Unas pocas anécdotas criollas

Written by Demetiro J Perez

5 de noviembre de 2024

Por: Álvaro J. Álvarez

Aunque su verdadero nombre era Benito Antonio Fernández Ortiz (1901-1982), todos lo conocían por Ñico Saquito, un compositor, guitarrista y cantante, vinculado a la trova cubana. 

Lo de “saquito” le venía por la guantilla en forma de saco que solía usar de muchacho en los placeres de Santiago de Cuba, su ciudad natal, cuando jugaba a la pelota. Las guantillas eran un guante de lona o tela, que los muchachos pobres solían hacer para jugar con ellos al béisbol. Con esas guantillas, que parecían un “jamo” o saco se podían hacer maravillosas cogidas. 

Pero la fama de Ñico Saquito no le vino por el béisbol, sino por la canción y la música y por su peculiar manera de incluir en sus composiciones musicales temas destacados de la actualidad nacional. En una época en que no existía más que la radio como medio de comunicación masiva, Ñico, autor, trovador y guitarrista les contó a los cubanos la actualidad con sus canciones. Fueron famosas sus composiciones sobre:

• El Madrugón del 10 de marzo cuando el golpe de estado de Batista en 1952.

• Ya don Rafael habló, en referencia a la novela El Derecho de Nacer. 

• El Berrinche de María y Agustín, sobre la desavenencia de María Félix y Agustín Lara.

• Silverio y la luna, contaba las andanzas del torero Silverio Pérez. 

Entre sus canciones más populares estaban: Al vaivén de mi carreta, Compay Gallo, María Cristina me quiere gobernar, Jaleo, No deje camino por vereda y La vaca lechera. 

La punzada de guajiro. En Cuba se producían muy buenos helados y luego aparecieron los durofríos hechos de jugos de frutas casi a punto de congelación.

Sucedía que, si usted tomaba un helado, durofrío o refresco rápidamente, sentía un dolor agudo, penetrante, insoportable y temporal desde el cuello hasta la cabeza. La razón científica de esta reacción es que se produce un enfriamiento de los nervios que irrigan la garganta o ganglioneuralgia esfenopalatina y esto hace que se sienta la sensación de dolor o punzada del cuello a la cabeza. 

La frase se originó porque los guajiros eran los menos acostumbrados a consumir materia tan fría, los bebían muy rápido, dando origen al enfriamiento o la punzada de que hablamos y como los que más frecuentemente sentían la punzada eran ellos, el vulgo bautizó el fenómeno como la punzada de guajiro.  

La punzada del guajiro es inevitable, pero puede acortarse su duración apretando la lengua contra cielo de la boca, pues el órgano muscular, muy vascularizado, transfiere calor a los senos nasales y calienta los nervios esfenopalatinos.

El Tingo Talango es un instrumento musical de origen Congo que no es de cuerda ni de viento.

Consiste en una rama flexible clavada en la tierra que, arqueada, pone en tensión un cordel hecho de yagua o un alambre. Esta va fija al suelo, tapando un hoyo hecho en la tierra a cierta distancia del arco tensor. El músico, de pie o sentado, según el tamaño de la rama, frente a la cuerda o alambre que ha quedado vertical, tenso, lo golpea con un palo, mientras que, con la otra mano, apoyada en el bejuco arqueado, modifica la tensión y obtiene sonidos diferentes. 

Liborio, así como el Tío Sam simboliza al pueblo norteamericano, Liborio es el personaje que simboliza al pueblo de Cuba. Este personaje de pronunciada nariz, largas patillas y atuendo campesino expresó por varias décadas el pensar, el sentir, el decir y el sufrir del pueblo cubano. Creado por el caricaturista matancero, Ricardo de la Torriente (1869-1934), apareció por primera vez en 1900 en el periódico La Discusión que dirigiera Torriente y más tarde y desde 1905 hasta 1931 en el Semanario La Política Cómica también dirigido por Torriente. Todas las vicisitudes, penas y alegrías del pueblo cubano en esas décadas fueron captadas por Liborio y expresadas a veces en cuartetas otras veces con sólo un gesto de su cara, ya que Liborio era un bromista un tanto satírico. 

En los años cincuenta surgió otras versiones más modernas de Liborio y hasta surgió Liborito Pérez, con distinto talante: sin patillas ni bigote, de cara regordeta y sombrero mambí y guayabera criolla. Esta nueva versión de Liborio apareció también en el Semanario humorístico Zig-Zag de Castor Vispo y Roseñada (en enero de 1958 su presidente era Ángel Cambó) que en cierta forma fue el continuador, al menos en el estilo humorístico de La Política Cómica. Pero en 1960 Liborio desapareció de la escena cubana como desaparecieron muchas de nuestras mejores tradiciones. 

