Hace mucho tiempo, Nasreddin, cuando era muy joven, no tenía apenas dinero para salir adelante. Cada mañana, cruzaba el pueblo de parte a parte hasta la plaza del mercado, y allí se sentaba a observar a la gente. Al mismo tiempo, estiraba la mano para pedir limosna.
Se acercó un día un hombre a entregarle dinero, pero le dio a elegir entre dos monedas: una de ellas apenas valía nada y la otra era mucho más valiosa. El joven las miró y escogió la de menor valor.
– ¡Ja, ja, ja!- rió con sonoras carcajadas el hombre- ¡Pero chico! ¿Cómo eres tan tonto? Has elegido una moneda que no vale nada… Venga, que te doy a elegir de nuevo.
El hombre volvió a sacar dos monedas de su bolsillo, y Nasreddin escogió de nuevo la que valía menos.
– Sí que eres tonto… algo inaudito- dijo el hombre alejándose, sin parar de reír.
Estaba este hombre tan sorprendido, que les contó a todos lo que había pasado. Como no se lo podía creer, fueron muchos los que se acercaron a probar con Nasreddin si aquello era cierto. El chico siempre, siempre, se quedaba con la moneda de menor valor.
Cada día decenas de personas le entregaban pequeñas monedas a Nasreddin, para comprobar lo ‘tonto que era’. Un buen día, un viajero llegó al pueblo y escuchó su historia. Le dio mucha pena. ¿Cómo era posible que todos se burlaran de un pobre tan joven sólo porque no era inteligente? Decidió ayudarle y se acercó hasta él:
– Mira- le dijo- Sé que siempre que te ofrecen monedas, escoges la de menor valor. Todos piensan que eres tonto. Te enseñaré a escoger la más valiosa, y así dejarán de reírse de ti.
– No soy tonto, sino todo lo contrario- dijo entonces Nasreddin mirándole a los ojos- Por ser de fuera, le contaré mi secreto, pero le ruego que no se lo cuente a nadie… Le explico: si escogiera de las dos monedas la más valiosa, todos pensarían que soy inteligente y no me darían más limosna. Pero así, quedándome con la de menor valor, cada día decenas de personas me entregan dinero, y sumando, hacen más que una sola moneda de gran valor. Al final, salgo ganando.
El viajero estaba realmente sorprendido. En realidad, aquella era una maravillosa estrategia.
– ¡Pues sí que eres listo, jovenzuelo! Pero, ¿no te importa que crean que eres tonto?
– Me da igual lo que los demás piensen. Me importa lo que en realidad soy.
– Está bien, me parece que en realidad eres un gran sabio. Dejaremos que los muy tontos sigan creyéndose muy listos… y te entreguen cada día alguna moneda. Y no temas, que guardaré tu secreto.
Y el viajero se alejó, con una amplia sonrisa, convencido de que acaba de conocer a un sabio de los que dejan huella.
Moraleja: “No te dejes llevar por las apariencias. Tal vez tras una decisión aparentemente estúpida, se esconda todo un estratega”.
Reflexiones sobre la fábula del truco de Nasreddin para
ganar más
No te dejes llevar por las apariencias: Ya ves, las apariencias engañan, y mucho. Mientras que en esta historia del truco de Nasreddin para ganar más, todos pensaban que el joven mendigo era tonto al ‘escoger mal’, la realidad era bien diferente. Era el más listo de todos, porque había puesto en marcha una perfecta estrategia para ganar de forma estable y duradera mucho más dinero del que ganaría de ‘dejar ver a todos su inteligencia’.
Nasreddin pensó que un joven tonto da mucha más pena que un joven listo, así que optó por hacerse pasar por tonto y conseguir a la larga un mayor beneficio.
• No seas impaciente, sino perseverante: Nasreddin podría haber buscado una forma rápida de ganar más dinero, pero tal vez a la larga, le hubiera costado mantenerse. Sin embargo, optó por ser paciente y sumar pequeñas cantidades pero mucho más regulares. El truco de Nasreddin para ganar más consistía en hacer creer al resto que escogía mal. Sólo una persona tan inteligente como él hubiera sido capaz de entender y ver su verdadera intención.
• No hagas caso a lo que los demás piensen de ti: En ‘El truco de Nasreddin para ganar más’, el viajero se extrañó al escuchar su verdadera intención. Al fin y al cabo, a los ojos del resto, parecía ‘tonto’. ¿No le importaba? La respuesta de Nasreddin fue lo que decididamente le hizo ver a un sabio. No, no le importaba, en absoluto. Lo que importa es la verdad. Lo que los demás piensen y crean, está de más.
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