Milton Hershey y su apuesta por Cuba

Written by Libre Online

6 de mayo de 2025

A 80 años de la muerte de un amigo de los cubanos. (I)

Por Rafael Jesús de la Morena Santana

Mi padre conservaba una botella cuya etiqueta decía: “Destilería Santa Cruz”, le pregunté al respecto y él, que era aficionado a la Historia, al explicarme habló de un americano llamado Hershey. El destino haría que ese nombre se cruzara en el sendero de mi vida.

En 1981 estaba en el tercer año de la Licenciatura en Geografía de la Universidad de La Habana, me orientaron un trabajo de Geografía de la Población en una localidad habanera… ¡el batey del Hershey! Tenía que ir a Santa Cruz del Norte en Provincia Habana. Al subir, en el poblado de Casablanca, al tren eléctrico de Hershey, único de su tipo en Cuba, comencé a apreciar la obra de aquel americano, los vagones de pasajeros con asientos dobles a ambos lados del pasillo, a pesar del desgaste de decenios, aun se sentían confortables.

Dos horas duró el viaje hasta la Estación de Hershey, en el corazón de lo que había sido un imperio económico. Al poner pie en el batey del Hershey, las expectativas que llevaba por la narración de mi padre quedaron satisfechas al ver aquel asentamiento con una urbanización simétrica, y casas de piedra, con el estilo de las que se ven en las películas del campo norteño, era impresionante.

Aproveché las conversaciones con los vecinos, para hacerme una idea de la figura de Milton Hershey, de cuya obra pude comprender el alcance socioeconómico, porque en 1982 mi Trabajo de Curso fue un Proyecto de Combinado Agroindustrial en Santa Cruz del Norte, con la Destilería, las fábricas de Aceite y Papel, el Central “Camilo Cienfuegos” y las áreas agropecuarias. ¡Iba a reconstruir el feudo cubano de Milton Hershey muchos años después de su desaparición!

Por si fuera poco, en 1999 pasé a la Unidad de Medio Ambiente de Provincia Habana. Uno de los municipios más importantes del territorio era Santa Cruz del Norte. Tuve la oportunidad de recorrer con frecuencia las industrias fundadas por Hershey, y conversar con antiguos trabajadores. Hablé además con los especialistas de la Biblioteca y el Museo, apasionados con la Historia local.

Con esta experiencia y las investigaciones de las fuentes históricas, nos acercamos a la vida de Milton Hershey, el norteamericano que confió en la laboriosidad del cubano, fundó un imperio en la Perla de las Antillas y vino a traernos bienestar, calidad y eficiencia productivas:

Milton Hershey, nació el 13 de septiembre de 1857, descendiente de emigrantes suizos que llegaron a Hockersville, Pensilvania, en el siglo XIX. En el suburbio de Derry Church, región agropecuaria, vivían sus padres Henry y Fanny Hershey. Desde los 7 años, alterna el trabajo campestre con los estudios. Su madre profesaba el cristianismo anabaptista y le consigue un preceptor cuáquero. En la escuela Oíd Harmony incrementa sus conocimientos en aritmética, geografía, Historia y Religión, a la par coopera en la finca familiar cercana a la ciudad de Lancaster.

Trabajando en la imprenta de Samuel Ernest, una anécdota mostró su carácter: se le cayó una caja de tipos y fue reprendido delante de los empleados, Milton consideró injusto el exabrupto, tomó el sombrero del dueño, lo puso en la prensa y lo rompió.

En 1870, en la confitería Royer, de estibador pasa a la cocina. Por sus aptitudes se convierte en auxiliar del dueño. Acumuló dinero y montó una tienda de caramelos en Filadelfia, allí se celebraba el Centenario de la Declaración de Independencia de Estados Unidos, con la Exposición Universal de 1876, donde Hershey vende sus golosinas y reparte tarjetas de presentación.

