El Habana Yacht Club: el primero de los grandes Clubs

Written by Alvaro Alvarez

14 de enero de 2025

Por Álvaro J. Álvarez. Exclusivo para LIBRE

Desde 1883 el gobierno colonial había actuado para mejorar el transporte hasta esta zona de playa. En el año 1884 se inauguró el Ramal de Ferrocarril a la Playa que facilitó aún más el acceso al lugar.

Las sociedades deportivas habaneras, algunas de ellas creadas en los tiempos coloniales, fueron un motivo de legítimo orgullo para la capital, en una época en que el cultivo de los ejercicios físicos, cuyos hombres buscaban, a través del deporte, el desarrollo corporal de los más jóvenes y el merecido descanso de los mayores, después de sus labores habituales de oficina.

En 1886, un grupo de esos jóvenes, aficionados a los deportes náuticos y las excursiones, que casi siempre terminaban en la antigua Concha, en la playa de Marianao, celebraban sus reuniones todos los domingos en una pequeña casa de madera que poseía en las cercanías de aquel lugar, para su recreo veraniego, el ciudadano británico Joseph White Todd, quien gustosamente les ofrecía su hospitalidad, y en una de esas tertulias surgió la idea de constituir un Club Deportivo con el fin de dar organización legal a sus actividades.

Aceptado el proyecto por todos los miembros del grupo, se celebró un almuerzo el domingo 26 de octubre de aquel año, en el que se acordó reunirse de nuevo el día 29 del propio mes en la casa de la calle Virtudes #75, donde residía Antonio Bollag y en esa ocasión quedó constituida oficialmente la sociedad, a la que dieron el nombre de Habana Yacht Club y que tendría como lugar de reunión la casa del Sr. Todd en la Playa de Marianao. 

Los 13 jóvenes deportistas que participaron en aquella reunión y que se convirtieron en socios fundadores fueron: Carlos F. Carbonell, Antonio Bollag, Ernesto A. Longa, A. Crawford, Luis Pedemonte, Tomás Collazo, Ramón Juliá, Ramiro López de Mendoza, Charles A. Salmon, Charles R. Todd, Antonio Moner, John P. Méndez y J. A. Malean.

También se consignaron como socios precursores del club, aunque no como fundadores, los nombres de Marcos Antonio Longa, Guillermo Collazo, Manuel Ajuria, Alfredo Deulofeu, Aurelio Granados, Roberto Orr y Raúl Cay, los que no estuvieron presentes el día de la constitución de la sociedad, pero contribuyeron a su fundación por ser integrantes del grupo de amigos que asistía los domingos a las reuniones en la casa del Sr. Todd.

La primera Junta Directiva quedó formada por los señores Alfredo Deulofeu, Comodoro; Ramiro López de Mendoza, Vice-Comodoro; Antonio Moner, Contra-Comodoro; Ernesto A. Longa, Secretario, y Manuel Ajuria, Tesorero.

La inauguración de la Casa Club se efectuó el día 5 de junio de 1887, día en que comenzó la primera regata oficial del HYC, nombrándose al Sr. Carlos Todd, miembro del Comité de Regatas. Entre los yates inscritos, se encontraba el Nipe de Antonio Bollag. A los socios del Club se entregaron, además de la suya, dos invitaciones para la matinée de inauguración.

El HYC vino a llenar un gran vacío que entre nuestras diversiones existía. Contaba ya con 30 miembros, que poseían 14 elegantes yates cuyas esloras variaban desde 23 a 40 pies, con comodidades superiores a los de embarcaciones de mayor capacidad.

El Reglamento, aprobado por todos los integrantes del Club, comenzó a regir en 1887, y se crearon dos comisiones permanentes, denominadas Comité de la Casa y Comité de Regatas, encargadas de las diversas actividades, y la inscripción legal, al número 149, libro primero, folio 50, del Registro de Asociaciones del Gobierno Provincial de La Habana, fue hecha el 20 de diciembre de 1888.

La cuota primitiva de la sociedad fue de $21.80 oro, al año, la que fue modificada en 1889, fijándose las sumas de $8.50 oro como cuota de entrada y $5.30 oro como cuota trimestral.

