DATOS CURIOSOS. Sobre el origen de las palabras…

Written by Libre Online

29 de abril de 2025

Por María C. Rodriguez

Sobre el origen de las palabras…

Guagua”: En Cuba y en las Islas Canarias el término “Guagua” se emplea para denominar a los autobuses. 

Se cree que su origen viene de la empresa Wa & Wa Co. Inc. (Washington, Walton, and Company Incorporated) la cual fue la primera compañía estadounidense en exportar autobuses a dichas islas. Al ver sus iniciales rotuladas en dicho medio de transporte, la gente comenzó a acuñar ese término para denominarlos, llegando dicha adaptación hasta nuestros días.

“Dimitir”: Dimitir viene del prefijo dis (‘negación’, ‘privación’ o ‘separación’) y del término mittere (‘enviar’, ‘soltar’ o ‘arrojar’). Este último, a su vez, procede de iter (‘camino’). Según la RAE, dimitir significa ‘renunciar a algo, especialmente a un cargo’. Del verbo mittere deriva también ‘misa’ (del latín missa) que significaría ‘despedida’, pues al terminar la ceremonia cristiana originalmente se decía Ite, missa est (que se podría traducir como ‘Id, es la despedida’).

“Fornicar”: La palabra fornicar procede del latín “fornix” (fornice) que representaba la zona abovedada de ciertas edificaciones en el antiguo Imperio Romano. El “fornix”, era el lugar situado bajo los puentes, callejones u otros edificios, donde habitualmente se encontraban las prostitutas de la época romana con sus clientes. Así, las prostitutas mantenían relaciones sexuales en este lugar con total tranquilidad, reconociendo socialmente que esos encuentros se producían sin vínculo conyugal. De ahí que la Iglesia se haya referido posteriormente a este término para asociar todas las relaciones sexuales ilícitas, esto es, las que se producían fuera del matrimonio.

El fornix, o más bien lo que se hacía bajo el fornix, es lo que se conoce como fornicación, donde los clientes romanos obtenían placer a cambio de unas monedas. Y es que los lupanares o burdeles de esta época se construían o simplemente se establecían en subterráneos y zonas abovedadas para pasar más desapercibidos.

La primera persona que registró esta palabra en castellano fue el historiador Alfonso Fernández de Palencia, en su “Vocabulario” de 1490.

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