JAN Y CUJE

Written by Libre Online

13 de agosto de 2024

Por Roberto Luque Escalona

*Una antigua tradición mexicana es la de renegar de la conquista española y de su infinita crueldad. Lo cierto es que México, en tanto que nación, no existía, que el llamado México es una creación hispana, heredera no de tribus dispersas y hostiles entre sí, sino del Virreinato de la Nueva España. Por motivos que ignoro, cuando el Virreinato se independizó, adoptó como nombre el de la ciudad que era su capital. ¿El imperio azteca? ¿Cuál imperio azteca? Nunca existió. Era una ciudad guerrera que hostilizaba a las circundantes y las sometía a un pago de tributos. Su céntrica situación la convirtió en capital del Virreinato y luego, de la República y “mexicanos” pasó a ser el patronímico nacional incluso entre pueblos como los totonacas y los tlaxcaltecas, oprimidos por los primeros, enemigos los segundos. En fin, lo que quería decirle, doña Lucía, es que para matar gente en el territorio llamado México, para eso, los mejores son los propios mexicanos. Y para que lo sepa, doña Lucía, el más célebre de los mexicanos es aquel que fue asesinado hace un siglo por sus correligionarios y antecesores: Pancho Villa.

*Lo que le ha caído encima a Kamala Harris después de ser nombrada candidata demócrata ha sido mucho con demasiado y las acusaciones van de alcoholismo a infidelidad conyugal. Y eso que el demoledor Trump aún no se ha ocupado mucho de ella.

Algunos le niegan hasta su condición racial, alegando que su piel oscura le viene por su herencia tamil, gente de piel trigueña del norte de la India, donde, por cierto, no todos son trigueños. Ahí tienen a Nikki Haley, de pelo negro, pero piel tan blanca como la de cualquier blanco. Sin embargo, algunos dicen que es “de color”. En este país siempre ha habido mucha escatofagia racial. “Why are you so white?”, me preguntó hace mucho tiempo un muchacho americano. No, no era un estúpido; era un muchacho americano.

*¿Alguna vez ha pensado usted en lo bruto que era Fidel Castro? “Bruto” no es, seguramente, la palabra adecuada, pero no he podido encontrar otra que defina mejor su incompetencia como gobernante. Acabo de leer sus promesas, sus proyectos de cuando recién había tomado el poder, que revelan un alejamiento de la realidad que hubiese bastado para considerarlo un imbécil de no ser por su éxito en alcanzar el poder y retenerlo durante décadas. Sólo la arterioesclerosis impidió que gobernara hasta su muerte o hasta que dejara el poder en manos de la China de los Ojos Tristes para dedicarse al cultivo de la moringa. Por cierto, ¿sabe alguien qué carajo es la moringa? Nunca supe de una planta con ese nombre y desde que murió su cultivador no he vuelto a saber de ella. Por otra parte, ¡que nombre tan feo! Parece una mala palabra.

*Cuando se construyó el túnel de la bahía de La Habana el calado máximo del canal de entrada quedó limitado a buques de 50 000 toneladas, suficiente para los mayores barcos de entonces. Pero el tamaño de los barcos aumentó hasta impedirle a algunos la entrada al puerto habanero. Después de pensarlo mucho, el gobierno castrista decidió optar por hacer de Mariel, cincuenta kilómetros al este de La Habana, el puerto mayor de Cuba, con calado suficiente para cualquier barco y una entrada protegida, aunque más amplia que la del puerto habanero.  Me pregunto en qué paró aquel palique portuario, del que no he vuelto a tener noticia.

*Ya lo he dicho antes, pero quiero repetirlo: la mayor dificultad para derrocar a Nicolás Maduro es su voluntad de poder. El cholo le tomó el gusto a lo de ser presidente y a los sujetos que atraviesan esas circunstancias no resulta fácil hacerles renunciar a ella. Tienen con el poder la misma relación que los drogadictos con su adicción, que nunca fueron felices ni se sintieron tan realizados como cuando fumaban, aspiraban o se inyectaban.

Por otra parte, muchos de ellos nunca pensaron, y no tenían motivo para pensarlo, que llegarían a ocupar una posición de poder. El poder político ha de haberles parecido un mundo no ya lejano, sino inalcanzable. Algo que ni soñarlo. 

No es el caso de Fidel Castro, que desde muy joven soñó con el poder. Aún no tenía veinte años, recién comenzaba en la Universidad, cuando, estando de visita en el colegio de monjas ursulinas en el que una de sus hermanas estaba interna, dejó a las muchachas con la boca abierta al declarar que algún día iba a gobernar Cuba. Los adolescentes suelen ser alardosos ante las muchachas, pero no ese tipo de alarde.

*¡Qué juventud tan distinta fue la de Fulgencio Batista, de machetero en los cañaverales, de obrero ferroviario, de recluta en el ejército! Fidel Castro no trabajó ni un solo día de su vida. Ernesto Guevara fue enfermero en un barco mercante, laboratorista y, en México, vendedor ambulante. Ho Chi Minh fue cocinero en París. Creo que son los únicos defensores de la clase obrera que alguna vez se ganaron la vida con su trabajo.

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