De Girón a la Crisis de los Cohetes: La segunda derrota

Written by Enrique Ros

14 de enero de 2025

Kennedy: las armas son defensivas (III)

RESOLUCIÓN CONJUNTA DEL CONGRESO DE OCTUBRE DE 1962

La Cámara y el Senado, independientemente de la militancia partidista de sus miembros, reiteradamente expresaban su preocupación ante el acelerado ritmo que tomaba los embarques de armamentos soviéticos a Cuba y la llegada a la isla de militares que la Administración se empeñaba en calificar de técnicos.

Como manifiesta expresión de ese sentimiento el Congreso norteamericano aprobó en octubre 3 de 1962, cuando aún el Presidente se negaba a admitir los informes oficiales que las agencias de inteligencia le hacían llegar sobre la presencia de armamentos ofensivos en Cuba, la Resolución Conjunta 87-733 expresando la posición de los Estados Unidos con relación a la situación en Cuba.

La Resolución, aprobada por la Cámara y por el Senado Federal, declaraba que los Estados Unidos estaban determinados a prevenir por cualquier medio que fuese necesario, incluyendo el uso de las armas, que el régimen marxista leninista en Cuba extendiese, por la fuerza o con amenaza de fuerza, sus actividades agresivas o subversivas a cualquier parte de este hemisferio. La Resolución recogía el acuerdo del Senado aprobado en Septiembre 20 de 1962 y el de la Cámara de Representantes aprobado en septiembre 26 de aquel año.

Decía con absoluta claridad la Resolución Conjunta que esta nación estaba determinada, además, a prevenir en Cuba la creación o uso de un aparato militar externamente respaldado que pusiera en peligro la seguridad de los Estados Unidos. Identificaba, así, con toda claridad, la situación que, aún en esa fecha octubre 3, el Presidente Kennedy se negaba a reconocer.

Se basaba esta Resolución Conjunta de octubre de 1962, en los fundamentos de la Doctrina Monroe de 1823 que declaraba que los Estados Unidos considerarían como peligroso a la paz y seguridad de esta nación cualquier intento de poderes europeos de extender su sistema a cualquier porción de este hemisferio.

Invocaba igualmente el Tratado de Río de 1947, y la Declaración de los Cancilleres de la Organización de Estados Americanos en Punta del Este en enero de 1962 que consideraba incompatible con el sistema interamericano al gobierno de Cuba por identificarse con los principios de la ideología marxista leninista y establecer un sistema político, económico y social basado en aquella doctrina y aceptar asistencia militar de poderes comunistas extracontinentales.

Aunque la Resolución Conjunta del Congreso se toma el miércoles 3 de Octubre, el Presidente todavía se resiste a informar a la ciudadanía del creciente peligro que se va incubando a pocas millas de la costa. Al día siguiente recibe el resultado de su encuestador político Louis Harris: el 62% de los votantes tiene una opinión negativa sobre como se está manejando el caso cubano. Las elecciones congresionales se celebrarán en cuatro semanas. Algo hay que hacer.

DOCTRINA MONROE

Hasta 1962, la Doctrina Monroe era la piedra angular de la política exterior de los Estados Unidos.

Realmente, la Doctrina Monroe había sido violada desde que el 2 de diciembre del pasado año Fidel Castro declaró que era «Marxista-leninista» y había alineado oficialmente a su régimen al bloque soviético. Le había faltado en ese momento al Presidente Kennedy la firmeza del Presidente Monroe que, en su mandato, rechazó la pretensión rusa de inmiscuirse en este hemisferio y, también, la de Inglaterra que se negaba a reconocer la independencia de las antiguas colonias españolas.

El Presidente Kennedy tenía, por tanto, -como bien apunta Malcolm E. Smith Jr. amplios precedentes para invocar y poner en práctica la política que había garantizado la integridad territorial de este continente por cerca de 140 años. La amenaza al bienestar y a la seguridad del continente que representaba el sometimiento de Cuba a una potencia extracontinental era evidente.

La omisión de Kennedy de invocar la Doctrina Monroe para proteger la nación fue -y repetimos las palabras de Smith- un trágico y casi fatal error. Se inhibió de hacerlo en 1961. Ahora, cuando toda la información disponible mostraba el creciente arsenal de armas soviéticas en Cuba, Kennedy volvía a inhibirse, pretendiendo ignorar lo que para los altos mandos militares, los dirigentes de las agencias de inteligencia, las figuras políticas y la prensa era evidente y se denunciaba abiertamente.

La Cuba sovietizada, apuntaba Andrés Valdespino, reúne todas las características de la “intervención de una potencia extracontinental en los destinos de un país de América” a que se refiere la Doctrina Monroe. Y para acentuar, aún más, la flagrante violación de la Doctrina Monroe, Valdespino citaba en el artículo aquí mencionado el siguiente párrafo de la Doctrina: “Toda tentativa de parte de las potencias europeas por extender su sistema a cualquier país de este hemisferio será considerada como un peligro para nuestra paz y nuestra seguridad”.

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