CHANO POZO el famoso percusionista cubano

Written by Alvaro Alvarez

21 de enero de 2025

Por Álvaro J. Álvarez. Exclusivo para LIBRE

Luciano Pozo González, más conocido como Chano Pozo nació el 7 de enero de 1915 en la calle Sitios #56, una cuartería en Pueblo Nuevo (sus límites son: Zanja, Avenida Arroyo, Infanta y Belascoain) barrio abierto de familias empobrecidas, negras o blancas. Tras la muerte de su madre Encarnación González Arana justo antes de que Chano cumpliera 8 años, su padre Cecilio Pozo Milián, de oficio tabaquero y natural de Consolación del Sur en Pinar del Río, estaba trabajando como limpiabotas para mantener a su familia. 

Se juntó con Natalia Lage la madre de Félix Chapottin (1907-1983) y trasladó a toda su familia a El África, un solar pobre y sórdido que tuvo un gran impacto en la vida temprana y el desarrollo de Chano. Allí vivían como 200 negros que de noche se alumbraban con un solo bombillo, era una verdadera jungla donde no entraba ni la policía misma.

Según parece la dirección era Oquendo #424 entre Zanja y San José. El agua llegaba 3 veces al mes y se almacenaba en un gran tanque lleno de gusarapos. El agua de beber había que comprarla.

Su hermano mayor era conocido como Mamadeo y luego de matar a un hombre murió en la cárcel.

Las experiencias de privación y violencia se aliviaron simultáneamente en el contacto con las tradiciones religiosas y musicales afrocubanas. La rumba, un baile callejero afrocubano impulsado por la percusión, nació en esos solares (o barrios marginales) y Chano absorbió sus ritmos comunitarios a medida que crecía. 

Uno de sus hermanastros Félix Chappottin Lage sería reconocido más tarde como uno de los trompetistas más extraordinarios de Cuba.

Si El África introdujo a Chano en las tradiciones musicales seculares y espirituales afrocubanas, la pobreza y la violencia de la vida en los barrios bajos también forjaron su carácter y su destino. De piel oscura y complexión robusta, el joven Chano abandonó la escuela después del tercer grado y se dice que vagó por las calles llevando una existencia de vagabundeo alborotado. Su hermano mayor sería condenado por apuñalar a muerte a un hombre en una pelea en la que estaba involucrado su hermano menor y moriría en prisión. 

Aficionado a cantar, bailar y tocar la batería, el joven percusionista aparentemente entabló amistad con otro niño de la calle, un mestizo llamado Miguelito Valdés (1912-1978) conocido luego como Mr. Babalú que vivía a sólo cuatro cuadras de distancia en el vecino barrio de Cayo Hueso. 

Se dice que el dúo cantaba y bailaba rumbas frente a los bares y cafés locales con la esperanza de recolectar algunas monedas, aunque se separaron en 1928, cuando Miguelito se unió al Septeto Jóvenes del Cayo. 

Pozo siguió bailando y tocando tambores en las calles a cambio de unas monedas hasta que su ausentismo, su consumo de alcohol y su comportamiento violento y delictivo le valieron a los 13 años una condena de tres años en el Reformatorio de Guanajay según el Diario de la Marina del jueves 26 de abril de 1928. En aquellos 3 años Chano aprendió a leer y escribir, además recibió formación profesional en reparación de carrocerías de automóviles y tuvo mucho tiempo para perfeccionar sus habilidades de percusión durante su detención, sus experiencias en esa institución no provocaron una reforma de carácter, sino que fomentaron el desarrollo de su personalidad de tipo duro, intolerante y violento.

A los 16 años abandonó el reformatorio y regresó a El África, donde ganó fama como rumbero, sonero y conguero. Incluso más tarde en su vida, cuando su carrera musical despegó y lideró la comparsa Los Dandys de Belén, también bailó en las comparsas El Barracón, La Mexicana, La Colombiana, La Sultana y La Jardinera. 

El 6 de octubre de 1932 la Sala Segunda de lo Criminal, Chano Pozo fue acusado por lesiones graves, pero el abogado defensor logró sacarlo absuelto.

En 1933 Chano vivía con su familia en otro solar llamado El Palomar, en el barrio de Cayo Hueso que tenía dos pisos de madera. Fue en esa época cuando el tamborero fue aceptado en la Sociedad Secreta Abakuá, conocidos también como ñáñigos, cofradía masculina de origen religioso africano.

