¡EL BOLERO ES CUBANO!

Written by Libre Online

27 de febrero de 2024

Por Don Galaor (1948)

Antecedente:

Desde la capital de Argentina llegó una carta. Con la carta venía un recorte de una publicación que contenía una entrevista con el difundido autor de Tangos, señor Enrique Santos Discépolo. En la entrevista, el afortunado compositor de “Uno”, asevera con cierto énfasis cosas tan peregrinas como estas:

–En México le ha salido un serio rival al tango. Es el Bolero, la gran creación de la música popular mexicana. Agustín Lara fue el iniciador y sigue siendo el primero, aunque han surgido algunos compositores jóvenes y muy buenos. Lara dio una forma bailable a un tipo de canción que no era bailable. Pero él le transformó el ritmo y así nació el Bolero moderno que en pocos años se ha hecho universal, como el tango, la rumba, la conga, el Fox trot, y hasta el mismo vals que es el padre y acaso el abuelo de los bailes de salón.

A tanto disparate, mentiroso, le salió al paso un periodista cubano del siglo pasado. 

¡No, no, señor Discépolo! Se puede cometer una equivocación por ligereza o por culpa de información errada. Pero no tantas, y menos en ese tono de sapiencia que no admite discrepar. El Bolero nació en Cuba. Creció en Cuba. Se hizo hombre en Cuba y cuando ya peinaba canas nació Agustín Lara ¡no, el Bolero! Agustín Lara, a su vez creció, se hizo hombre y un día se puso a hacer canciones y cogió como ritmo novedoso, por desconocido en México, nuestro Bolero. Y no le introdujo innovación alguna. Lo escribió tal como lo aprendió de los cubanos.

En cuanto a que Lara lo haya hecho bailable, invitamos al señor, Discépolo a que intente bailar tal cual lo escribió Lara el Bolero “Tu Retrato” para no citarle sino uno, el último compuesto por él.

No es que peligre la patria por tamaños disparates. Lo que duele es que un músico que está presenciando los éxitos de los compositores cubanos de boleros en Buenos Aires quiera atribuirle a Agustín Lara, a quien este tipo de canción debe el enorme auge que hoy disfrutan en América –ya ve que somos justos y no nos duelen prendas– quiere atribuirle a Lara la paternidad de una composición que ya había envejecido en Cuba cuando Agustín la cogió por su cuenta y la volvió a impulsar estimulando con sus grandes éxitos–queremos seguir siendo justos– a los compositores cubanos que sí saben componer el Bolero bailable y hacen bailables los boleros de Agustín Lara.

VILLALÓN

Vino a la redacción al día siguiente de salir la entrevista. Blanquísimo el pelo recién cortado. Limpio, pulcro, desde el calzado lustroso hasta la frente que la amplió una calvicie que no prosperó. Traía una cartera de piel que abrió enseguida.

Se dirigió a mí, dispuesto a soltar todo lo que traía dentro.

Y lo fue soltando así con palabra segura, con gesto mesurado. 

–¿Quién escribió esto? –dijo señalando la respuesta del colega– ha puesto el dedo en la llaga. Me ha hecho salir de mi escondite para venir a felicitarlo por el bien que ha hecho a Cuba al poner sobre el tablero el origen del bolero. Yo puedo asegurarle que llevo más de 50 años componiendo canciones, y entre ellas, con gran predilección, el Bolero por ser natural de Santiago de Cuba y haber venido al mundo al compás de aquel Bolero que los viejos de antaño no podrán olvidar y que decía:

¡Ay, madre! cuando yo muera, 

qué memorable en el mundo seré

y cuando oigas mi triste bolero. 

Villalón interrumpe la canción para hacer este paréntesis.

–¡Ya lo está diciendo la dulce canción, que cuando oigas mi triste bolero! ¡Figúrese los años que hace de esto! Aún no había venido al mundo el inspirado compositor Agustín Lara. 

Está extrayendo de su cartera de cuero papeles, catálogos ya amarillentos. Música impresa hace muchos años, mientras me habla. De pronto deja de sacar cosas de la cartera, me mira a la cara y con emoción que tiembla en sus labios exclama:

–Esa contestación a Discépolo, en defensa de nuestro típico Bolero me ha conmovido.

