Por José “Chamby” Campos
Cuando escuché la noticia al principio no quise creerla y cuando al final la acepté me entristeció profundamente. Uno de los deportistas que más he admirado en mis años de amante del deporte acababa de fallecer.
George Foreman fue campeón de los pesos completos en una era donde esa división era la más respetada y con mayor seguimiento, al tiempo que contaba con mucha calidad de excelentes boxeadores.
Foreman nació en la ciudad de Marshall estado de Texas y creció en Houston dentro de una familia pobre, pero con valores. Después de abandonar sus estudios secundarios y deambular por las calles durante un año; para evitar caer en malos pasos se enlistó en el Job Corps, una agencia que ayuda a jóvenes a encontrar un futuro. Gracias a esta institución logró obtener el diploma de High School, pero más importante, se enamoró del deporte que definiría el resto de su vida.
Establecido en el estado de California trabajando como albañil y carpintero se entregó de lleno al boxeo. Su condición física, (seis pies, tres pulgadas, 220 libras), inmediatamente llamó la atención y el 26 de enero de 1967 debutó con un fulminante nocaut en el primer asalto.
Catorce meses más tarde se coronó campeón nacional calificando para los preliminares de la olimpiada de la ciudad de México. Con una decisión unánime frente a Otis Evans, quien era el favorito, se ganó el representar a EE.UU. en la codiciada división.
En tan solo un año y ocho meses el joven tejano se había ganado la admiración de una nación que atravesaba difíciles momentos debido a la guerra de Vietnam y buscaba un ídolo.
George “El Grande” llevaba en sus hombros la responsabilidad de defender la medalla de oro que en 1964 había ganado Joe Frazier. Siendo un atleta de color y sin vínculos al grupo de activistas afroamericanos llamado “Las Panteras Negras” cargaba mucha presión. Se rumoraba que un grupo de atletas de la raza negra protestarían durante el máximo evento.
Cuando llegó el momento de la competencia arrasó con sus contrincantes. Su primera pelea fue frente al polaco Lucjan Tresla a quien derrotó 4-1. Su próxima víctima fue el rumano Ion Alexe donde el referí tuvo que detener el encuentro en el tercer episodio. En la semifinal pulverizó al italiano Georgio Bambini casi sacándolo del cuadrilátero en el segundo capítulo. Finalmente se llevó la medalla de oro cuando en el segundo round el árbitro levantó las manos debido a la paliza propinada al soviético Jonas Cepulis.
Lo que ocurrió seguidamente fue un acto que inmortalizó al joven carpintero de 19 años. En su euforia de celebración y no encontrando una bandera norteamericana de tamaño normal tomó una pequeña y comenzó a correr alrededor del ring. Su triunfo representaba más que una victoria personal.
Con este gesto culminaba la jornada de un adolescente que abandonó sus estudios y llegó a ser campeón mundial olímpico. Su postura de agradecerle a su país la oportunidad que le brindó lo convirtió en un Héroe Nacional.
Que diferencia a los corredores de campo y pista Tommie Smith y John Carlos, este último su madre creció en Santiago de Cuba de padres cubanos, quienes días antes protestaron sus victorias con un gesto desafiante al gobierno estadounidense como lo había planeado El Proyecto Olímpico de los Derechos Humanos, una organización parecida a Las Panteras Negras.
A través de toda su vida Foreman calificó esta victoria como el logro más grande de toda su carrera boxística incluyendo sus títulos mundiales.
El 23 de junio de 1969 debutó profesionalmente en el Madison Square Garden de la ciudad de Nueva York en la cartelera que llevaba como estelar la pelea de campeonato mundial entre Joe Frazier y Jerry Quarry. El resultado fue un nocaut en el tercer episodio frente a Donald Walheim.
La ciudad de Kingston, Jamaica fue la sede del choque con el campeón mundial Joe Frazier. El 22 de enero de 1973, los dos guerreros norteamericanos llegaron invictos, (Frazier 29 victorias con 25 por la vía del nocaut mientras que Foreman 37 triunfos de los cuales 34 fueron a través del cloroformo).
Todos los expertos dieron de favorito al campeón, pero en solo dos asaltos Foreman lo derribó seis veces, demostrando su poder devastador. El mundo boxístico quedó maravillado y finalmente le dio la bienvenida que tanto le habían negado.
El 30 de octubre del próximo año, contando con una marca de 40-0, el noble gigante perdió su título a manos de Muhammad Ali en el inolvidable combate que se llevó a cabo en Zaire (actual República Democrática del Congo).
El campeón había estado fuera de actividad dentro del ring por más de un mes debido a una lesión y el equipo de Alí incluyendo al maestro cubano Luis Sarría, desarrollaron una estrategia de que este se escondiera en las esquinas y amortiguara los golpes al tiempo que Foreman se agotara con los lanzamientos.
El plan trabajó a la perfección y el choque culminó con una victoria para el musulmán cuando Foreman cayó noqueado en el octavo asalto.
En 1977 fue derrotado por Jimmy Young en Puerto Rico e inmediatamente después del pleito sintió una experiencia cercana a la muerte que él describió como una revelación espiritual. En ese momento tomó la decisión de retirarse y dedicar su vida a DIOS.
Después de una década alejado del boxeo predicando la palabra y ayudando a otros, decidió regresar al cuadrilátero a la edad de 38. Siete años más tarde volvió a ser campeón mundial venciendo a Michael Moorer el 20 de noviembre de 1994.
Siempre he sido de la opinión que la causa principal de ese triunfo, en adición al talento del recién desaparecido, fue la escasez de peleadores y el decline del deporte. De todas maneras, fue una gran hazaña que no se puede borrar.
Fuera del boxeo, George Foreman se convirtió en una persona admirada y querida por millones de personas. Inclusive a una gran mayoría de estos nunca le ha interesado el boxeo.
Su nombre está relacionado a una hornilla de cocinar que él propio inventó y popularizó a un nivel que pudo vender la compañía por más de $100 millones de dólares en 1999. Este éxito lo cementó como un gran hombre de negocios.
George Foreman tuvo un comienzo humilde y en momentos turbulentos, pero su visión de que podía llegar lejos nunca lo abandonó. Su jornada no fue fácil, pero su fe y disciplina de trabajo lo convirtieron en una leyenda cuyo impacto trasciende generaciones.
Hoy rendimos tributo a una persona que refleja la grandeza del ser humano cuando quiere triunfar y después de lograrlo se dedica a ayudar al prójimo.
Hasta la vista CAMPEÓN.
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