Se vistió en las mejores sastrerías de La Habana y condujo un costoso automóvil Cadillac convertible rojo, un regalo de Amado Trinidad, aunque nunca abandonó los solares.

Fue en aquellos solares donde Pozo aprendió sobre los cultos religiosos afrocubanos, se inició en la secta Abakuá y comenzó a practicar la santería. Pozo adoptaría estas tradiciones sagradas de percusión y también las transformaría en los ritmos seculares de las congas que definirían su identidad como el principal percusionista de Cuba. Llegó a tocar hasta cinco congas para lograr los polirritmos que lo hicieron famoso. Incluso mientras ganaba un magro ingreso como mecánico de automóviles, hacía música reparando abolladuras y enderezando guardafangos. En sus horas de ocio tocaba las congas siempre que podía con las comparsas locales, los músicos callejeros que desfilaban en los días de los santos patronos y durante el carnaval. Chano siguió encontrándose en el lado equivocado de la ley y cumplió otra condena en prisión que finalizó en 1935.

Según Diario de la Marina del 24 de marzo de 1937, Chano, vecino de Zanja #72 fue arrestado por la policía de la 6ª Estación acusado por robo y amenazas de muerte a Joaquín G. Calderín.

El 29 de marzo, unos pocos días después, apareció ante el Tribunal de Urgencias por cargos de tenencia de armas, saliendo absuelto.

El encuentro entre la cantante Rita Montaner y Chano se produjo cuando él estaba tocando en unos tablados y ella maravillada, le dijo: “Oye, negrito, ¿tú qué cosa eres?”. Y, él respondió: “Limpiabotas”. Pues, ven conmigo, a ti, te tiene que oír Amado. Y así mal vestido como estaba Chano lo llevó a la RHC Cadena Azul ante el dueño de la emisora. Cuando se lo presentó al guajiro Amado Trinidad, después de ver la facha de Chano y lo mucho que ella lo ponderaba, solo pudo decirle: “Chica, ya estás tú con tus fantasías”. Más tarde, en un concierto, del tamborero, el guajiro se quedó bobo y comentó asombrado: ¡Qué artista!, ¡Qué artista!

Más tarde en esa década, Chano reanudó su amistad con Miguelito Valdés y junto con su hermanastro, Félix, los tres jóvenes forjarían una alianza musical a fines de la década de 1930 que los llevaría de las calles a los estudios y a los escenarios como artistas populares.

En 1938, Chano fue invitado a tocar la conga principal de Los Melódicos, quienes habían obtenido un concierto selecto en el Hotel Presidente. 

En 1939, Pozo comenzó como bongosero en el popular septeto Carabina de Ases, cuya especialidad era la música afrocubana y tocaban junto a otros once conjuntos en los Jardines de La Polar.

Ganando popularidad, luego tocó ante un público con entradas agotadas en el legendario Teatro Martí, aunque las costumbres de segregación le impidieron ingresar a algunos estudios de grabación. 

Su amigo, Miguelito Valdés, se había convertido en una sensación local, cantando con la Orquesta Casino de la Playa. 

Mientras Miguelito animaba a Chano a componer, el pianista y arreglista de la banda, Anselmo Sacasas (1912-1998) natural de Manzanillo, transcribía y traducía lo que Chano cantaba en notas musicales. Miguelito cantó y la banda del Casino de la Playa grabó el 15 de enero de 1940 para el sello Víctor la primera composición musical de Chano, “Blen, Blen, Blen” que se convirtió en un éxito instantáneo, por supuesto con arreglos de Anselmo Sacasas. 

En 1940 siguieron otras canciones populares, entre ellas: Ariñáñara (25 de marzo), Muna Sangafimba (16 de octubre) y Guagüina Yerabo (21 de octubre).

En 1940, Chano Pozo encontró trabajo como guardaespaldas de un senador local, quien a su vez lo presentó a Amado Trinidad Velazco, el dueño de la emisora ​​de Radio Cadena Azul.

Se hizo muy amigo de Rita Montaner y pronto comenzó a ensayar con el maestro Leonardo Timor y se unió a su banda RHC Cadena Azul, para sus espectáculos nocturnos en una época en la que era bastante raro que una banda de jazz incluyera percusión cubana. A medida que su reputación crecía, también lo hacía su acceso a lugares exclusivos. 