Botellas y botelleros es recibir dinero sin trabajar, o por no hacer nada. Es, sencillamente, un privilegio. 

Su origen viene de aquellas personas que les permitían entrar gratis en el Jai-Alai en La Habana, con botellas de agua fría para que los pelotaris saciaran su sed. Como las personas que entraban con las botellas no pagaban, el público asoció este privilegio con las botellas y a los que llevaban les llamaban botelleros.

La culpa de todo la tuvo el Totí. Es un pájaro pequeño que abunda mucho en la campiña cubana, tiene plumaje negro y pico encorvado y se alimenta de semillas e insectos. Según Fernando Ortiz dice en su libro, este pequeño plumífero hacía tanto daño a las cosechas y aún al azúcar almacenado, que era costumbre en los antiguos ingenios poner a un esclavo a cuidar que los totíes no se acercaran a picotear los sacos de azúcar o de granos almacenados. 

Los esclavos, cuidadores se robaban parte del contenido de los sacos y les echaban la culpa a los totíes.

El collar de la Reina. En 1921, cuando terminó su mandato el general Mario García Menocal, como tercer presidente de Cuba, se fue a vacacionar a París. Menocal estaba casado con Mariana Seva, dama de la alta sociedad habanera, famosa por su buen gusto y refinamiento. 

Se encontraba en París, de vacaciones también, el rey de España, Alfonso XIII y su esposa la reina Victoria Eugenia. Una tarde, al visitar una importante joyería parisina, la soberana quedó deslumbrada por un collar que había en exhibición. La reina trató de convencer a su augusto esposo que se lo comprara, pero el rey Alfonso que gozaba de fama de ser comedido en el gasto, no quiso complacer a su esposa. Tras varios días de insistencia, doña Victoria Eugenia logró convencer al rey de que le comprara el collar. Fueron a la joyería, pero ya el collar se había vendido a la esposa del general Mario García Menocal. La reina le recriminó a su esposo: “Lo ves, por tu tacañería perdí el collar”. A lo que el rey respondió: “¿Qué querías que hiciera, mujer? Yo sólo soy el rey de España y él es un ex presidente de la República de Cuba”. 

El 20 de enero de 1960 por la noche, Juan Pablo de Lojendio e Irue (marqués de Vellisca) el entonces embajador de España en Cuba se encontraba en su casa oyendo uno de los larguísimos discursos de Fidel Castro en el programa “Tele Mundo Pregunta”, en el Canal 2 de televisión. De pronto lo oyó atacar violentamente a España, acusando a la embajada de actividades contrarrevolucionarias. Indignado, Lojendio se subió inmediatamente a su automóvil, se dirigió hasta la emisora situada en el edificio Ámbar Motors en P y 23 y entró en el estudio donde Castro seguía con su perorata (eran las 12:38 de la madrugada del jueves 21).

Lojendio le dijo al director del programa, Alfredo Muñoz Pascual, que había sido injuriado por las manifestaciones de Castro. Subió a la plataforma en la que se encontraba el incipiente dictador y pidió que se le dejara contestar ante el micrófono. Por supuesto no lo dejaron, el estudio se convirtió en un verdadero pandemónium, los guardias de seguridad del tirano rodearon al embajador y la emisión de televisión fue interrumpida debido a la gritería que se formó, aunque las voces continuaron siendo escuchadas. Siete minutos más tarde, se reanudaba la emisión mientras el diplomático vasco se retiraba del estudio acompañado por varios policías.

F. C. ordenó al embajador abandonar Cuba en 24 horas.

Lojendio regresó a Madrid, pero antes de abandonar La Habana declaró al Diario de la Marina: “Sé muy bien que mi demanda de inmediato derecho de réplica al sentirme injustamente atacado por el primer ministro del Gobierno no se ajusta a las normas diplomáticas tradicionales. Pero estas normas fueron quebradas por el propio primer ministro al calumniar a la embajada de España en un programa televisado para todo el país”.

A su regreso a Madrid, Franco le dijo: “Como español, muy bueno, como diplomático, muy malo”. Franco solamente reaccionó emitiendo una nota de protesta, nada más.

Lojendio que nació en 1906 falleció en 1973 a los 67 años por un infarto cardíaco.

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