorar si puedo asumirlo con la calidad que requiere. Mañana por la mañana te confirmo”.
“Andrea no dijo que ‘no’, pero tampoco respondió un “sí” de manera refleja. Rompió el ritmo emocional que Álvaro había intentado imponerle”, enfatiza.
“Cuando alguien quiere que tomes una decisión rápida, casi nunca lo hace porque le preocupe tu bienestar, sino porque sabe que si piensas demasiado, podrías decir que ‘no’” advierte esta psicóloga.
Autodefensa
psicológica
Nicolasa señala que “ese aplazamiento no solo desactivó la presión de su jefe, sino que le devolvió a Andrea el control sobre su propio criterio. Ella ya tenía esa frase preparada porque sabía que podía llegar un momento así”.
Por eso, “había practicado fórmulas simples, asertivas y claras para ganar tiempo, como `lo pensaré detenidamente ya que es importante´ o `prefiero reflexionar para darte una respuesta adecuada´”, puntualiza.
“Son frases cortas, pero cargadas de sentido: comunican autocontrol, madurez y, sobre todo, que uno no va a dejarse manejar”, recalca la psicóloga.
Después Andrea utilizó el resto del día con cabeza. Revisó el proyecto, midió su carga de trabajo actual, consultó con una compañera de confianza. Esa pausa estratégica no solo le dio un margen logístico, sino que también bajó su reactividad emocional, lo cual representa ‘media victoria ganada’, en un entorno de presión, señala Nicolasa.
“Aunque esta técnica parezca simple, su fuerza está en que corta la manipulación en su fase inicial. El manipulador busca prisa, busca actos reflejos, pero cuando tú introduces pausa, criterio y un `te contesto mañana´ bien colocado, recuperas algo esencial: tu capacidad de decidir desde la libertad y no desde el miedo”, enfatiza.
“Cuando sospeches que alguien está utilizando la manipulación en una conversación, aplaza tu respuesta. Así, desactivarás la presión que ejerce el manipulador y, por otro lado, recuperarás tu capacidad de análisis, lo cual te permitirá procesar tus emociones, evaluar la situación y pensar en una respuesta que respete tus valores y objetivos”, recalca.
Nicolasa describe en detalle en su libro otras técnicas para construir una sólida autodefensa psicológica ante los manipuladores, como ‘el banco de niebla’ consistente en “responder de manera neutral y vaga, reconociendo superficialmente las palabras del otro sin comprometer nuestra posición ni alimentar el conflicto”.
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