Por: Álvaro J. Álvarez
Roderico Neyra nació en 1911 en La Habana, fue un buen bailarín en Teatro Shanghai en la calle Zanja, en el barrio chino de La Habana, donde además hizo de coreógrafo. El controversial teatro de variedades, que sublimó las bondades del vernáculo y lo tentador de un temprano porno que hoy sería ridículamente inocente.
Si tomamos las tres primeras letras de su nombre y apellido podemos armar su muy conocido seudónimo Rodney, el mago.
Roderico Neyra, desde muy joven padecía de lepra y como había asumido las limitaciones de su enfermedad y las deformaciones que tal padecimiento iban ocasionando en su cuerpo, finalmente había aceptado que ya nunca más bailaría.
En 1947, admitido para trabajar en el Teatro Fausto, en el Paseo del Prado y la calle Colón, es aquí donde crea y presenta la primera pieza de su carrera como coreógrafo.
Rodney comenzó seleccionando muchachas mulatas para un espectáculo musical que se llamaría Serenata Mulata.
Las primeras seis contratadas para actuar en el Fausto fueron: Marta Castillo, Olga Socarrás, Rita Mercedes Montané (Meche), Mercedes Lafayette (Meche), Anita Arias y Fefa. Todo el elenco estaba conformado por negros y mulatos.
Fefa, que seguramente debió de llamarse Josefa, después de unas pocas semanas, se marchó y nunca más se supo de ella.
Después del éxito de Serenata Mulata, Rodney se marchó para el cabaré Sans Soucí primero y en 1952 para Tropicana.
Pero en esa época llegaron a La Habana, los mexicanos Chato Guerra y Gabriel Figueroa buscando un espectáculo para incluirlo en el filme que estaban preparando. Alguien le recomendó ver a Rodney, fueron al Fausto vieron Serenata Mulata y les gustó. Allí eligieron a las seis mulatas.
Como la madre de Marta Castillo no la dejaba viajar sola, fue sustituida por Vilma Valle, que era cantante, pero con tal de ir dijo que era bailarina. Además, contrataron a Celia Cruz y Elena Burke.
El viaje a México fue el primero que hicieron y ya habían sido bautizadas por Chato Guerra como Las Mulatas de Fuego.
Como Rodney debido a su enfermedad no pudo ir, Litico Rodríguez fue el coreógrafo.
Actuaron en el teatro Follies Bergere de la Plaza Garibaldi inaugurado en 1936 y demolido en 1972, que regentaba también El Chato Guerra, donde compartieron espectáculo con Tongolele y un grupo de músicos cubanos dirigidos por Juan Bruno Tarraza.
Según se les puede ver en la foto junto con la bailarina exótica, Tongolele (Yolanda Montes Farrington, nacida en 1932 de padre mexicano y madre americana, pero a los 15 años se mudó a México).
Las Mulatas de Fuego aparecen en el filme Salón México (1948) dirigido por Emilio “El Indio” Fernández y con el que Celia Cruz inauguró su filmografía, aunque no es fácil encontrarlas entre los créditos del filme.
Como estaban en México y luego en octubre de 1948 en Venezuela, Rodney creó un segundo grupo de Mulatas de Fuego donde estuvieron: Marta Castillo, Julita Borrell, Lina Ramírez, Amelia (Fello) Álvarez, Lilia Álvarez y Meche Lafayette.
Al regresar de Venezuela, Las Mulatas de Fuego se presentaron de nuevo en el teatro Fausto y después, con la compañía de teatro vernáculo Pous-Sanabria en los teatros Martí y Campoamor y con diferentes formaciones, se mantuvieron en los escenarios y cabarés cubanos.
Hubo otras mulatas que en algunos tiempos estuvieron formando el grupo como: Migdalia Hidalgo, Caridad Hernández, Sandra Taylor y Olga Sotolongo, aunque no todas a la vez porque algunas como Marta Castillo se independizó en 1952 para hacer pareja de baile y bailó en Sans Soucí, Montmartre y Tropicana. Olga Socarrás se marchó a Europa.
Las chicas morenas dejaron su huella también en el cine cubano en tres filmes realizados en 1950, año prolífico para la producción cinematográfica en la Isla. Formaron parte del elenco de Escuela de Modelos, dirigido en La Habana por el español José Fernández Hernández. En los roles principales, Alberto Garrido, Federico Piñeiro y Zulema Casal y en la parte musical, La Sonora Matancera, Las Dolly Sisters y el Trío La Rosa.
Ese mismo año en el filme cubano Rincón Criollo, con Blanquita Amaro, como figura principal. La dirección musical estuvo a cargo de Obdulio Morales, con cuyo conjunto Las Mulatas intervienen en el tema Tingo Talango.
