Por María C. Rodríguez

LA BARBA Y SUS “SIGNIFICANTES”

Hace dos millones de años ya se afeitaban. Existen documentos que certifican la presencia de piedras afiladas que se utilizaban para afeitar y que tienen hasta 2,5 millones de años. En la Edad de Piedra se llegaban a utilizar para el afeitado unas pinzas creadas a base de cuernos o piedras afiladas.

La barba era un símbolo de poder. En las civilizaciones egipcias, griegas y romanas tenerla significaba autoridad y respeto.

Indicaba la posición social en la civilización mesopotámica. En esta época se llevaban las barbas cruzadas y con una elevada presencia de rizos. Además, su longitud era un indicador del estatus social en el que se encontraba la persona.

La barba era una ventaja en la pelea cuerpo a cuerpo. Era un punto de ataque para los contrincantes que se enfrentaban en el momento de la lucha.

Crece a una media diaria de 0,3 milímetros. Esta es la media aproximada en la que aumenta una barba durante cada día, entre los hombres de todo el mundo.

Los hombres dedican al afeitado 780 horas de su vida. Si juntamos todo ese tiempo y la cantidad de pelo que afeitan serían más de 30 días y unos 8 metros de vello eliminado, aproximadamente.

Afeitarse a contrapelo no funciona. Contrariamente a lo que muchos piensan si se realiza el afeitado en dirección contraria a la que crece el pelo se provocarán rojeces, vellos encarnados (foliculitis de la barba) e incluso puede dejar cicatrices.

Antes de afeitar hay que dejar actuar los activos de la espuma. Crea una película protectora que prepara la piel para su afeitado.

Para pieles sensibles es mejor usar productos dermatológicos. Están especialmente indicados para pieles con tendencia a la aparición de eccemas cutáneos y foliculitis.

Existen personas con pogonofobia o con miedo al vello facial. Se trata de una patología que se estudia desde el siglo XIX y describe un miedo persistente hacia las barbas.