Se queda en silencio, inmóvil, contemplando sus papeles antañosos.

Yo aprovecho su silencio para hacerle una pregunta:

–¿Es usted oriental Villalón? 

–Sí. Vine para La Habana en 1900. Todavía estaba la bandera americana en “El Morro”. Se cantaba una guajira muy popular que decía:

Estrellita, solitaria 

de mi bandera cubana, 

¿cuándo te veré brillar

en El Morro” de La Habana? 

–Pues si vino usted en el 1900, se habrá traído el Bolero a la capital, ¿no?

–¡Dígalo! Nuestro genuino Bolero oriental, lo traje conmigo dentro de mi guitarra y de mi corazón. Lo que yo luché con los cantadores de aquella época– hoy se llaman trovadores– nadie más que yo lo sabe, porque aquí se usaba en el acompañamiento de la guitarra para cantar la guaracha un “rayado” que no era el mismo que usábamos los santiagueros para acompañar nuestros boleros y eso traía trastorno en el ritmo.

–¿Aprendieron pronto los habaneros, el “rayado” del Bolero?

–Puedo decirle que en poco tiempo aquí en La Habana, se “rayaba” el bolero lo mismo que en Santiago. Tuve la suerte de ligarme en aquella época con el popular tenor y trovador Adolfo Colombo, y muy pronto el Bolero quedó impuesto en la capital. Cuando años después llegó a La Habana, Sindo Garay con su Bolero “Dorila” le dio un gran impulso al nuevo ritmo. Después vino Rosendo Ruiz, también de Santiago y compositor de bellísimos Boleros. Enseguida se sumaron al impulso de la moda del nuevo ritmo: Manuel Corona, Manuel Mauri y aquel coloso e inmenso Jorge Anckermann que estrenaba en cada obra de la Alhambra un bolero.

PRÍO CANTÓ BOLEROS

Villalón me cuenta su vida. Sus cincuenta años de autor y de intérprete de canciones cubanas. Me dice de sus viajes a Nueva York para grabar discos que llevaron nuestro Bolero a todos los rincones del mundo. Desde 1905. ¡Fíjense en la fecha! hasta 1928, acompañado de sus intérpretes, Colombo, Regino López, Claudio García, Emilio Reynoso, la señora Novoa, Floro Zorrilla. Miguel Zaballa, Pedro Martínez, Juan de la Cruz, Bienvenido León y otros. Villalón estuvo viajando continuamente y siempre para dar a conocer la música cubana y especialmente el Bolero. 

Cuando va a despedirse, agrega todavía:

–Ya ve usted cuánto hemos hecho nosotros por darle vida a nuestro bolero. Justo es que nuestro Gobierno nos ayude para que se sepa que nuestro Bolero es, aunque oriundo de Oriente, de todos los cubanos. Ahora tenemos un presidente, el doctor Carlos Prío Socarrás, que me ha dicho que en su juventud también de cuando en cuando cantaba con gran expresión nuestro Bolero. Aunque no sea más que por la simpatía de este recuerdo, debería tender la mano a los pocos que quedamos: Sindo Garay, Rosendo Ruiz, Manuel Corona y algunos otros. Y ayudarnos a proclamar a todos los vientos que el Bolero ¡no debe favores a ningún autor extraño!

ROSENDO RUIZ

También nació, como Villalón en Santiago de Cuba. Nació poco más o menos como el Bolero. Allá por el año 1885. A los 17 años de edad escribió su primera composición, ¡un bolero! y la tituló “Venganza de amor”.

Como el Bolero, en su origen se acompañaba, ¡se rallaba! a la guitarra, Luis aprendió a tocarla y acompañándose de ella, de la que no se ha separado nunca, compuso cientos de canciones: “Mares y Arenas” fue su primera composición dada a la publicidad. La concibió en Mayarí, Oriente, pero la hizo en La Habana, a donde vino con ánimo de abrirse paso, como compositor. Que lo consiguió lo prueban los años sucesivos hasta la fecha, que los vivió en la capital, ausentándose, como es natural en giras artísticas, siempre con su guitarra de compañera. 