El club no tardó en adquirir cierta preponderancia por el elevado concepto en que se tenían a sus integrantes, y pronto empezó a transformarse de un simple lugar de reunión de sus socios en un centro de esparcimiento de las familias distinguidas que veraneaban en la playa, y su condición social trascendió a los niveles oficiales, siendo casi reconocido como una corporación nacional.

Un hecho significativo ocurrió en abril de 1888, cuando dos náufragos de un bote llamado Lucrecia fueron rescatados en alta mar por el yate Margarita, de Ernesto A. Longa, lo que les valió a los yatistas Longa, Juliá, Gobell, Todd y Pol ser condecorados por el Gobierno Español de la Isla de Cuba y la Sociedad Española de Salvamento de Náufragos.

La sociedad se mantuvo instalada, en los primeros años, en la casa del Sr. Todd, pero ya entre 1891 y 1892, actuando como Comodoro Aurelio Granados, se comenzó a pensar en la necesidad de una sede social más amplia. En un almuerzo celebrado en 1892 se inició la primera colecta para la construcción de una nueva casa, con resultados altamente provechosos pues se llegaron a recaudar $50,000. 

Con esos fondos se dio inicio a la nueva fabricación en el mismo lugar de la antigua casa del Sr. Todd, para lo cual se constituyó en 1893 la Sociedad de Fomento de la Playa de Marianao, con su directiva compuesta por los socios del club Leopoldo Solá, Narciso Maciá y Teodoro Zaldo, respectivos Presidente, Secretario y Tesorero, más dos Vocales y dos Suplentes.

Esta Sociedad se convirtió en propietaria de la casa y los terrenos donde ésta fue construida, y para concluir los trabajos hizo dos emisiones de bonos hipotecarios, una por un valor de $6,600 y la otra por $7,400, garantizadas con los bienes que poseía el Club. 

Con los fondos recaudados, más donaciones de algunos socios, pudo por fin quedar inaugurada, en 1894, la segunda casa del Habana Yacht Club.

Algunos de aquellos bonos fueron adquiridos por socios que los donaron generosamente al Club y el resto, hasta completar el total emitido en las dos series, fue saldado de su peculio propio por el asociado Carlos F. Carbonell, quien ejerció las funciones de Comodoro hasta su fallecimiento en 1916. La Directiva del Club le reconoció a Carbonell un crédito por el importe de los bonos que había adquirido y al liquidarle la deuda se convirtió el Club en poseedor de la totalidad de los referidos bonos hipotecarios, lo que le permitió, mediante un procedimiento sumario establecido en el Juzgado de Primera Instancia de Marianao, obtener en 1914 la propiedad del terreno y la casa que ocupaba en la playa de Marianao. 

En ese mismo año se terminó de pagar la casa del Sr. Todd, a la que se le había fijado en 1910 un precio de 1,000 libras esterlinas, pagadero en cinco años con un 3 % de interés anual.

Al estallar la Guerra de Independencia el Club tuvo que recesar sus actividades por haberlo abandonado la mayoría de sus socios, unos por incorporarse a las fuerzas mambisas y otros en desacuerdo con las relaciones que se mantenían con las autoridades gobernantes en la isla. Para evitar su destrucción, el socio José Springer trasladó para la casa el Consulado Americano, que se mantuvo allí instalado desde 1896 hasta 1899, logrando de ese modo que el gobierno español respetara el lugar durante todo el tiempo que duró la contienda libertadora.

Finalizado el dominio español en 1898, estuvo acampado en el Habana Yacht Club el Mayor General Mario García Menocal, Jefe del Quinto Cuerpo de La Habana y Matanzas, y como huéspedes de honor lo acompañaron el Mayor General Calixto García, de paso para la ciudad de Washington, el General Mayía Rodríguez, Jefe del Departamento Occidental y el General José Lacret Morlot. Al fondo de la casa acampó la infantería del Ejército Libertador dirigida por el General Leyte Vidal, y a la izquierda, la caballería del General Pedro Delgado, la escolta del General Menocal y la columna voluntaria que este trajo de Oriente a Occidente.

En ese mismo año se celebró una fiesta en el Club, organizada por la señora Caridad Pedroso de Morales, en la que se tocó por primera vez el Himno Nacional, ejecutado por Hubert de Blanck y coreado por un grupo de distinguidas señoritas de la sociedad habanera.

