Antonio Rodríguez Vázquez, gallego-cubano, dueño del Teatro América y mucho más

Written by Alvaro Alvarez

23 de diciembre de 2024

Por Álvaro J. Álvarez. Exclusivo para LIBRE

Antonio Rodríguez Vázquez llegó a Cuba en 1879, cuando tenía 17 años. Era hijo de Pedro Rodríguez y de María Vázquez y había nacido el 16 de julio de 1862, en la parroquia de Magazos perteneciente al municipio de Viveiro (Vivero), provincia de Lugo. Situado apenas a 5 km del Mar Cantábrico y a 95 km al norte de Lugo.

Comenzó como mozo de almacén en comercios de la calle Dragones y luego trabajaba en un negocio en la ciudad de Caibarién en las Villas, negocio que acabó comprando y regentó hasta 1899 cuando, en sociedad con el español Marcelino Cantera, fundó Rodríguez Cantera y Cía, firma dedicada a materiales de construcción.

Antonio Rodríguez Vázquez junto con Arturo Higinio Pita Núñez (1875-1938) y el propio Cantera fundó una empresa dedicada a la importación y exportación bajo la razón social de H. Pita SC que tenía almacenes con muelles, lanchas y agentes de líneas navieras en Caibarién.

En 1893 se casó con Lucila Cintra Rojas y tuvieron tres hijos: Noemí, Antonio Helier y Gustavo Rodríguez Cintra. Rodríguez Vázquez fue presidente del Centro Gallego de Caibarién en 1909.

El éxito de su gestión lo llevó a ser nombrado en 1915 presidente de Central San Agustín S.A, perteneciente a la Corporación Industrial del Trópico S.A.

El San Agustín, situado a 3.6 km al Noreste de Zulueta, en Las Villas era el 78° central en capacidad de producción diaria con 240,000 @, RI mediano de 12.79.

 Su refinería era la #18 y empleaba a 2,300 trabajadores. Poseía 568 caballerías de tierras propias.

El Ingenio San Agustín, fue fundado el 25 de septiembre de 1862, en esa época toda esta área prácticamente estaba despoblada. En 1864 el trapiche ya era un Ingenio con el nombre de San Agustín tomado de su propietario, Agustín Ariosa Beltrán.

Al fallecer Agustín pasó a su viuda Patricia Juliá Jacano. Posteriormente paso a manos de su hijo Juan José Esteban Ariosa Juliá, quien al poco tiempo por razones económicas constituyó una Sociedad Anónima con José Miguel Gutiérrez Echevarría, denominándolo Central San Agustín Sociedad Anónima. 

En el año 1867 la industria en San Agustín había experimentado un adelanto tecnológico, se creó la primera línea de carretas portátiles hasta “Las Flores”, que era un caserío no muy lejano del Ingenio, pero que tenía una gran extensión cañera de muy buena calidad, con magníficas variedades de caña que contribuyó a un alza en la producción fabril, así como que la materia prima llegara a la industria en mejores condiciones y con mayor rapidez. 

En el año 1871 se montaron calderas de vapor, lo cual mejoró la eficiencia de la fábrica.  

En marzo de 1878 llegó a los almacenes del ingenio San Agustín el ferrocarril de vía estrecha que trajo un gran beneficio y desarrollo al ingenio porque a través de él se enviaban los bocoyes de azúcar hasta Caibarién (Un bocoy es un tonel o barril que suele tener una capacidad de 40 arrobas o 650 litros).

Alrededor de los años 1886 los ingenios de poca eficiencia dejaron de moler, pero las grandes unidades, como el San Agustín producían más debido a la tecnología desarrollada que poseía.

En la zafra de 1889-1890 el ingenio San Agustín tuvo una producción de 43,343 sacos de azúcar.

Las máquinas de vapor introducidas en el ingenio eran inglesas y norteamericanas. 

Primero eran chicas, luego llegaron otras mayores. Las chicas fueron desechadas porque eran muy lentas y cómo en esas máquinas no tenían picadoras, no podía extraerse todo el jugo a la caña y la mitad del guarapo se iba mezclado en el bagazo.

Las máquinas grandes tenían tres masas, estaban las picadoras, la moledora y la demoledora. Cada una tenía sus funciones. La picadora picaba la caña, la moledora sacaba el guarapo y la demoledora dejaba el bagazo seco y listo para llevar a los hornos a levantar vapor.

En 1895 los ingenios San Manuel y María Luisa, dejaron de funcionar por lo que la producción cañera pasó al ingenio San Agustín.

En la mañana del 20 de mayo de 1902 tomó posesión el primer presidente de la República de Cuba, Tomás Estrada Palma. Fue en el viejo Palacio de los Capitanes Generales, en plena Habana Vieja, pues aún no se había construido el Capitolio. 

