Cuba ha sido, por antonomasia, a lo largo de sus 66 años de dominio comunista, el país de las eternas crisis que se prolongan agónicamente sin fin a la vista. Cuba va saltando de crisis en crisis agregando eslabones a su cadena de suplicio eterno: la alimentaria, la falta de medicinas, la carencia de agua potable, la del transporte, la energética, la de la vivienda y otras muchas que harían la lista dolorosamente aburrida. Y para todas estas crisis que en su conjunto representan el colapso de un sistema totalmente fallido, el gobierno de Cuba y sus desmoralizados apologistas en el exterior, tienen, a falta de una explicación lógica creíble, la misma gastada excusa del embargo: ¡Es el embargo, el maldito embargo! “Esa es la causa de todas las crisis”.
La última, que ha conmovido al mundo por su crudeza, mantuvo a la Isla a oscuras por casi cuatro días consecutivos para el sufrimiento de una población que ya no resiste más penurias. No fue el producto de desastre natural, ni de force majeure, ni en esencia por falta de petróleo, como ha sido en inicio una de las excusas del gobierno, sino, en efecto, las consecuencias de unos equipos rusos viejos, obsoletos, desgastados, muchos en condiciones irreparables, que el gobierno, en su chapucera administración centralizada, no ha sido capaz de darles el mantenimiento requerido ni el reemplazo normal debido a su deterioro. Pero el gobierno comunista ignora, por su propia conveniencia, estas realidades, y le resulta más cómoda y expedita la vieja excusa del embargo, aunque ya pocos se traguen el embuste.
Uno de los apologistas empeñados a repartir las culpas por los fracasos del régimen comunista de Cuba, es Emily Morris, una inglesa encargada de la investigación y desarrollo sobre la economía cubana, quien trata de explicar, desde su posición en el Instituto de la Universidad de Londres, encargado de las Américas, de manera muy blanda y benigna, el por qué se producen estas crisis energéticas en Cuba.
Los principales factores que la señora Morris atribuye a la última crisis, la más extensa en apagones, son el huracán y el embargo y sus consecuentes sanciones lo que ha hecho más difícil para Cuba la importación de petróleo. ¡Muy creativa la Sra. Morris!
Agrega la creativa Sra. Morris que el gobierno se vio forzado a paralizar algunas plantas para ahorrar petróleo mientras mantenía otras funcionando. Pero lo que la Sra. Morris parece ignorar es que la falta de electricidad se extendió a toda la nación a la vez. Y que, en realidad, la verdadera causa de la crisis no es consecuencia de la falta de crudo, sino del abandono en el mantenimiento de las viejas y depauperadas plantas eléctricas con más de sesenta años de funcionamiento.
Si tomamos la muy cuestionable hipótesis de la carencia de petróleo como la causa principal de las últimas crisis energéticas, la misma se cae por su propio peso. El crudo para alimentar las plantas eléctricas nunca le ha faltado a Cuba. Venezuela, Rusia, y hasta México, les han siempre facilitado, en más o menos cantidades, a bajísimo precio, y a veces regalado, lo suficiente para mantener los hogares y las calles lumbradas y sus tambaleantes industrias funcionando, aunque precariamente.
El nuevo cuento de mezclar el suministro del petróleo a dificultades en las transacciones monetarias internacionales que afectan las operaciones a la hora de pagar los fletes a las compañías navieras que transportan el producto carece de validez. Si Rusia y Venezuela lo hacían hasta pocos meses atrás, ¿qué les impide seguir haciéndolo? ¿No se considera Rusia “una gran potencia” que tiene a Cuba como su lacayo servil para obedecer todas sus fechorías en América Latina, además de ser un útil megáfono en la ONU para repetir todas sus mentiras sobre Ucrania y otros lugares? Entonces, bajo estas realidades, la falacia de la crisis eléctrica en la Isla se desvanece. No tiene sentido. Aunque sus generosos proveedores hayan cortado levemente el envío de crudo nunca ha sido tan draconiano como para afectar el funcionamiento del alumbrado público ni los servicios a la ciudanía.
