Paseaba por un prado un borrico, algo aburrido, cuando de pronto a lo lejos vio un objeto brillar.
El borrico se acercó, con mucha curiosidad, lo olió y entonces es cuando descubrió lo que era… ¡una flauta!
– ¡Vaya- dijo el burro- ¡Siempre había querido tener una flauta! ¡Qué suerte! Se la habrá dejado olvidada algún músico. Pero… ¿cómo lo haré? ¡Si yo nunca he ido a clase de música! Bueno, pensándolo bien… no creo que sea tan importante.
En esto que pasaba por allí una hormiga, y al contemplar la escena, quiso aconsejar al burro:
– Perdone, señor burro- dijo la hormiga- No he podido evitar escucharle y… Le voy a decir algo: puede usted soplar y probar la flauta, pero no se sorprenda si no es música lo que escucha. La música se aprende y no es sino con la práctica como se consigue un buen resultado.
– No lo creo, hormiga- dijo orgulloso el burro– Seguro que yo soy capaz de crear música. Escucha y verás… ¿Sabes cómo se hace? ¿Por dónde hay que soplar?
El burro agachó la cabeza, y de casualidad, dio un resoplido fuerte sobre la flauta. En la flauta el aire se hubo de colar, porque de pronto sonó una nota musical, larga y potente, que hizo tambalear a la hormiga. Era una nota musical algo desafinada, por cierto… Pero el burro, entusiasmado, levantó la cabeza y dijo:
– ¿Ves, hormiga? ¡Te lo dije! ¡Qué bien sé tocar! ¿Ves cómo los burros podemos crear música ‘asnal’?
La hormiga, totalmente contrariada, se dio la vuelta y se alejó pensando:
– Sin reglas del arte seguro que muchos habrá…que acierten un día por casualidad…
Moraleja:
“Puedes guiarte por tus impulsos para hacer determinadas cosas, pero no significa que ya lo sepas todo… Algunas disciplinas precisan un aprendizaje”.
Reflexiones sobre el Burro flautista, de Tomás de Iriarte, para los niños
Tomás de Iriarte fue un fabulista español muy famoso del siglo XVIII. Escritas mediante versos y rima, sus fábulas eran también críticas sociales. Y aunque estaban dirigidas en su mayor parte al público adulto, en realidad también resultaron ser una excelente herramienta para enseñar ciertos valores a los niños y ayudarles a reflexionar sobre temas importantes.
A raíz de esta fantástica fábula, “El burro flautista”, podemos llegar a todas estas conclusiones:
• No creas nunca que ya lo sabes todo: A veces nos emocionamos tanto con una actividad, que ante el primer éxito pensamos que ya lo sabemos todo. ¡Me ha salido! ¡Ya sé hacerlo! Pero no hay que confiarse. Lo mejor es observarlo todo con humildad y recordar que todos los días se puede aprender algo nuevo y por supuesto, mejorar lo que ya sabemos hacer.
• Los resultados, con esfuerzo y perseverancia: A hacer algo se aprende mediante el trabajo constante y la práctica. Por eso, la emoción ante un logro puede llegar a cegarnos y hacernos pensar, en nuestra ignorancia, que ya sabemos sobre un tema determinado, cuando en realidad nos queda mucho por trabajar y aprender.
• Solo tendrás capacidad plena de opinar sobre algo, de realizar una actividad determinada o tomar parte en un trabajo, si has aprendido a hacerlo, has practicado y te has informado.
• En el colegio aprendemos y perfeccionamos nuestros conocimientos: De aquí puedes explicar a tu hijo lo importante que es ir al colegio, un lugar en donde se formará para no creer, como el Burro flautista, que por dejar escapar el aire en la flauta, ya sabía tocar… En el colegio adquirirá los conocimientos básicos para poder manejarse en la vida y no crecer en la ignorancia.
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