Las metódicas condenas de las “Naciones Unidas” a países democráticos mientras le pasan “la manita por la espalda” a China, Irán, Cuba, Corea del Norte, Rusia (con la única obvia excepción del caso de Ucrania) y otras tiranías por el estilo, no dejan duda alguna del total viraje a la izquierda de la ONU. Porque ante la decisión del desastroso gobierno del Presidente Jimmy Carter cuando forzó al exilio al Sha de Irán, para enviar de regreso al delincuente Ayatollah Ruhollah Khomeini, en 1979, a fin de fundar la primera república islámica extremista, nadie en la ONU tuvo el coraje, la moral y los pantalones de vociferar a voz en pecho: ¡A esta maldad no se le puede dar un país!
Claro que eso no fue óbice para la revista Times, la cual no tuvo reparos en nombrar al Ayatollah Khomeini, “El Hombre del Año”, en 1979. Para los “liberales” y los “progresistas” de la prensa norteamericana, “a la maldad sí se le puede dar un país”. ¡Qué bochornoso oprobio!
La madeja de intrigas y cobardías de la ONU, también ha sido un claro factor desde que el entonces Secretario General de la organización, el sueco Daj Hammarskjóld murió en septiembre de 1961 en la antigua Federación de Rhodesia, en circunstancias nunca del todo aclaradas y que aún hoy se hallan en una laguna de sospechas. El segundo Secretario General de la ONU hizo todo lo posible por levantar la moral y eficiencia del organismo y fue responsable de crear la primera “fuerza de paz” de la ONU, los “cascos azules” que intervinieron en Egipto y el Congo. En ruta a negociar un cese al fuego en la crisis del Congo, su avión se estrelló con numerosas personas a bordo. ¿Un desastre aéreo? ¿Un asesinato?
Diferentes analistas, con diferentes filosofías políticas, han dado diversas versiones sobre el “accidente”, curiosamente parecido —diríamos nosotros—, al sufrido por la avioneta del Comandante Camilo Cienfuegos en 1959, o el que ultimó al rebelde ruso Yevgeny Prigozhin, antiguo aliado del asesino Putin, en agosto 23 del pasado año.
Felipe Lorenzo
Hialeah, Fl.
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