Los comercios atestados de alimentos y de todos los productos.

Miles y miles de bodegas y hasta Grocery’s de una punta a la otra del país. La abundancia era absoluta. Nada que envidiarle a los Sedano’s ni a los Publix de Florida, ni a los Ralph’s de California.

Y por los portales de nuestros hogares pasaban a cada instante los gloriosos vendedores ambulantes.

En todos los rincones de la nación se escuchan los pregones: Desde paticas de puercos hasta crocantes habaneros. Abelardo Barroso dio a conocer al Panquelero. En Catalina de Güines el congo hacía las mejores butifarras del mundo, y en Jamaica nos zampábamos los más riquísimos panques.

Y como si todo esto fuera poco en la calle Figuras número 180 entre Manrique y Tenerife, barrio de Los Sitios, surge Olga Moré Jiménez una formidable morena cienfueguera radicada en La Habana quien ganó popularidad en toda Cuba por la calidad de los tamales que vendía y por haber inspirado un famoso Cha-cha-chá de la orquesta Aragón.

Mientras tanto, el inolvidable José Antonio Fajardo le puso la tapa al pomo lanzando la canción “Los tamalitos que hace Olga” que hizo furor en toda la isla.

Y toda Cuba se enteró que “¡Olga la Tamalera cocina que se pasó”!