En 1941, Pozo, bien afeitado y elegantemente vestido, se convirtió en el Percusionista de la Orquesta del Hotel Nacional.

Con un esmoquin blanco, zapatos, sombrero de copa y frac, Pozo continuó liderando Los Dandys de Belén, transformando la comparsa en el grupo de desfile más popular de La Habana a principios de la década de 1940. 

(Siento un bombo, mamita, me está llamando. Siento un bombo, mamita, me está llamando. Sí, sí, son los Dandys. Sí, sí, son los Dandys). La Conga de Los Dandys se convirtió en tema emblemático de la mítica y famosa Comparsa de Belén. Por supuesto una creación de Chano Pozo.

Allí fue donde Chano conoció a su novia eterna, la hermosa mulata Caridad Martínez “Cacha”, famosa rumbera del barrio de Belén.

Los Dandys incluso promocionaron una canción sobre ellos mismos, “Conga de Los Dandys”, el 21 de julio de 1941 una canción popularizada por el líder de una gran banda latina Xavier Cugat en Nueva York, con Miguelito Valdés como vocalista. 

En 1942, Miguelito grabó y convirtió en un éxito una de las composiciones de Chano, “Nagüe”, esta vez actuando con Machito and His Afro-Cuban Boys.

Mientras la moda de la Rumba iba siendo reemplazada por la Conga en los musicales de Hollywood de los años 40.

Chano encontró una nueva forma de ganarse la vida, viviendo en el solar El Ataúd en la calle Genios (barrio de Colón) alquiló un par de cuartos, derribó las paredes que separaban las habitaciones y abrió un estudio de baile. Según Adrián Zanabria, Miguelito Valdés fue el que sugirió esa idea y él le enviaba las americanas que querían aprender a bailar rumba “y algo más”.

Allí vivía acompañado de una joven negra, Laura Lazo a quien conoció desde que ella tenía 13 años. 

Uno de los participantes más reconocidos de las comparsas de La Habana, su notoriedad como percusionista y bailarín de rumba lo convirtió en una elección natural con su Congo Pantera para el primer gran musical del famoso bailarín y coreógrafo ruso, Lichine en Tropicana. La instrumentación fue de Alfredo Brito. Chano Pozo, hizo el papel del cazador jefe de la tribu. El escenario central se extendía a los árboles y el follaje que los rodeaba. Además de ser el primer bailarín también tocó la conga y compuso el tema principal del espectáculo, Parampampin y trabajó junto a Mongo Santamaría.

Congo Pantera resultó algo histórico porque logró el encuentro entre David Lichini, Chano Pozo y Roderico Neyra (el luego famoso internacionalmente, Rodney).

Como Tropicana estaba muy cerca del Colegio de Belén, los sacerdotes y vecinos se quejaron del ruido producido durante el espectáculo Congo Pantera. Fueron a juicio, pero no hubo cambios en Tropicana gracias al abogado Carlos Manuel Palma quien convenció al juez. 

Chano fue miembro de la orquesta de los Hermanos Palau.

Pozo se había vuelto tan popular en La Habana que un artículo completo sobre el percusionista y una composición original del mismo se publicaron en la edición del 14 de junio de 1942 del periodista Arturo Ramírez de la Revista Carteles, quien lo entrevistó a las 9 de la mañana en su casa en la calle Genios y le contó lo siguiente: “Un día caminando vio a un hombre muy feo y pensó, tiene cara de parampampín. De allí sacó la letra su guaracha”. Grabada por primera vez por Antonio de la Cruz “Cheché con la orquesta Casino de la Playa para Víctor el 17 de junio de 1941. 

Chano vendió periódicos para Alfredo Hornedo, quien lo protegió siempre y trabajó para él de albañil en las obras del Casino Deportivo. 

Durante 9 meses fue el bailarín del cabaré Afrocubano y allí lo contrataron unos americanos junto a Mercy Varona para trabajar en una película filmada en el Hotel Presidente, donde Chano aparece en muchas escenas bailando rumba.

Formó un grupo de tambores con Agustín Gutiérrez, Mario Carballo y Antonio Zamora y como bailadora Julia Díaz y Felicia Cortés. Le contó que tenía 23 trajes confeccionados por los mejores sastres de La Habana, así como numerosos sombreros jipi. Un reloj de pulsera de oro, una cadena y medalla de San Antonio, una sortija de zafiro, un alfiler de corbata de $150.

