UN DÍA DE LOS PADRES CONVERTIDO EN INEFABLE TRISTEZA

Written by Libre Online

10 de junio de 2025

En los próximos días estaremos conmemorando un importante acontecimiento. Será el domingo 15 de junio cuando, en este 2025, celebraremos el Día de los Padres.

Como suele ocurrir todos los años, lo que se supone sea un día de fiesta y regocijo familiar, en esta nueva ocasión, volverá a ser para mí de inefable tristeza.  Lo será, ya lo presiento, al recordar la orfandad de los hijos cuyos padres han sido anudados a la espantosa agonía de las cárceles de Cuba y en otras partes de este mundo convulsionado y sombrío a causa de regímenes dictatoriales, controlados por tiranos de la talla del diabólico binomio Raúl Castro / Miguel Díaz-Canel, o los desvergonzados impostores Daniel Ortega y Nicolás Maduro, quienes han convertido a sus respectivos países en desolados pantanos, de asfixiantes miserias; de amarguras y desesperación. Tengo razones para evocar el sufrimiento de esas víctimas, privadas de libertad, sin haber cometido otro delito que amar a su pueblo y luchar por su bienestar común; por la felicidad que merece todo ser humano, más allá de los intereses personales y ambiciones sin límites de autoritario poder, sumado a la usurpación de riquezas. Como es el caso de la Cuba de hoy, este conjunto de inmoralidades abre las puertas a las más abyectas formas de enriquecimiento vil. De ahí, ante la carencia total de dignidad y la ausencia de escrúpulos, el origen de las dictaduras, bien sea enmarcadas dentro de la simbólica derecha o bajo las engañosas alas de la extrema izquierda. El empeño de preservación de estos inmorales “privilegios” nos enseña la historia, conduce a los castrados de sensibilidad humana, de conciencia, como fue el caso de Fidel Castro, conduce a las peores aberraciones, a las imposiciones de atropello y de maldad más degradantes y crueles. 

Tengo razones, de manera especial, para compartir la tristeza de esos hombres que pasarán este Día de los Padres anclados en el pozo sombrío de una celda, privados del derecho a recibir un beso, un cálido abrazo de sus hijos, porque durante más de 22 años sufrí en carne propia esa inhumana privación a causa de mi encarcelamiento, como prisionero político, en las cárceles de la tiranía comunista de Cuba.

Sabemos que, como ocurre en el caso de Cuba, con más de 65 años de ilegalidad gubernamental, imponiendo la voluntad perversa y la aniquiladora violencia de Fidel Castro, primero, y más tarde de su no menos malvado sucesor, su sanguinario hermano Raúl Castro (todavía aferrado al poder totalitario), no faltan quienes envueltos en el rancio disfraz de los mendigos de sal y un pedazo de pan sin libertad. Es dolorosa la inevitable aceptación de que aún existen en nuestro país, una parte de abyectos cubanos, que aún intentan camuflar sus infértiles harapos de autoestima, mezcla de absurda resignación o paralizante cobardía, cubriéndolos con el vergonzoso disfraz de supuesta incondicionalidad a la tiranía. Desde un punto de vista realista, esta sumisión vergonzosa de una parte de las víctimas del comunismo tropical de los Castro, lastimosamente rebasa las fronteras de la dignidad humana, teniendo en cuenta que alcanza niveles superiores a los límites concebibles del razonamiento.

Quizás algunos se pregunten si al señalar a los hermanos Castro he olvidado insistir en la perversidad de Miguel Díaz-Canel, tiranuelo en los días actuales, que oprime con no menos saña a la indefensa población, atrapada dentro de las filosas alambradas de ese inmenso campo de concentración, que a partir del 1ro de enero de 1959 a devenido, por obra y gracia de un engendro de monstruo con barbas nauseabundas, camuflado de libertador, con ensayados gestos angelicales, la isla de Cuba. No es que desestime a este improvisado presidente que hoy, cumplidos los dictámenes del heredero del trono, Raúl Castro, que a pesar de sus 94 años de existencia aún ordena y manda dentro de los famélicos escombros en que se ha convertido ese fracasado experimento, bautizado con el infame nombre de “revolución”. No, no es que lo desestime. Es simple e inevitable repugnancia, no solamente a causa de su carecía de escrúpulos y su vocación de farsante, ni de su criminalidad, y la ausencia total de valores, entre ellos su acentuada cobardía. Tan insignificante es la figura del tirano de turno, que prefiero ignóralo en esta ocasión.

 Se acerca el Día de los Padres, y mi solidaridad más sublime es para aquellos que el próximo 15 de junio no tendrán la oportunidad, ya lo dije, de recibir un abrazo y un beso de sus hijos. Tal vez ni una cálida postal de felicitación, porque a causa de la maldad de otros hombres carentes de sensibilidad humana, sumado a los desafortunados y amargos caprichos del destino. Para mí no será una ocasión de felicidad, un día de fiesta o de alegría, porque mi corazón se volverá a vestir de soledad, y de tristeza, por aquellos que en mi país se encuentran injustamente privados de libertad, atadas sus arterias y sus sueños a los gélidos barrotes de una celda sombría.

Ernesto Díaz Rodríguez

Secretario General de Alpha 66

Ex prisionero político cubano

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