Por José “Chamby” Campos
En 1975 la compañía Chevrolet inauguró un comercial que llevaba una canción que decía “Béisbol, Hot Dog, Apple Pie y Chevrolet”.
Obviamente era una propaganda al automóvil Chevrolet y lo que la pieza de propaganda promovía eran productos norteamericanos relacionados al núcleo familiar. Se escuchaba la canción mientras se podía observar la actividad de un padre jugando pelota con su hijo al tiempo que la mamá cocinaba los “perros calientes” y la abuela mostraba un “pastel de manzana” probablemente hecho por ella misma. Al final concluía “Cuatro artículos que hacen sentido”
Tan impactante fue su mensaje que las ventas de todos los productos aumentaron tremendamente. Los hot dogs y el pastel de manzana se convirtieron en artículos indispensables en reuniones familiares. El Chevrolet fue coronado “El Automóvil del Año” y el béisbol era “El Rey” de los deportes.
Cincuenta años más tarde el guion no puede ser más diferente de lo que fue. Los vehículos Chevrolet han sido desplazados por la llegada de los carros japoneses, coreanos y los procedentes de Europa. Los “Hot Dogs” han sido catalogados como comida procesada que hace daño y el pastel de manzana (Apple Pie) también ha caído en desgracia por que los “nutricionistas” consideran que la harina y la azúcar que llevan son perjudiciales a la salud; lo que ha hecho que ambos alimentos hayan decaído abismalmente en popularidad.
El cuarto elemento del afamado comercial es el béisbol, el cual siempre ha sido considerado “El Pasatiempo Nacional” y el entretenimiento deportivo por excelencia. Sin embargo, el juego a pesar de su popularidad es atacado por muchos frentes que no lo respetan como deben de hacerlo.
El béisbol fue inventado y establecido en esta nación y jamás ha dejado de tener la mejor calidad del mundo. Desde su comienzo ha exportado el juego a través del planeta y ha logrado que haya sido aceptado al punto de practicarse y en muchos de estos países que se haya convertido en el deporte nacional.
Cuba es uno de esos ejemplos donde la pelota se cementó de una manera que fue más allá de un pasatiempo y se convirtió en un modo de vida. La pasión originada por la “Champion invernal” nunca se había experimentado en ningún otro país. De la isla siguió expandiéndose por el Caribe en el continente americano. Luego más tarde hizo su debut en Japón y el resto de Asia. En la actualidad ya Europa está conquistada por “las bolas y los strikes”.
Con todo lo anterior verificado también es cierto que ninguna liga, ni antes ni en la actualidad ha sido superior a Las Grandes Ligas estadounidenses. Este país sigue siendo la última frontera, el paraíso deseado por todo pelotero; esa selección de atletas es lo que contribuye a su nivel tan alto.
Las Grandes Ligas, MLB, continúan en su intento de popularizar el baseball en otros sitios y esto ha traído como consecuencia que el talento de casa pase a un segundo plano. En lo que a desarrollo se refiere, la MLB ha abierto academias de reclutamiento y enseñanza en diferentes países como es el caso de La República Dominicana.
En Quisqueya, los 30 equipos de Grandes Ligas operan al mínimo un complejo deportivo. Esas mismas franquicias ignoran al muchacho norteamericano mientras está aprendiendo y creciendo. El joven pelotero es básicamente apoyado financieramente por su familia o un benefactor. Ninguna liga colegial es patrocinada por MLB ni ninguna de sus organizaciones.
La hipocresía de la liga es tal, que encima de la falta de apoyo económico cuando el pelotero llega al equipo grande, su nivel de promoción no se iguala al del atleta extranjero. Las campañas publicitarias para el nativo de otra nación son mucho más sensitivas para tratar de hacer lucir sus contribuciones más valiosas que la del nacional.
Un perfecto ejemplo es el trato que la prensa acreditada por MLB les ofrece a los lanzadores japoneses haciéndolos lucir como gladiadores invencibles, al tiempo que los pitchers norteamericanos continúan laborando mucho mejor años tras años. En estos momentos existe más información sobre Ron Sasaki, Yu Darvish, Shota Imanaga y los demás serpentineros nipones que Tarek Skubal y Chris Sale, los cuales fueron los ganadores del premio Cy Young, otorgado a los mejores lanzadores.
Clásico ejemplo de realzar las proezas de los extranjeros.
En los últimos años Shohei Ohtani se ha convertido en la cara del béisbol. No podemos ocultar su gran talento, primer jugador en pegar 50 jonrones y robarse 50 bases al igual que en años anteriores también ha lanzado. Sin embargo, no es jugador de posición solamente un bateador designado y la temporada pasada no subió a la lomita debido a una lesión en el brazo.
El escándalo de apuestas, más de $40 millones en total, en que se vio envuelto fue resuelto en menos de una semana y todas las noticias cesaron de inmediato. MLB puso todo su aparato publicitario a correr.
Al mismo tiempo de que esto ocurría, un joven californiano adoptado ha sido el pelotero ofensivo más desbastador desde que ingresó en La Gran Carpa en el 2017.
Aaron Judge supera a Ohtani en hits, dobles, jonrones, carreras impulsadas, carreras anotadas y promedio ofensivo en lo que respecta a la producción ofensiva. Hay que añadir que el miembro de los Yankees de Nueva York sí juega defensivamente, right field, alrededor de 140 partidos al año.
Desafortunadamente su nombre no es mencionado al nivel que el del asiático. Inclusive los dominicanos Juan Soto y Vladimir Guerrero Jr. reciben tan o más publicidad que el Gigante del Bronx.
Judge es un jugador que trasciende generaciones. Su calidad supera al resto de la liga. En adición, es un hombre humilde que nunca ha estado envuelto en ningún tipo de escándalos.
Su poca cobertura es tópico de concluir como la MLB continúa llevando una campaña de “Luz de la calle y obscuridad de la casa”.
Esperemos que el destino del “Pasatiempo Nacional” no corra la misma suerte que los hot dogs, el pastel de manzana y el automóvil Chevrolet.
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