Me encantaría ser Aladino, el intrépido y astuto joven, y me encontrara una lámpara mágica que al frotarla logre aparecer a un genio capaz de concederme estos deseos:
Quisiera tener los dientes de leche, montar mi velocípedo, tomar la leche en pomo y tener un tete.
Apreciaría ver a Chiquitín Cabrera dar una línea por el shortstop y Willy Miranda milagrosamente atraparla.
Agradecería poder aplaudir de nuevo a mi primo Jaime Quintero como Alcalde de Güines, ver a Tony Varona primer ministro y observar pasar por mi casa a la aplanadora con Prío alante y el pueblo atrás.
Anhelo encender el televisor y ver en la pantalla al Cabaret Regalías, quisiera soltar de nuevo mis 17 pajaritos.
¿Sería mucho pedir poder ir a la salita de la casa un 6 de enero, y ver arrumbada en una esquina mi bicicleta Goricke.
Un gran favor sería que me dieras el chance zambullir en el río Mayabeque, visitar a mi tío Carlos Gómez en la medicinal Playa del Rosario, y poder enterarme que al lado de mi casa nació el niñito Emilio Oscar Garcés González
Agradecería muchísimo tirar unas monedas en la Virgen del Camino, y de poder -por última vez- gritarle de lejos “¡Güirito de Potaje!” a la anciana Celedonia.
Disfrutaría estrechar la mano del Caballero de París, deglutir un sándwich en La Habana en la cafetería Los Parados.
Deseo escuchar a Nicomedes Granda en La Pescadora diciendo: “Omobono, hazle una minuta de pargo al hijo de Esteban”.
Muy bueno sería permitirme subir una vez más a la Ruta 33 y oír al conductor gritar: “¡Dale, que Estebita ya montó”…
Me gustaría invitar por su cumpleaños el 12 de mayo a Wilfredo Muñoz “el Chino Fito” a saborear un batido de fresa en La Dulcería Quintero.
Me encantaría ir al Reparto de las Yaguas, y poder ver a los niños jugando a la quimbumbia y gritando: “¡Doy, dale!”
Poder comprar una revista Selecciones en la vidriera del padre de Eduardo Ayala, saborear los ostiones de Joseíto el Colorado, y darle 20 vueltas al pueblo junto a Manolo Amich.
Quisiera volver al Colegio Americano para que las cardenenses Violeta Espinosa y Carmen Chirino me enseñen el alfabeto y las tablas de sumar, restar, multiplicar y dividir.
Quisiera poder regresar a aquella Cuba libre y soberana, vivir en una nación próspera donde mis únicas discrepancias sean entre habanistas y almendaristas.
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