La razón fundamental, esencial, para este lamentable estado de cosas tan desmoralizante para la población, como vergonzoso para el régimen, se fundamenta en dos básicos elementos: el fracaso de un sistema de rígido control estatal, caótico e improductivo, y la carencia de ayuda técnica de Rusia que está muy obligada con la Isla por el beneficio geopolítico que ésta le presta y que poco recibe como justa compensación.
En el colmo del cinismo más audaz, el ministro de Energía y Minas, Vicente de O Levy, en un eco de la eterna queja dijo que esta crisis es el resultado “del brutal embargo que USA le tiene impuesto a Cuba”. Y que ésa, es la razón por la cual le es imposible a Cuba importar nuevas partes para reparar las plantas y además le hace difícil obtener crédito en el sistema bancario internacional. Pero Sr. O Levy, ¿qué país o institución bancaria responsable sería capaz de extender crédito a una nación en quiebra, que, además, tiene una deplorable reputación de no pagar sus deudas?
BALCÓN AL MUNDO
Por su último ataque a Israel el Estado islámico de Irán ha pagado un precio relativamente bajo por la presión extrema, al borde de la amenaza, de la administración de Biden, que apeló a todos los recursos a su alcance para que los judíos no atacaran, como eran sus planes originales, sus instalaciones y refinerías petroleras o su proyecto nuclear. Ése hubiera sido un golpe destructivo para Irán que significaría un retraso de tal vez diez años en su ambición de poderío atómico.
El ataque a los tanques, refinerías y estructura energética tuvo que ser suspendido porque Biden objetó a su ejecución para evitar una subida de la gasolina a dos semanas de las elecciones presidenciales.
En fin, que lo que pudo haber sido un golpe brutal a la teocracia, se limitó a serios daños, pero nada comparable a lo que hubiera sido con el plan original de atacar las sedes del proyecto nuclear y las refinerías de petróleo.
No obstante, la lección para Irán y sus ayatolas, fue clara: No esta vez, pero la próxima, si continúan sus ataques, la respuesta será mucho más amplia, severa y destructiva.
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Arabia Saudí disgustada por la trampa de varios miembros de la OPEC de aumentar su producción en violación de acuerdos anteriores respecto a la cuota de cada uno, promete aumentar su producción de crudo en, por lo menos, 500,000 barriles diarios. Libia acaba de reanudar su producción de 1.2 millones diarios de un área que fue inactivada por escaramuzas con los rebeldes. Y en América el fracking promete producción récord este año.
Se proyecta una caída en el precio del barril a 60 dólares en los próximos dos o tres meses, si no se agudiza la guerra en el Medio Oriente, lo que reduciría el precio del galón de gasolina en Estados Unidos entre 50 y 60 centavos.
Los más afectados serían los fabricantes de carros eléctricos, Tesla, GM, Ford y todas las otras compañías, nacionales y extranjeras que se verían forzadas a ofrecer sus automóviles a precios más asequibles al consumidor.
¡La fabulosa fuerza de la competencia en el mundo capitalista liberal!
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El presidente de la República Dominicana, Luis Abinader, está llevando a cabo una masiva deportación de haitianos que han ingresado a su nación en el último par de años, en suma, que asciende a más de un millón de empobrecidos ciudadanos de esa nación vecina, víctima, ya por largo tiempo, de las pandillas de gánsteres que aterrorizan a esa pobre nación.
Los refugiados, de acuerdo a las autoridades dominicanas, no son bienvenidos a su país porque su conducta en la mayoría de los casos no es aceptable.
También el presidente ha ordenado la construcción, ya en progreso, de un muro para evitar, en lo posible, el ingreso ilegal de haitianos.
¡Y ven, en todas partes cuecen habas…!
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