Las empresas poderosas lo arruinaron, luchó vendiendo en un coche tirado por un burro hasta 1882, entonces, como el Far West ofrecía oportunidades, se va al Estado de Colorado. El ambiente de la Ley del revólver, lo desvía a Chicago a trabajar de carpintero, y en 1883 está a New York. En la Casa Huyler de confituras, amplía su formación en los secretos de los dulces. A la vez hace melcochas en la casa de huéspedes donde pernocta, gracias a la ayuda de unos chinos amigos, ellos le permiten usar como energía el vapor de su lavandería, colindante con el edificio.

Con algunos ahorros regresa a Lancaster, donde un inglés le propone producir caramelos en cantidades industriales para exportarlos al Reino Unido. Acudió al banco de la ciudad, con gran pasión explicó sus planes, pidió un préstamo de 250 mil dólares y… ¡se lo concedieron!, ¡era el momento de Hershey!

De inmediato con su talento, espíritu de trabajo y experiencia, fundó la Lancaster Caramel Company. Del dinero que ganó con una receta que había patentado, expandió su industria hacia New York y Chicago. En 1894 exportaba a Japón, Australia y Europa. El capital del consorcio en acciones era de 600 mil dólares, con ganancias de un millón al año. Base financiera para ser un gran fabricante de chocolates, sueño a realizar con el apoyo de su esposa, Catherine Sweeney, con quien contrajo matrimonio en 1898, en la Catedral Católica de San Patricio en New York.

Con ese objetivo buscaba equipos eficientes. Participó en la Exposición Universal de Chicago de 1893, en el marco de las celebraciones por el 400 Aniversario del Descubrimiento de América por el Gran Almirante Cristóbal Colón. Visitó el local del Imperio Alemán, le llamó la atención la máquina de hacer chocolate de J. M. Lehman Co. de Dresde, y la compró para instalarla en sus industrias.

En 1900 vende la Lancaster Cia. Es la hora del chocolate, y él era el principal experto en el país. Adquirió 1200 acres, en Derry Church edificó una fábrica y estableció vaquerías para garantizar la leche, instaló el ferrocarril para transportar principalmente cacao y azúcar, los productos terminados para comercializarlos, y a sus trabajadores. Hershey, decidió elaborar un chocolate con leche, cuyo costo le permitiese vender un producto asequible al bolsillo popular. En 1900 logró la fórmula correcta, introduce la “Hershey bar”, la gran barra de chocolate de la Hershey Chocolate Company, que junto con los Hershey Kisses, de 1907, Milton inundó el mercado nacional e internacional.

A la par, Hershey y su esposa, en sus afanes filantrópicos, decretaron la construcción, con los criterios urbanísticos de los “Pueblos Modelos”, de una comunidad para los trabajadores con sus familias: El Pueblo del Chocolate, con calles bordeadas de jardines, casas confortables, escuelas públicas y centros culturales. Con un parque: Hershey Park, inaugurado el 24 de abril de 1907.

Milton se alejaba de Derry Church para contemplar el poblado y la fábrica, con las 5 chimeneas que ostentaban su nombre. La felicidad de miles de personas se debía a su empresa, los habitantes rebautizaron la ciudad: Hershey City. Cumplió su promesa al pueblo de fundar una escuela para la formación técnica de niños y jóvenes, sobre todo huérfanos: La Escuela Industrial Hershey, con un área de 2 mil metros cuadrados para aulas, laboratorios y los deportes. Anexa a su casa natal.

De repente, Milton Hershey sufrió un demoledor golpe personal, la noble compañera de su vida, inspiradora de sus ideas y donaciones filantrópicas, murió en 1915, había amado con pasión a Catherine, juró no volver a casarse nunca, él quedó anonadado, parecía detenida su carrera. Sin embargo, reaccionó, pensó que la mejor manera de honrar la memoria de Kitty, era ejecutar los proyectos que habían concebido juntos. Analizó con su familia y consejeros las posibles direcciones de sus inversiones, se barajaron los nombres de Dominicana, de Puerto Rico, de México, pero el magnate, felizmente, hizo la apuesta de expandir sus negocios hacia Cuba.

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