Por la tarde, él y su gabinete visitaron el Centro Gallego que entonces tenía 64,000 socios, 61 delegaciones en toda La Isla y un presupuesto mayor que el del nuevo gobierno.

La comunidad gallega tenía fuerza y poder y los que lograran el éxito exhibían su triunfo a través de casas y edificios suntuosos proyectados por arquitectos de prestigio. Uno de ellos, Eugenio Rayneri Piedra, unió las figuras de Rodríguez Vázquez, José López Rodríguez (1862-1921) conocido como “Pote” y relacionado con La Moderna Poesía, el edificio López Serrano y el puente de hierro que unía El Vedado con Miramar y que desapareció luego de ser construido el túnel.

Desde 1915 el San Agustín pasó a manos del todavía español, Antonio Rodríguez Vázquez.

El impulso que dio a esta sociedad y la confianza que le brindaron el resto de los inversionistas posibilitó que pudiera situar al frente de la empresa a su propio hijo, Antonio Helier Rodríguez Cintra.

Antonio a pesar de nacionalizarse cubano en 1916, siguió participando en la vida social de los emigrantes gallegos. Eso le servía como plataforma de reconocimiento y como trampolín de sus múltiples negocios. Y fue catapultado a sus cargos directivos por la comunidad emigrante a causa de su éxito empresarial y social.

Rodríguez Vázquez en 1918 fundó Seguros La Metropolitana. Presidente de Vivero y su Comarca en 1919 y 1933.  

En 1936 fue elegido presidente del poderoso Centro Gallego de la Habana que, en ese tiempo, vivió también intensamente los radicalismos, las tensiones y la fanática intolerancia ideológica que derivó en la Guerra Civil Española.

En el Centro Gallego, presidió una directiva que apoyó a Francisco Franco, también formaban parte el popular Cayetano García, como tesorero y Narciso M. Rodríguez Lanza, que ya había presidido el Centro Gallego en 1928, como interventor. 

Don Antonio en ese mismo período (1938-1939), presidió también la Sociedad de Beneficencia Naturales de Galicia.

Eso le facilitó dar rienda suelta a su carácter emprendedor y a su capacidad de trabajo, de modo que constituyó nuevas sociedades o se integró en otras. 

Entre las primeras, figuran la Inmobiliaria Itálica, S.A., propietaria de los famosos teatros América, Radio Cine; la Compañía de Seguros la Metropolitana, de la que fue alto directivo; y la Nueva Fábrica de Hielo S.A. de la que formó parte del Consejo de Administración hasta 1950.

El Capitolio Nacional fue construido entre 1926 y 1929 durante el gobierno de Gerardo Machado Morales, una obra del arquitecto Eugenio Rayneri Piedra, junto con los también arquitectos Evelio Govantes, Félix Cabarrocas, Raúl Otero y Bens Arrarte entre otros.

En 1929 tenía la tercera cúpula más alta del mundo.

Eugenio Rayneri Piedra nació en 1883. En diciembre de 1899, con 16 años llegó a la universidad de Notre Dame en Indiana para estudiar arquitectura como su padre el destacado arquitecto de La Habana, Eudenio Rayneri. Llegó acompañado por su hermano menor Virgilio, para estudiar ingeniería.

El primer graduado de arquitectura de Notre Dame fue Eugenio Rayneri Piedra y tras su graduación en 1904, regresó a Cuba, donde, dos décadas después, ganó un concurso para diseñar el Capitolio Nacional. A menudo comparado con el Capitolio de los Estados Unidos, el edificio cubano está inspirado en la cúpula de Los Inválidos en París. Rayneri fue fundador y primer presidente de la Sociedad Cubana de Arquitectos y falleció en 1960.

En los primeros años de la década de 1920, Rodríguez Vázquez contrató al arquitecto Rayneri para que le construyera Villa Nena, la bella mansión familiar de la calle 23 # 1002 esquina a 4, en El Vedado. Allí vivieron Antonio y Lucía junto a sus tres hijos, Noemí, Gustavo y Antonio Helier.

La familia también era dueña de la casa de la calle Obispo #462 donde nació y vivió el presbítero Félix Varela.

Antonio Rodríguez Vázquez falleció en 1953 a los 91 años.

Su hijo Antonio Helier, principal continuador de la obra de su padre se casó en 1942 con Graziella Lozano Pina.

Luego de fallecer Antonio la familia se mudó para Miramar.

Pero, sin duda, su obra cumbre y que quedó en la historia de la ciudad de La Habana fue la construcción del emblemático Edificio Rodríguez Vázquez, situado en la Calzada de Galiano, entre Neptuno y Concordia. 