En la biografía de este poeta del ritmo vernáculo, hay una escala de superación continuada. No es la que se dice un bohemio como Sindo Garay, que desde sus comienzos trae una lucha ininterrumpida con la escasez y la miseria. Vivió en Cienfuegos, donde compuso varios números que gozaron de gran popularidad, entre ellos los titulados “Dos lindas rosas”, “Falso juramento”, “Cuba y sus misterios” y “Confesión”.

“Confesión” tuvo una popularidad continental. Fue grabado en discos por el compositor mexicano Guty Cárdenas y el trío mexicano también, Garnica-Asencio.

Envió sus composiciones a la Exposición Iberoamericana de Sevilla en 1920 y le mandaron un diploma. Sus canciones más populares se han traducido y editado en inglés y en francés. En la última exposición de Estados Unidos, sus obras figuraron en el pabellón de Cuba. Vive bien, viste con pulcritud. Y si en los ritmos originales de nuestro cancionero: canción-bolero, criolla, punto de clave, guajira, son y guaracha, tuvo aciertos de inspiración y originalidad con la autoridad que su renombre le da, se ha decidido por ligar los ritmos en sus producciones nuevas y así tienen en el mercado, mereciendo los honores de la popularidad, composiciones suyas que observan ligas tan novedosas como bien estas: Canción-Bolero, Bolero-Son, Criolla-Bolero y Guajira-Son.

Cuando le visité en el local de la Sociedad de Autores, le pedí que me hablara del Bolero. Rosendo Ruiz había leído ya lo que Discépolo había dicho allá en su tierra a un periodista paisano suyo y me dijo:

–El Bolero, tal como se conoce en nuestro Folclor, es un tipo de composición musical genuinamente cubana. Surgió en la provincia de Oriente, en donde comenzó a cultivarse hará poco más o menos 50 años. Siendo muy aficionado a la música, desde muy temprana edad, pude observar el inicio del Bolero, que en sus primeras etapas se escuchaba únicamente en las voces y guitarras de nuestros primitivos trovadores.

– ¿Cómo eran los boleros de esas primeras etapas, maestro? 

–Pues verá usted, los versos se fundaban en motivos muy especiales: asuntos patrióticos, quejas personales, temas de la naturaleza, motivos pintorescos, ¿comprende? De la primera etapa recuerdo los nombres de dos destacados autores: Eulalio Limonta y Leopoldo Rubalcaba. 

–¿Recuerda usted letras de aquella época? 

–Escuche esta:

Que pluma, que pluma tan mala

agua no me quiere dar,

es que tiene a los vecinos 

muerto de sed sin cesar…

–Como ve usted Barral, llamamos “pluma” a la llave del agua y en aquellos días los santiagueros confrontaban el mismo problema de los habaneros de ahora. Escuche esta otra letra:

Nadar, nadar fue mi destino ayer

gran Dios, gran Dios 

eso es mucho llover

yo le digo a mis amigos

que en otra no me he de ver. 

Usando el cielo este nublado

Espero la hora fatal.

–Pero el Bolero evolucionó hacia una expresión más romántica, ¿verdad? 

–Sí, es verdad y fue el gran compositor oriental “Pepe” Sánchez, quien nos presentó un tipo de Bolero más refinado, con letra de carácter romántico y sentimental. A partir de “Pepe” Sánchez, los compositores que surgieron estando él en su plenitud de expresión, cultivaron el Bolero imprimiéndole cada uno su propio estilo. 

–¿Quiere usted citarme a alguno de ellos? 

Con mucho gusto.  Anote ahí a Alberto Villalón, Sindo Garay, Manuel Delgado, Emiliano Ble, José Martínez. Sindo y Villalón fueron dos de los más destacados introductores del Bolero en la ciudad de La Habana. Una vez instalado en la capital el Bolero encontró rápidamente magníficos cultivadores, entre ellos: Manuel Corona, Gonzalo Roig, Jaime Prats y Eusebio Delfín. A estos siguió otro grupo con Ernesto Lecuona, Moisés Simón, Eliseo Grenet, Óscar Hernández, Nilo Menéndez, Graciano Gómez, Augusto Tariche, Miguel Matamoros, Enrique Hernández, Arsenio Rodríguez, H. R. Silva, Julio Brito, Rafael Ortiz, Romero Jiménez y Armando Beltrán.