Y terminaron el año en la muy recordada escena con Celia Cruz y La Sonora Matancera, en el filme Una gitana en La Habana, junto a Paquita de Ronda, Candita Quintana, Armando Bringuier, y en la parte musical, con Pedro Vargas, el Trío Servando Díaz, Las Hermanas Márquez. Las coreográficas estuvieron a cargo de Rodney, quien seguía dirigiendo a las fogosas morenas. El 26 de marzo de 1951, doce cines de la capital exhibían las imágenes esplendentes de Las Mulatas de Fuego en el celuloide.
Las Mulatas estuvieron una larga temporada en el Bambú Club, en la Carretera de Rancho Boyeros, a poca distancia del centro de la ciudad. Entonces eran cuatro: Amelia (Fello) Álvarez, Meche (Mercedes Montané), Lina Ramírez y Julita Borrell, pero Meche no duró mucho, pues a finales de año estaba en Madrid formando pareja de baile con Juancito, en consecuencia, fue sustituida por Lilia Álvarez, que regresó al grupo. Más tarde, Meche bailó también con el gran bailarín Rolando Espinosa, el mismo que hizo memorable pareja con Anisia, otra gran bailarina.
En 1955 seguían en el Bambú, como parte del elenco de “Fiesta en La Habana”, espectáculo dirigido por el coreógrafo Luis Trápaga.
En 1956 se produjo un impasse en la dirección de Rodney y encontramos a Facundo Rivero, por breve tiempo al frente de Las Mulatas de Fuego, que continuaron presentándose durante tres años en países de Hispanoamérica, como República Dominicana, Uruguay, Paraguay y Argentina donde hicieron furor y dejaron una estela de triunfos en teatros y cine.
En Argentina un representante de la Juventud Católica subió al escenario de Las Mulatas pues decía que sus bailes iban contra las buenas costumbres de los bonaerenses y pidió su prohibición. Vilma Valle confesó años después: “Yo saqué al personaje del escenario, le di una galleta y le dije que los cubanos no traemos lo inmoral en la danza. El público enardecido nos aplaudió frenéticamente y la fiesta continuó. A la salida nos esperaba una multitud. No sabíamos si para lincharnos, pero salimos resueltamente, porque cuando uno se mete en el arte del pueblo, hay que morir por él. Y resultó que el gran público se quedó para protegernos y escoltarnos hasta el hotel, donde nos ofrecieron un soberano brindis. Aquellos fueron días de vinos y rosas, como dice una película”.
Según declaraciones del empresario español Jaime Peralta, Las Mulatas de Fuego impactaron internacionalmente a través de las películas exhibidas en México, por este motivo Peralta las contrató para una gira por toda Hispanoamérica, donde se dice que revolucionaron el espectáculo en todas sus manifestaciones. Las Mulatas de Fuego fueron las que llevaron el Mambo en vivo por toda la región, en el gran momento del ritmo creado por Pérez Prado. Además, su vestuario (bikinis) fue muy atrevido para la época, causando escándalos moralistas en todos los lugares.
No es de extrañar entonces que, en los Carnavales de Cienfuegos, en una ocasión, tuvieron que ser sacadas a través de cordones policíacos porque los muchachos de la Perla del Sur se alborotaron de mala manera con sus contoneos.
En 1957, se presentaron como un trío, en el popular Alloy’s Club en la calle Fábrica #7 en Luyanó. Luego en Newark, Nueva Jersey.
En 1957 y 1958 estuvieron en el cabaré Venecia de Santa Clara junto al conocido y afamado cuarteto D’Aida.
En 1959 actuaron en el cabaré Sierra en Caracas, Venezuela coincidiendo con los cantantes María Luisa Chorens y Carlos Argentino.
En abril de 1960 fueron contratadas por Alipio García para su espectáculo en el cabaré Alí Bar, junto a los cantantes Ñico Membiela, Alfonsín Quintana y Roberto Jaramil.
En agosto de 1960 estaban en México, anunciándose profusamente como parte del espectáculo con Celia Cruz y La Sonora Matancera, presentándose en el Terraza y en el cabaré Los Globos, entre otros. Siempre bajo la dirección de Rodney, que había viajado con ellas, se mantuvieron en México durante 1961 permaneciendo fieles a su director de toda la vida, hasta que éste murió en 1962.
Sólo entonces dejaron de existir como lo que habían sido desde 1947. Se desperdigaron por el mundo las que en esa fecha eran todavía mulatas de fuego, unas regresaron a Cuba, algunas se reinventaron en otras tierras, las anteriores preservaron los mejores recuerdos de aquellos años tremendos.
0 comentarios