De este suntuoso edificio forma parte un restaurante-cafetería, el Radio Cine y el espectacular Teatro América que técnicos y opinión pública califican como el mejor coliseo de Cuba y por el que desfilaron las más afamadas atracciones artísticas y los mejores espectáculos de América.

La noticia de la construcción del fantástico cine teatro, justamente al lado del ya conocido Radio Cine, se expandió por toda La Habana y mientras mayor era la expectación, seguiría extendiéndose más allá del mar. 

El proyecto original incluía la construcción del cine, pero no un teatro. Fue el ingeniero y empresario Antonio Rodríguez Cintra, el hijo de Antonio Rodríguez Vázquez, quien decidió agregarlo, atendiendo a que la capital cubana necesitaba un recinto moderno y de mayor categoría dedicado a la cultura.

La conducción del proyecto estuvo a cargo de los arquitectos Fernando Martínez Campos y Pascual de Rojas.

Junto al Edificio Bacardí, el edificio de apartamentos López Serrano ubicado en la calle 13 esquina a L, en el Vedado y el Hospital Municipal de Maternidad América Arias, conocido como Maternidad de Línea, el edificio donde se encuentra el Teatro América constituye uno de los principales exponentes del Art Decó en La Habana, movimiento de diseño que tuvo su momento de esplendor en Cuba entre 1923 y 1940.

Inaugurado el 29 de marzo de 1941 con el estreno del filme All This and Heaven Too (El Cielo y Tú), protagonizada por Bette Davis y Charles Boyer.

El popular tenor mexicano, Pedro Vargas, ofreció el primer espectáculo musical, el 22 de septiembre de 1941 y dos años después se estrenó la película El Fantasma de la Ópera, que se mantuvo en cartelera por varias semanas a petición del público.

Durante varios años se alternaron piezas del teatro universal con películas tales como: Bailando nace el amor, comedia musical con Fred Astaire y Rita Hayworth, Casablanca con Humpbrey Bogart e Ingrid Bergman.

En su escenario se han presentado figuras de la talla de la norteamericana Josephine Baker, Los Chavales de España o Libertad Lamarque, quien fuera llevada en hombros, por sus fans, desde el escenario hasta el cercano Hotel Lincoln, donde se encontraba hospedada.

Además, por allí pasaron figuras de la talla de: Pedro Infante, Rita Montaner, María de los Ángeles Santana, Lola Flores, Benny Moré, Bola de Nieve, Toña la Negra y Sara Montiel, entre otros.

Está construido dentro de un edificio de 11 plantas que alberga locales comerciales en la planta baja, 67 apartamentos, resuelta según una composición simétrica y por bloques en la cual la porción central de la fachada se jerarquiza mediante una mayor altura. 

Competiría en belleza y elegancia con las grandes salas del mundo entero. Pero lo más espectacular punto culminante en su fama internacional fue su nombre América. 

Muy pronto se convirtió en el preferido por todos, ya que a él asistieron las figuras más destacadas de las variedades en el ámbito mundial.

En general, se aprecia una marcada influencia norteamericana, a tono con la época de construcción. Hay referencias evidentes al Rockefeller Center, de New York y particularmente su extraordinario interior recuerda al del Radio City Music Hall. También hay detalles retomados y recreados a partir de un ejemplo de clásica actualidad, famoso en el mundo y considerado entonces el mejor de los cines norteamericanos: el Paramount, de Oakland, diseñado por Timothy Pflueger en 1929.

Dotada de una acústica perfecta, la sala teatral posee 1,775 butacas que proveen buena visibilidad desde cualquier punto del lunetario.

Es de destacar también las soluciones interiores de circulación a partir de un rico juego de escaleras que parte del vestíbulo circular de bóveda principal con impresionante diseño de piso con una representación del hemisferio occidental rodeado de los signos del zodíaco.

Para conducir a los distintos niveles, entre los que se destacan las salas de estar superiores, una para damas, con colores claros y delicados diseños, y otra para caballeros, de concepción recia y sobria, en la que sobresale la serie de bailarinas que danzan sobre un friso. La sala de espectáculos, con una luz libre de 29 metros, se cubre por una sucesión de bóvedas en forma de concha, que se continúan en la cubierta del balcón donde llaman la atención las estrellas y la luna que aparentan estar en la bóveda celeste, según la tipología de cine atmosférico de moda entonces, que cubren la iluminación y permiten aparentar estar disfrutando a cielo abierto.

Recién concluida la 2ª guerra mundial en 1945 recurrió el movimiento teatral, reanudándose las variedades musicales en los teatros más importantes incluyendo el América.