–¿Y ahora, maestro?

–Ahora queda el grupo de los nuevos, que se ha adaptado al medio ambiente imperante, produciendo un tipo especial de Bolero, de acuerdo con las nuevas corrientes armónicas y rítmicas. Entre estos son notables René Touzet, Julio Gutiérrez, Margarita Lecuona, Orlando de la Rosa, Osvaldo Farrés, Mario Fernández, Pedro Junco–tan prematuramente desaparecido– Isolina Carrillo, Facundo Rivero. Y Toni Fergo, y otros que de momento, escapan a mi memoria. Pero todavía hay más, la evolución del Bolero no se ha detenido y ahí están mi hijo Rosendo Ruiz Jr. y José Antonio Méndez introduciéndole más innovaciones.

Gonzalo Roig

Nació en La Habana, en el barrio de Tacón. Cuando el Bolero allá en Oriente libraba sus primeras batallas hacia la forma de expresión que ha conservado después. Sus primeros años de compositor fueron de bohemia. De una bohemia tan escasa de dinero como abundante de inspiración. Así se da el caso de su canción “Quiéreme mucho” que lleva casi 30 años de continua popularidad en el mundo entero, la haya compuesto Roig en aquellos días para resolver el problema del techo. Y en efecto un editor cuyo nombre se lo calla discretamente, el maestro le dio por la canción ¡cinco pesos!

Le dije el objeto de mi visita. El maestro que estuvo precisamente en Buenos Aires ahora no sabía nada de lo dicho por Discépolo.

–¡No, hombre! El Bolero es cubano, tan cubano que, aunque hay un Bolero español que se baila, el nuestro no tiene nada que ver en absoluto. El español está escrito en compás de 3 por 4. El cubano, en compás de 2 por 4. Si un músico cubano quisiera hacer cubano, un Bolero español no podría. Siempre le sobraría un tiempo y no sabría qué hacer con él.

Nos sentamos a conversar en la sala de su casa. La casona familiar donde ha vivido siempre el maestro. Algo faltaba a sus detalles característicos. Algo falta al maestro. Algo que fue inseparable de su persona como los espejuelos oscuros y las chalinas románticas y el bastón cuando sale a la calle. 

¡Es el tabaco! El maestro Roig ha estado hablando conmigo, acabado de almorzar, sin encender un tabaco casi dos horas y ni siquiera se ha atrevido a decir nada del mío. ¡Lo ha olvidado! 

–El Bolero nació en Oriente ¿Y sabe usted Barral quién lo trajo a La Habana? ¡Villalón! Alberto Villallón.

–Lo sabía Maestro.

–¿Lo sabía? ¿Quién se lo dijo? 

–Rosendo Ruiz. 

– También es oriental. También Ruiz, como Sindo Garay, hizo mucho por imponer el ritmo del Bolero en Occidente.

Los tres pertenecen al tiempo del Bolero. Estoy seguro que muy pocos les precedieron. Entre ellos, Eulalio Limonta y Pepe Sánchez, en quienes Sindo y Rosendo y Villalón tuvieron pretextos bastantes para sus vocaciones.

–¿Podemos situar entonces maestro, el nacimiento del Bolero por los años del 80?

–Y no antes Barral. Todo el siglo XIX bailó danza y contradanza. Los compositores anteriores a 1880 no compusieron boleros. Ahí está toda la producción cubanísima de Ignacio Cervantes, de Nicolás Ruiz Espadero, de Laureano Fuentes, de José Mauri. Con Limonta, Pepe Sánchez y Leopoldo Rubalcaba aparece en el panorama de la música cubana la nueva forma, la del Bolero, cuyo nombre por más que he investigado no he podido saber por qué lo ostenta, existiendo como existía ya el Bolero español, que ya le dije que no tiene punto de contacto en absoluto con nuestra canción.

–Bien, pues ya tenemos algo. Nacimiento, fecha aproximada, sus iniciadores, sus impulsadores, que los trajeron a la capital y lo llevaron al extranjero: Sindo Garay, Rosendo Ruiz, Alberto Villalón.

