Yo no salí de Cuba, yo vivo en una provincia de la Isla llamada “Exilio”. Conocida también como “Destierro”.
Donde veo una vieja película de cowboy, un episodio del abogado Perry Mason, y siento que estoy en la séptima provincia de la Cuba del pasado.
Una mariposa revoloteando en un solar yermo y estoy en el Residencial Mayabeque de Güines.
Solo hay que mencionar delante de mí a “Rodolfo, Miguelón y Machito, a Roldán el Temerario, a Leonardo Moncada”, a Tamakun e ifso facto ya mi mente reside en Cuba.
Veo un Chevrolet del año 57, un Buick del 56 y mi mente retrocede 66 años en un segundo.
Una vieja y destartalada bicicleta “Niágara” puede trasladarme mentalmente al Central Amistad.
Un palo de trapear, un cielo estrellado, un poema, un arbolito de Navidad, un paisaje, el sabor de una guayaba verde con sal, y ya estoy residiendo en la provincia que queda entre San Antonio y Maisí a 90 millas de Florida.
Una melodía de difuntos cantantes como Barbarito Diez o Vicentico Valdés me montan en una “cápsula espacial” rumbo a la Cuba de 1956.
Nos damos un trago de guarapo y “ya estamos en Cuba”. ¿Usted nunca se ha tomado una cucharada de melao de caña, cierra los ojos, y se siente que se encuentra en medio de la campiña cubana o en los centrales Gómez Mena, o Providencia?
Los nombres de “Gaby, Fofó y Milike”, me trasladan a Cuba. Alguien dice “¿Dónde me pongo?” y siento tener al argentino Pepe Biondi a mi lado.
Dígame la verdad ¿usted puede escuchar el trinar de un sinsonte, ver a un Colibrí, tomarse un Mojito, escuchar la palabra jutía, sin sentir que es mi coterráneo y vecino en la provincia Exilio y su corazón se llene de cubanía?
Usted vive en la séptima provincia si se emociona al pensar en el Río Cauto, en la C.M.Q., en el Congo de Catalina, entrando en la Manzana de Gómez, pasando por el Bidet de Paulina, por el Cristo de La Habana, La Virgen del Camino, el Aeropuerto José Martí, el Hanabanilla, Soroa, y su corazón brinca de alegría.
Un Girasol, una paloma, una rosa blanca, una Ceiba, una palma, un cocotero, un helado de mantecado, un grillo, un cocuyo, una carriola, unas canicas, una quimbumbia, una barra de dulce guayaba, una mata de mango, otra de aguacate, escuchar el grito de Tarzán, todo me hace sentir un cuidadano del glorioso Exilio. De la ¡La séptima provincia!.
Unas viejas películas de Miguel Aceves Mejía, de Pedro Vargas, de Pedro Infante, de Tin Tan, de Cantinflas y estoy sentado en una butaca del Teatro Ayala en Güines.
Las aguas cristalinas de un río, un aguacero, un rayo, un trueno, una lechuza, los dados de un cubilete, una guayabera, un machete, una foto del Caballero de París y aterrizo mentalmente en nuestro archipiélago. En la única provincia libre de Cuba.
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