Aunque la empresa del teatro mantenía contratos con los distribuidores de películas norteamericanas y basaba en ellos su programación cinematográfica anual, cedía espacio periódicamente a algún material fílmico del patio, por incremento del cine cubano, así como a las películas mexicanas, argentinas y de otras nacionalidades en plena alianza con los EE.UU.

Desde su comienzo tuvo el cuidado de presentar lo mejor y más selecto para su público, tanto en la pantalla como en sus espectáculos escénicos y nunca escatimó esfuerzo para continuar con esta divisa que hizo de esta instalación la preferida de las familias, así en la mitad del siglo XX desfilaron por su tablado las más reconocidas estrellas nacionales y extranjeras del momento, acompañada siempre de una película de estreno exclusivo.

El teatro mantuvo los espectáculos de variedades musicales en su escena, juntamente con la programación cinematográfica habitual desde 1945 hasta 1953, la causa fue porque los contratos con las compañías cinematográficas estimularon cláusulas más rigurosas, en base a sus intereses económicos, dedicando las salas de manera temporal a la actividad cinematográfica exclusivamente.

En 1949 se adaptó el teatro a una sala de cine.

Entre los negocios de Rodríguez Vázquez estaba Inmobiliaria Itálica S.A., la propietaria de los cines: América, Radio Cine, el Cine Rodi en Línea #657 entre A y B que fue inaugurado el 17 de noviembre de 1952; el Cine Astor comprado en 1950, luego remodelado y reinaugurado en 1952, en Belascoain #853 y Maloja; Cine 23 y 12; el Cine Avenida en 41 #5614 entre 56 y 58 en Marianao y por último el Cine Vanidades, en la Calzada de Güines #265 entre Pepe Prieto y Gabriel.

En 1834, el ingeniero mecánico y físico estadounidense Jacob Perkins (1766-1849) patentó la primera máquina de hacer hielo. El invento se introdujo en Cuba a escala industrial, para finales del siglo XIX. 

Los primos hermanos Cosme Blanco Herrera y Ramón Herrera Gutiérrez fundaron el 21 de julio de 1888 la Nueva Fábrica de Hielo S.A. que rápidamente comenzó a satisfacer la alta demanda de hielo en La Habana. Luego se convirtió en la fábrica de cerveza Tropical y más tarde llegó Cristal, Tropical 50 y Maltina, ubicada en la Calzada de Columbia y San Agustín.

Sin olvidar Los Jardines de La Tropical y el Estadio La Tropical.

En sus últimos años, antes de la terrible tormenta de 1959, tenía un capital ascendente a $4,275,000 y 526 accionistas donde el grupo principal mayoritario era la familia Blanco Herrera con Julio Blanco-Herrera Clavería como su presidente.

A principios de los años 50, integraban su Junta General: Dionisio Ruisánchez (1866-1956), Juan Gelats Botet (1884-1959) presidente del Banco Gelats, Enrique Bascuas Pereira (1876-1962), Cayetano García Lago (1891-1958) y Antonio Rodríguez Vázquez (1862-1953) ambos habían sido presidentes del Centro Gallego y Antonio fue un importante accionista de este grupo.

La Compañía de Seguros La Metropolitana era la 3ª mayor aseguradora en importancia en Cuba, atendiendo al monto de los seguros de vida que ascendían a $45,474,000 y la más importante entre las de capital residente en Cuba. 

Fundada en 1918, en 1925 se inauguró su edificio en O’Reilly, Aguacate y Progreso, construido por la firma estadounidense Parduy & Henderson (los mismos que construyeron los edificios del Royal Bank of Canadá, la CMQ, el Capitolio Nacional, el Hotel Nacional, el Hotel Plaza, la Lonja del Comercio, el Centro Gallego y el Centro Asturiano). Cuando su presidente era Ernesto de Zaldo y Florentino Suarez el vicepresidente. Formaban parte del consejo de administración: Eudaldo Romagosa, Nicolás Castaño y Antonio Rodríguez Vázquez.

En 1940 comenzaron a operar en el seguro de vida. Además, ofrecían una amplia variedad de seguros, entre ellos: Seguros de bienes, como los de incendio, todo riesgo de daño físico, todo riesgo de incendio, robo, inundación, terremoto, daños meteorológicos, etc.

Seguros de automóviles, de transporte, de responsabilidad civil, de accidentes (individual, familiar, escolar), de embarcaciones, de aviación y bancarios. Fianzas profesionales, administrativas, judiciales y contractuales.

Luego de la muerte de Antonio en 1953, los tres hijos y herederos de Rodríguez Vázquez continuaron manteniendo sus participaciones en las empresas fundadas por su padre.

Su fortuna, una de las mayores de Cuba, robada por el castrismo, hoy es reclamada por sus legítimos herederos.

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