En 1900 el Club recuperó su vida normal y celebró elecciones, en las que resultó electo Presidente, José Springer, a quien se le reconoció su meritoria actitud para proteger el Club durante los años de la guerra.

A partir de 1902, con la instauración de la República, el Club tuvo un crecimiento notable en su membresía a la vez que incorporó nuevos elementos para el disfrute de sus asociados, por lo que la edificación que ocupaba resultó pequeña y se hizo inevitable pensar en una nueva casa. 

A ese fin, en 1915, varios directivos comenzaron a laborar en un hermoso proyecto para dotar al Club de un edificio más apropiado y de acuerdo con las exigencias del momento. Para recaudar los fondos requeridos por la construcción se aumentaron las cuotas de entrada y mensual y a la vez se recabó la contribución de los propios socios, a fin de lograr fondos para la fabricación de una nueva edificación dotada de locales más amplios, para lo cual se comenzó por adquirir un terreno de 1,500 metros situado al fondo del Club.

La construcción no pudo iniciarse de inmediato debido a varios problemas legales, el más grave de ellos consistió en que el Ayuntamiento de Marianao había aprobado un proyecto del Parque de Diversiones y Residencias de la Playa de Marianao, para el cual era necesario demoler el Club y expropiarlo para convertir sus terrenos en parte del parque de diversiones, la playa y la vía pública. En una Junta General Extraordinaria efectuada el 12 de noviembre de 1916 se acordó gestionar del Ayuntamiento la modificación de su proyecto y autorizar al Presidente para establecer recursos legales contra el referido acuerdo. Las gestiones fueron fructíferas y el Ayuntamiento aprobó, en sesión celebrada el 18 de diciembre del propio año, excluir a los terrenos del Habana Yacht Club de la concesión efectuada a favor del parque de diversiones.

Resueltas todas las dificultades legales y a los fines de recaudar nuevos fondos, se realizó en 1917 una emisión de bonos hipotecarios por un valor de $250,000, que se amplió el año siguiente hasta $350,000 a la vez que se fijó la cuota de entrada en $250 y la mensual en $8. 

En el año 1919 se sacó a concurso la construcción de la nueva casa y resultó premiado el proyecto presentado por el arquitecto mexicano residente en Cuba, Rafael C. Goyeneche.

En 1922, ocupando la Presidencia del Club el señor Charles Morales Calvo, se nombró Inspector de las obras al arquitecto Rafael C. Goyeneche y se adjudicó la construcción del edificio a la Firma Constructora americana Purdy & Henderson por el precio total de $270,000. El 28 de mayo de 1922, en una sencilla ceremonia, se colocó la primera piedra de la que sería la tercera y última casa del Habana Yacht Club, que finalmente fue inaugurada el 17 de enero de 1925, siendo equipada con todo lujo mediante la adquisición del mobiliario, vajillas, platerías, lámparas, etc., en las mejores casas de Europa y los EE.UU.

“La arquitectura es el testimonio menos sobornable de la historia porque deja una muestra imborrable de cómo eran las sociedades”.

La parte superior del edificio muestra uno de los primeros logos del HYC, esculpido allí cuando se construyó el edificio en 1925. Este hermoso logotipo muestra un timón de marineros, un ancla marina y cuatro remos de canoa, sobre un banderín del HYC, símbolos apropiados para un increíble Yacht Club Cubano, fundado en el 1886.

Este fue el tercero y último edificio que construyó el HYC en la Playa de Marianao, un edificio suntuoso, y fue sede de numerosos éxitos deportivos, incluyendo múltiples regatas y competencias Internacionales durante La República, convirtiendo esta institución en uno de los “Yacht Clubs” más prestigiosos y admirados del mundo.

Al inaugurarse el nuevo edificio, el Club contaba con 1,330 socios, distribuidos en 1,041 Residentes, 249 No-residentes, 19 Vitalicios, 11 Honorarios y 10 Diplomáticos. De los Socios Fundadores, solo vivía uno, el señor Ernesto Longa, que figuraba como Socio de Honor.

Una gran preponderancia tuvo el Club en aquellos años como centro de actividades sociales de la aristocracia habanera y del propio Gobierno cubano. 