En 1944, Pozo fue invitado a unirse como percusionista a la nueva banda estelar del matancero Humberto Cané (1918-2000). La banda, que incluía al hermanastro de Pozo, Félix Chappottin, tocando la trompeta, pronto se convirtió en un elemento destacado de la estación de radio RHC. Poco después, Chano asumió el papel de líder de la banda del rebautizado Conjunto Azul. La banda hizo grabaciones para las compañías discográficas Musicraft, Victor y Pan-Art y su música se podía escuchar en las máquinas de discos de toda Cuba, incluso cuando Miguelito y Machito estaban popularizando sus composiciones en EE.UU. 

Su primera composición fue un afro titulado, Guagüina Yerabo, producto de una inspiración en una fiesta de santo que fue invitado.

Pero Chano tenía una manera de gastar sus pesos incluso más rápido de lo que los acumulaba. Creyendo que lo estaban estafando con sus regalías, Pozo irrumpió en la oficina de su representante en la Sociedad de Escritores, destrozó el lugar cuando Ernesto Roca le aconsejó paciencia y amenazó con violencia si no le pagaban lo que le correspondía la tarde siguiente. Roca contrató a Santo Ramírez, percusionista, compatriota Abakuá y gran amigo de Chano Pozo para que interviniera y lo apaciguara, pero el encuentro terminó en violencia. Después de que Pozo golpeara a Ramírez, este sacó una pistola y le disparó varias veces, y una de las balas fue imposible de extraer de forma segura. Pozo se recuperaría, pero también sufriría dolores de espalda para siempre.

Pocos percusionistas han desempeñado un papel tan integral en la formación de la música latina como Chano Pozo, quien ascendió hasta ser considerado como uno de los percusionistas cubanos más influyentes de principios del siglo XX, trascendiendo la raza y el estatus socioeconómico mientras desempeñaba papeles clave en una amplia gama de géneros folclóricos y populares, tanto en su Cuba natal como, tras emigrar a los Estados Unidos. 

Conguero, compositor, bailarín y bon vivant, Pozo se inició siendo un adolescente en los clubes y bares sórdidos de La Habana, a menudo aceptando sumas insignificantes como portero de la escuela para mantener a su familia mientras se abría camino como rumbero (bailarín/artista de rumba) y luchador callejero, antes de ser tomado más en serio como un coreógrafo galardonado. Sus composiciones cargadas de groove se abrieron paso en la escena del cabaré de La Habana (incluido el famoso Tropicana) y luego en la ciudad de Nueva York, donde los innovadores cuñados Mario Bauzá y Frank Grillo “Machito” transformaron las piezas rítmicamente intrincadas de Pozo en un sonido completamente nuevo y armoniosamente rico que más tarde llamaríamos jazz latino.

Según contara Silvestre Méndez, conoció a Chano en San Rafael y Escobar donde vivía su novia Petrona, la hermana menor y la predilecta de Chano quien lo inspiró a tocar con tres tumbadoras simultáneamente.

Los músicos estaban encantados con Amado Trinidad y su emisora RHC Cadena Azul, por ejemplo, el 2 de abril de 1943, Miguelito Valdés firmó un contrato por $100 diarios, ¡algo nunca visto a un artista cubano! Gracias a este empresario de Ranchuelo, Chano Pozo encontró el ámbito propicio para explayar con libertad todas sus facultades, ingenio y destreza interpretativa.

Chano, en esa época, vivía en el solar El Ataúd, en Genios #207 entre Consulado e Industria, barrio de Colón, muy cerca de los estudios de RHC y se dice que Trinidad le asignó el puesto de conserje y lo ubicó en la entrada del edificio donde el rumbero no paraba de percutir y cantar, con su innata y espontánea simpatía, llamando la atención de todos los que llegaban al edificio de Prado #54 esquina a Capdevila.

En su edición de noviembre de 1942, la revista Ecos mencionó a Chano Pozo como el bongosero insustituible de la Orquesta Havana Casino y lo catalogó de Rumbero Mayor. En 1943 volvió a publicar fotos de Chano y de los otros 13 músicos. En 1945 Chano seguía como tumbador en la Havana Casino.

El 3 de enero de 1944 Amado Trinidad trajo a Jorge Negrete (1911-1953) por primera vez a La Habana. Silvestre Méndez y Chano Pozo organizaron un recibimiento en forma de conga con 30 automóviles y policía motorizada. Desde el aeropuerto hasta los estudios de RHC en Prado #54. 

Senén Suárez conoció a Chano en la RHC y dijo que el Conjunto Azul estaba integrado por:

Félix Chappottín y José Floriano (trompetas), Jesús Díaz Chaúcha y Marcelino Guerra Rapindey (voz y guitarra), Alfredo León (voz y clave), Humberto Cané (tres), Adolfo O’Reilly (piano) y Chano Pozo en la tumbadora.

El sábado 21 de octubre de 1944 a pesar del ciclón que azotó La Habana, Chano Pozo, Rita Montaner, Anibal de Mar, Isolina Carrillo, Luis Echegoyen y el tenor Toty Lavernia viajaron a Santa Clara para poder transmitir desde la CMHI porque la torre de transmisión de RCH había sufrido daños. Estos realizaron tres funciones en el Teatro La Caridad.

Las primeras grabaciones de Chano como intérprete son las 10 piezas grabadas para el sello Seeco en La Habana entre marzo y agosto de 1946 con el Conjunto Azul. Aunque solamente fueron publicados 4 en dos discos de 78 rpm.

Su amigo de la infancia, Miguelito Valdés, regresó a Cuba en 1946 e instó al percusionista a que dejara de lado sus problemas en La Habana y viajara con él a los EE.UU, donde su música ya era muy conocida, dado que él, Xavier Cugat y Machito habían estado interpretando sus canciones. 

Junto con la bailarina Caridad Martínez, Cacha, Pozo viajó a Nueva York en 1946 a insistencia de Miguelito Valdés, Mr. Babalú, pues en realidad le dolía dejar su querida Habana pero el cantante lo embulló, prometiéndole jugosos contratos.

El 20 de octubre de 1946, Chano Pozo acompañado de su novia la bella rumbera Caridad Martínez (Cacha), llegaron a Miami en un vuelo de Cubana de Aviación. En el solar de la calle Genios quedó Laura Lazo.

El destino final era el #127 West de la calle 111 entre 7ª y Lenox en Harlem de Nueva York y su pasaporte decía: 5’6”, soltero y residente en San Rafael #582, casa de su padre Cecilio Pozo.

Chano actuó por primera vez en el cabaré La Conga, en 57 West 57 St. en Manhattan, desde 1937, junto a Cacha su mujer, quien hizo una gustada pareja de rumba con Pepe Becké.

Pozo de inmediato se encontró entre la élite cultural, trabajando junto a un quién es quién de músicos y bailarines, entre ellos Miguelito Valdés (también conocido como Mr Babalú) ​​y Katherine Dunham.

Pozo estaba en enero de 1947 de regreso en La Habana para regresar el jueves 3 de abril de 1947 en el crucero S.S. Florida al puerto de Miami, pero esta vez con una visa de residente permanente.

Tras desembarcar en Miami, Chano puso rumbo a Nueva York (Nuevayol como él decía).

En la primavera de 1947 se cumplía un año desde que Dizzy Gillespie (1917-1993), el gran trompetista y líder del Be-Bop Jazz, había formado su innovadora Big Banda Dizzy, que siempre buscaba cosas nuevas, se sentía muy atraído por la polirritmia de las orquestas de Machito y Noro Morales, iba a verles actuar siempre que podía y, en ocasiones, participaba con ellos. 

Dizzy se encontraba entonces trabajando en la preparación de un concierto que debía celebrarse en septiembre en el Carnegie Hall de Nueva York (en la 57 St. y la 7ª Avenida). 

Según Gillespie: “Cuando Chano llegó a EE.UU, yo tenía mi propia orquesta, pero el problema era que no podía encontrar un buen baterista, así que fui a buscar a Mario Bauza, que ha sido mi padrino musical, el que incluso me había conseguido un puesto en la banda de Cab Calloway, la mejor de Nueva York. Le pregunté a Mario, que era una autoridad en música afrocubana, si conocía a algún baterista realmente bueno. Sí pero no habla inglés, me respondió. Me llevó a su apartamento y así fue como elegí a Chano Pozo y nunca me arrepentí.

Cuando nos estrechamos las manos, sentí como si estuviera apretando hormigón. No imaginaba lo que iba a ser, porque todavía no sabía cuál era su potencial. Aquella misma noche lo vi actuando en La Conga y comprendí que aquel tipo era realmente bueno”.