El día 9 de febrero de 1928 se celebró en sus salones una grandiosa fiesta con que la República de Cuba obsequió a los Jefes de Estado y funcionarios de las delegaciones que asistieron a la Sexta Conferencia Internacional Americana, efectuada ese año en la ciudad de La Habana. A partir de entonces, los representantes diplomáticos extranjeros acreditados en el país escogieron sus salones para la celebración de grandes fiestas en correspondencia con los honores que recibían de la sociedad habanera.

En diciembre de 1930, el Ministro de Estado, José Clemente Vivanco ordenó el cierre del HYC, alegando que era uno de los varios centros de actividades y una conspiración contra la administración de Gerardo Machado. Entre los miembros de la Junta Directiva durante ese período se encontraban Juan Rivera, gerente general del National City Bank de Nueva York en La Habana, el Dr. Juan Luis Rodríguez y Manuel Aspuru, propietario del ingenio azucarero Toledo. Todos los miembros de la Junta fueron acusados ​​de conspirar para derrocar al gobierno en enero de 1931, una acusación que todos negaron. El 7 de enero de 1931, Vivanco emitió una orden que absolvía a la junta de los cargos de conspiración y permitía al club reanudar sus funciones sociales

Muchos festejos se realizaban todos los años en cada nuevo aniversario, a los que asistía lo más distinguido de la sociedad habanera de la época. También es de destacar la costumbre del Club, como un motivo más para festejar, de rendir homenajes a relevantes personalidades civiles y políticas del país, como el que efectuaron en 1955 en honor del General Mario García Menocal, mediante una placa que se colocó en uno de sus salones, en recordación de aquellos lejanos tiempos de 1898 en que Menocal acampó con sus tropas mambisas, al terminar la Guerra de Independencia, en los terrenos del Habana Yacht Club.

Los eventos sociales más destacados en el Club fueron: • Los Lobos de Mar, nació en 1921: regatistas de vela. • Los Hijos del Sol, “Sundays Sons of the Sun Society” (S.S.S.S.) nació en 1936. • Fiestas de Debutantes, entre 1954-56. • Fiestas en fechas conmemorativas: varias al año.

El HYC participaba, a nivel de club, en las siguientes competiciones deportivas: vela, remo (los ases del músculo), pesca deportiva, natación, trampolín, esgrima, tenis, baloncesto, beisbol, rugby, campo y pista y soft-ball. 

El deporte más importante para el HYC entre 1886 y 1960 fue: Vela. 

En 1887, la principal atracción eran las competiciones de vela con barcos de esloras variables de 23’ a 60’. Había 17 barcos inscritos, además, existió una flota de 35 cruceros y 3 botes motores. Se organizaban regatas tan largas como de La Florida a La Habana. A partir del año 1924, se empezaron a construir los primeros yates de la clase Star (Estrella), barcos olímpicos hasta hace muy poco. Más adelante, se impuso la clase 6 metros, con participación del HYC en regatas europeas (Génova, Cannes, Niza). Los barcos de la clase Star fueron los que más renombre internacional dieron al Club.

En la crónica deportiva realizada en 1939, por el Diario de la Marina, de la regata en la bahía de La Habana, entre el HYC y el Club Atlético de Pensilvania, siendo el equipo de HYC ganador, el periodista nombró a la tripulación ganadora “Los ases del músculo”. Este nombre perduró en todas las tripulaciones de remeros del HYC.

Como es lógico suponer, la principal actividad deportiva realizada en el Club estaba concentrada en los eventos náuticos. Las regatas de yates de vela y botes de remos que se celebraban todos los años en el país contaron desde su inicio con la participación de los más destacados deportistas del Habana Yacht Club, en permanente competencia con otros clubes náuticos de la época, en la que a menudo salían triunfantes. Uno de sus principales yatistas, Charles de Cárdenas, obtuvo el título de Campeón Mundial en la clase Estrellas en los años de 1954 y 1955, y representó a Cuba en la XVI Olimpiada en Melbourne, Australia.

La Esgrima se fundó en julio 1889. Renació en 1927, creando la Sala de Armas. Utilizaban la espada, el sable y el florete. En 1935 empezó la esgrima femenina. Los campeonatos se realizaban entre socios.

Natación y Trampolín, esta afición empezó en 1927. Competían con muchos clubs cubanos. En 1947 iniciaron la competición llamada Big Five y ésta estaba compuesta por 5 clubes: el Casino Español, el Biltmore, el Miramar, el Vedado Tenis y el Habana Yacht Club. 