Gillespie agregó: “Chano cambió el gusto musical en los EE.UU, y me alegra haber tenido algo que ver con ese fenómeno. Chano fue el factor decisivo en la introducción e integración de la música afrocubana en el jazz estadounidense”.

Gillespie reconoció que él y Pozo “trajeron la música cubana a los EE.UU y fueron parte de la razón de su expansión. Ningún músico ha tenido una influencia mayor, tal vez Dámaso Pérez Prado, pero la influencia de Chano superó incluso a él. Aunque no hablaba inglés, nos entendimos de inmediato a través de nuestra ascendencia africana, y estuve con él hasta el día de su muerte. Su música sigue viva”.

El modo en que Chano tamboreaba ritmos increíbles de su tumbadora dejó tan asombrado a Dizzy que no dudó en contratarlo, a pesar de que, además de no hablar inglés, tampoco sabía leer música. 

A los pocos días el percusionis­ta empezó a ensayar con la orquesta y al principio encontró dificultades con el baterista Joe Harris. Chano, acostumbrado a los ritmos afrocubanos en 2/4, no estaba muy al corriente en lo que se refiere a los ritmos 4/4 del jazz, por lo que tuvo que pasar por un periodo de adaptación, junto a la sección rítmica que formaban John Lewis al piano, Milt Jackson al vibráfono, Ray Brown poco después sustituido por Al McKibbon al contrabajo y Harris a la batería. Lo que nadie imaginaba que para Chano aquel sería el principio de un ascenso meteórico e imparable.

Dizzy y Charlie Parker, tras dos semanas de gira y una breve estancia en el Savoy Ballroom, llevaron por primera vez el Be-Bop al Carnegie Hall de Nueva York el lunes 29 de septiembre. Aquel día se estrenaron dos obras, “Toccata for Trumpet” (de John Lewis) y, sobre todo, la “Afro-Cuban Suite” (de George Russell), que fue muy aplaudida por el público. La interpretación de esta última, dividida en dos movimientos: Cubana Be y Cubana Bop, fue dirigida por el propio Russell, con la incorporación de Chano Pozo y el bongosero Lorenzo Salán a la sección rítmica. 

Así pues, con la interpretación de esta composición Chano Pozo hizo su debut oficial en la orquesta de Dizzy Gillespie. 

Ella Fitzgerald dijo al respecto: “Esta noche ha nacido un nuevo sonido en el jazz”. 

Entre el 7 de junio y el 30 de agosto de 1947, aprovechando la estadía de Olga Guillot en Nueva York, en el Nola Penthouse Studio de la West 57 St. donde Gabriel Oller grababa con el sello Coda. Allí estaban Arsenio Rodríguez, Miguelito Valdés, Marcelino Guerra Rapindey, Carlos Vidal, Machito, René Hernández, Mario Bauzá, Ubaldo Nieto, José Mangual, Bilingüi Ayala y Jordi Pujol. Fueron 3 días y 12 horas de grabaciones. 

Todavía con los ecos del concierto del Carnegie Hall presentes entre el público y la crítica, el 9 de octubre la orquesta inició una semana de contrato en el Adams Theatre de Newark, New Jersey, compartiendo de nuevo cartel con Ella Fitzgerald. Para estas actuaciones Gillespie decidió prescindir del bongosero Salán y llevarse sólo a Chano Pozo.

A pesar de las críticas adversas procedentes de los sectores tradicionalistas, el interés por el bop siguió creciendo y la orquesta de Dizzy Gillespie continuó con su apretado programa de conciertos por el este del país. 

El día 17 de octubre debutaron en Bing Hampton, en el estado de Nueva York, y el 18 tocó en la Universidad de Cornell, en Ithaca, también en Nueva York. 

A la mañana siguiente, durante el viaje en autobús que les llevaba a Boston para actuar en el Symphony Hall aquella misma noche, George Russell oyó a Chano golpear rítmicamente el respaldo del asiento mientras cantaba “en un dialecto del oeste africano, una música que parecía misticismo africano”, explicaría más tarde un fascinado Russell, que aña­dió: 

“Le propuse a Dizzy que en el concierto de aquella noche abriésemos con Cubana Be y luego dejáramos a Chano un solo completo al principio de Cubana Bop. La impresión que causó esta música era tan tremenda que, en palabras de Russell, “la audiencia no podía creer que una orquesta consiguiera llegar a aquellas cotas de excitación e innovación”.

Aquella noche, en el Symphony Hall de Boston, se interpretó por primera vez la versión definitiva de la Afro-Cuban Suite. Fue realmente asombroso en aquella época. Un prodigio de imaginación, en el sentido armónico.

Para los bateristas de jazz, Chano Pozo fue un revolucionario. Se estremecían ante el inesperado reformador y su influencia fue inmediata. “Él les enseñó el camino hacia nuevas e ilimitadas posibilidades”, escribió el musicólogo Marshall W. Stearns, profesor de la Universidad de Nueva York. “El jazz aseguró entonces Stearns ya no volverá a ser lo que fue. Hay algo nuevo definitivamente incorporado a él, que además es la mayor contribución del bop al jazz, a saber, la vigorización del ritmo, debido al influjo directo de la música afrocubana”.

El 22 de diciembre de 1947, la orquestal de Gillespie con Chano se reunió en los estudios de la RCA Víctor para la producción de los primeros discos de afro-cuban jazz. 

El viernes 26, la orquesta con Sarah Vaughan apareció en un concierto en la Brooklyn Academy of Music, y al día siguiente dieron otro concierto en el Town Hall. Aquella noche, los ritmos, solos de tumba­dora y cantos de Chano fascinaron a la audiencia, y su nombre quedó definitivamente ligado a la historia de aquella explosiva orquesta. 

En esa presentación de Chano Pozo junto a la banda de Dizzy Gillespie, en el Town Hall de New York, en 1947, descrita por el escritor Marshall Stearns: “Chano Pozo se agachó en el centro del escenario y batió un tambor de muchas voces con sus manos encallecidas. Mantuvo al público en un silencio de sobrecogido respeto durante treinta minutos, cantando en un dialecto del África Occidental, mientras subía y bajaba, de un murmullo al alarido, y volvía al punto de partida”.

Una segunda sesión de grabación tuvo lugar el día 30, en la que se registraron los títulos Manteca, Col-Ya­Koo, Minor Walk y Good Bait. La combi­nación del ritmo afrocubano con las figuras y acentos del bebop hicieron de Manteca un verdadero espectáculo, que duraba no menos de 45 minutos y en el que Chano Pozo era el Rey.

Una de las melodías afrocubanas más conocidas de la banda de Gillespie, Manteca, fue escrita por Gillespie, Pozo y Gil Fuller en 1947, la melodía se convirtió en el primer estándar de jazz en estar en clave. 

Gillespie describe cómo se formó la melodía en su autobiografía:“Chano Pozo vino a mí y me dijo tener una idea para una melodía. Realmente cuando vino, ya había descubierto lo que haría el bajo, cómo comenzaría, cómo entrarían los saxofones después. Tenía ese riff. Tenía los riffs de los trombones, tenía los riffs de las trompetas”. 

Chano no tenía ni idea de quien era el fotógrafo que lo estaba retratando aquella tarde de 1948, pues era Allan Grant quien lo tenía bajo el lente de su cámara en su estudio neoyorquino, el mismo que 14 años después tomó la última foto, con vida de Marilyn Monroe. Aparentemente aquellas fotos eran para la revista Life, para ilustrar el escrito sobre Dizzy Gillespie.

El 16 de enero de 1948, Dizzy y todos los integrantes de la orquesta embarcaron en un vapor sueco con destino Gothenburg la segunda ciudad de Suecia. Una gira llena de problemas económicos que obligaron a cancelar los conciertos previstos en Checoslovaquia, Holanda, Alemania, Suiza e Inglaterra. 

Dizzy pudo conseguir del promotor sueco parte del dinero pactado, pudiendo llevar a cabo los compromisos de su próxima etapa, que los llevó a Bélgica. Una vez desvinculados del promotor, fueron contratados para actuar en París, Lyon y Marsella.

El 12 de marzo, gran parte de la orquesta embarcó a bordo del buque fran­cés De Grasse e inició el viaje de regreso a Nueva York, mientras Gillespie y Chano, aquejado de un terrible dolor de espalda, lo hacían en avión. 

De regreso en Nueva York, la orquesta actuó el día 20 en un concierto de bienvenida en el Town Hall, después del cual algunos músi­cos abandonaron la formación. Siguieron unos días de descanso, en los que Dizzy reorganizó la orquesta antes de empezar una serie de ensayos para preparar su debut, a partir del 30 de abril, en el Teatro Apollo de Harlem, donde estuvieron tocando una semana.