En el año 1949, se celebró la competición “Habana/Atlanta”. 

Durante 10 años se utilizaron entrenadores de los Estados Unidos. Las mejores temporadas para el Club fueron las de 1944 y 1951. 

La piscina de agua salada se inauguró en 1952.

En Natación en la que obtuvieron también muchos trofeos, como el logrado en 1955, en la Competencia Inter-Provincias del Big Six, celebrada en la ciudad de Santa Clara, en la que participó el Club junto a otras sociedades locales en representación de la provincia de La Habana, y en la que sus muchachos, hijos de socios del Club, ganaron Medallas de Oro y Plata en la categoría de menores de 13 años.

Baloncesto, se inició en el Club en el año 1919. Tenían como adversarios muchos clubes cubanos. En 1920 el HYC ganó el Campeonato Nacional. Quedó en segundo lugar en 1924-25. En 1926 se creó el equipo femenino. Se incorporó al campeonato entre clubes Big Five en 1947.

Tenis, en el año 1934, se celebró el primer campeonato entre los socios, en 2 nuevas pistas. Además de realizar torneos de ámbito interno, también competían por la Copa Guzmán, en los Campeonatos Nacionales de Tennis, primera categoría. Era el evento más importante  de su clase en Cuba donde obtuvieron un resonante triunfo en 1956 con un equipo capitaneado por el comandante Andrés Pérez Chaumont.

El Béisbol, se incorporó en el año 1925. En 1928 se creó el equipo infantil. Progresaron a partir del 1947.

La Pesca Deportiva, se remonta desde 1926, con incursiones por la isla. Participaron en campeonatos internacionales. El trofeo más famoso fue el Hemingway (año 1946) en el que participaron 154 pescadores. 

Remo, las regatas de remos empezaron en Varadero en 1910 y en el HYC en 1915. Había un total de 5 competiciones al año: Novicios 1,200 m. en la Bahía de La Habana; Junior 1,500 m. en la Bahía de Cienfuegos; Senior 1,500 m. en la Playa de Varadero. 

Además, dos regatas frente al HYC de 8 remos y 2,000 metros de recorrido. 

Los entrenamientos se hacían de enero a junio, en la llamada Casa de botes del HYC, en la orilla del río Almendares.

Además, se practicaba el fútbol entre los jóvenes, así como el boxeo y el béisbol, en categorías de menores de 13 años. En este último deporte se competía con otros clubes en los llamados Campeonatos del Big Five, en los que lograron el Segundo Lugar en el año 1955. También se brindaban ejercicios de Yoga a muchos socios que consideraban esa disciplina de gran utilidad para lograr un bienestar físico y espiritual después de sus labores diarias.

Contrariamente a la idea generalizada de que Cuba era un paraíso para el juego, durante los primeros 50 años de la época republicana no estuvo este permitido a no ser en establecimientos ajustados a la ley de Turismo de 1919 de los cuales unos pocos como el Gran Casino Nacional oficialmente autorizado y el Montmartre, Sans Souci y Jockey Club y luego del golpe de estado de Batista en 1952 se amplió a los Casinos de Juego en varios hoteles y amparados en los espectáculos que ofrecían. Estos fueron los pocos que llegaron a establecer casinos como tales, habilitados con mesas de ruleta, máquinas tragamonedas, etc.

Sin embargo, en diversas sociedades y clubes se jugaba discretamente, pero más bien juegos de mesas usando dados y cartas. Para esto fue que se prepararon las fichas de este club al igual que muchas más de la colección cubana. Estas fueron fichas sin valor, que se ajustaban a diferentes usos en los múltiples juegos de azar practicados por sus socios en sus apuestas a puertas cerradas. Por esa razón no fueron abundantes, ni tuvo la emisión las series de diferentes valores que se usaban en los casinos de categoría.

El HYC llegó a tener 5,000 socios y se vanagloriaban de reunir solo a prestigiosas familias, sin la “tragedia de un gran vacío entre los muy, muy pobres y los muy, muy ricos”.

Situado en el #13026 de la 5ª Avenida fue robado el 16 de mayo de 1961. Hasta allí llegó el más antiguo y exclusivo de los clubes náuticos que existieron al oeste de la desembocadura del Río Almendares.

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