Durante el verano, cuando el be-bop había llegado a su cenit y después de varias actuaciones por la costa este, la orquesta realizó una gira por California. El 19 de julio la formación de Dizzy se presentó en el Pa­sadena Civic Auditorium, en un Concierto histórico.

El 17 de septiembre comenzaron una semana de contrato en el Regal Theatre de Chicago y el 26 tocaron en el Pershing Ballroom con Charlie Parker como invitado. 

De vuelta en Nueva York, la orquesta fue contratada para inaugurar la temporada de otoño en el Royal Roost, conocido como “The Metropolitan Bopera House”, donde a partir del 30 de septiembre actuaron durante cuatro semanas. De aquellas memorables actuaciones Tumbao presenta grabaciones en el que se puede apreciar la importancia rítmica que había adquirido Chano en el repertorio de la orquesta.

Después de una semana en el Teatro Apollo y de un concierto en la Universidad Cornell, la orquesta viajó hasta Columbia, Carolina del Sur, donde el 17 de noviembre inició una gira por el centro y el sur del país. El día 22 de noviembre de 1948, encontrándose la orquesta en Raleigh, Carolina del Norte, al finalizar la actuación les fueron robados del camerino cuatro trajes a Dizzy Gillespie y las dos tumbadoras de Chano. 

Según explicó Gillespie más tarde: “Chano decidió volver a Nueva York, comprar unas nuevas tumbadoras y reunirse con la orquesta en otra ciudad sureña. Lo acompañé hasta la estación. Vi al tren alejarse. No sabía que era la última vez que le veía con vida”. 

Solamente horas de vida le quedaban al percusionista y compositor, autor de unas 112 melodías, entre ellas la pieza clásica del jazz afrocubano Manteca.

Chano que vivía en el #127 West de la calle 111, a las 10 de la noche del jueves 2 de diciembre de 1948, estando en Río Café en la calle 111 y la Avenida Lenox en Harlem tras una acalorada discusión debido a la calidad de la marihuana, Chano murió acribillado por cinco balazos por Eusebio Muñoz de 38 años, conocido por El Cabito, un exmarine durante la II Guerra Mundial quien le había vendido la yerba y que había nacido en Key West, pero de padres cubanos. (Otros dicen que era puertorriqueño).

El cuerpo de Chano fue llevado al hospital Bellevue. Su cadáver fue velado en la Funeraria París 151 West 131 St. todo pagado por Miguelito Valdés. Por allí pasaron a rendirle tributo: Duke Ellington, Dizzy Gillespie, Machito, Mario Bauzá, Tito Puente, Tito Rodríguez y Cab Calloway, entre otros famosos. Fueron cientos las personas que acudieron a darle un último adiós.

Al día siguiente de que Pozo fuera asesinado a los 33 años, Miguelito Valdés y Cacha Martínez hicieron los arreglos para que los restos del percusionista más famoso de Cuba fueran enviados de regreso a su tierra natal para ser velado en la Funeraria de Infanta y San José. Amado Trinidad también contribuyó con los gastos.

El sábado 11 de diciembre de 1948 a las 4 de la tarde se efectuó el sepelio hasta el Cementerio de Colón en La Habana. A pesar de haber sido asesinado en la flor de la vida, el legado de Chano Pozo ha perdurado, y muchas de sus grabaciones originales de jazz afrocubano siguen siendo muy buscadas y muchas de sus composiciones se reeditan continuamente.

Su muerte llegó justo cuando empezaban a sonreírle la gloria y el dinero. Dizzy Gillespie dijo treinta años más tarde después del asesinato: “Chano se anticipó a su época. Los músicos que hoy tocan la tumbadora no han escapado todavía a la influencia de Chano. Hacen sus pequeños toques distintos, sí, pero fue Chano quien estableció los auténticos fundamentos del instrumento”. 

En poco tiempo, Chano Pozo trazó una leyenda que, después de más 76 años, aún enaltece la música cubana.

Sus hermanas eran Petrona y Celia y su hermano Cecilio (Chicho). Aclaremos que su vida, su familia y su muerte están llenas de irregularidades, existen diferentes versiones de casi todo.

Tras su muerte Benny Moré (1919-1963) le rindió homenaje con su canción Rumberos de ayer.

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