– ¿Y en las otras provincias? 

–En Camagüey se inició con un Bolero que se tituló “Los hijos de Camagüey.” En Matanzas se hizo muy popular aquel titulado “La Chismosa”, que tenía un primer verso que decía: “no hables mal de tu marido mujer…”  En La Habana recogió el estandarte un compositor ya desaparecido que se llamó Enrique Guerrero, y enseguida se distinguió por su fecundidad e inspiración, Manuel Corona. Pero no olvidemos a Jorge Anckermann que fue un maravilloso cultivador del Bolero. 

Yo creo que suman miles, los boleros que escribió Anckermann, estrenados todos en las obras del teatro “Alhambra”. Me pongo a recordar nombres de Boleros de Anckermann y no acabo. “No desprecies mi amor”, “Quiero verme en tus ojos”, “El beso”, “Marisa”, “Dime que sí”, “Flor tropical”, “Amor vehemente”, “Amarte siempre”, “Corazón de nieve”, “Déjame solo”, “Ojos de fuego”, “Marita”, “Alma cubana”, “Un Bolero en la noche”, “Pobre de mí”, “Lazo de amor”. Lo último que escribió, días antes de morir fue una canción-bolero, “Bésame, bésame”.

La memoria del maestro Roig es prodigiosa, enseguida que se cansa de darme títulos de boleros de Ackermann empieza a decirme los títulos de boleros de otros compositores que, al desaparecer, se llevaron la forma clásica, la auténtica forma y el sabor criollísimo del Bolero que nació en Oriente.

–De Manuel Maurín recuerdo “Lloraba un corazón”, “Otilia”, “Tres juramentos”, “Delia”, “Marina”, “Celia”.

– Y usted no ha escrito boleros? 

–Sí, desde luego. Desaparecieron con “Alhambra”; y ahora me pesa haberlos abandonado porque en estos momentos de tanto auge hubieran sido estrenos. Recuerdo “Mi prieta”, “Aves de paso”, “Dolor de amor”, “Un Madrigal”, “Tristeza”, “Asomaba a sus ojos una lágrima”, “Me gustas” …

– Como músico, ¿puede hacerme una crítica del Bolero que se cultiva ahora?

El maestro Roig me mira. Piensa. Quizá encuentra un poco comprometedora la pregunta, pero enseguida reacciona y habla. 

–Mire, chico, la verdad es una. Cuba es el país que más formas musicales posee. Formas suyas, cubanas, sin necesidad de recurrir a formas y modos extranjeros. La danza, la contradanza, el danzón, el danzonete, el Bolero, la criolla, la guaracha, capricho, la canción, el punto de clave, la rumba, el son, la conga. Lo que pasa es que hay editores americanos que obligan a ciertas innovaciones y se incurre en ellas para ganar algún dinero. Eso es todo. Después vienen los extranjeros empujando y dejamos que nos empujen. El hecho de que en la Argentina se crean que el Bolero es mexicano no es nuevo. Hace 20 años le pasó al danzón algo parecido. En toda la América del Sur decían que el danzón era panameño. Y la verdad es que el danzón panameño, como ahora el Bolero mexicano, no son más que cubanos. Un poco desfigurados, un poco influenciados por los giros de moda en Norteamérica, pero cubanos.

Conclusiones

Ya lo han oído ustedes, lejanos amigos de La Pampa. Los que recogieron de sus iniciadores la bandera cubanísima –dos veces cubano, porque nació en Oriente– la bandera criollísima del Bolero vive aún. Sindo Garay tiene 78 años de edad. Rosendo Ruiz tiene 63. Alberto Villalón debe andar entre ambos. Manuel Corona también. Todos ellos han compuesto sus primeros boleros, casi niños.

Ya lo han oído ustedes, compositores de tangos y periodistas de Buenos Aires, querido. Si Agustín Lara confiesa haber nacido en 1900, no es posible que se le atribuya la paternidad de una canción que en la provincia oriental cubana nació 20 años antes que él. 

Ya lo han oído, Discépolo, Piolín de Macramé, argentinos, amigos todos: El año en que nació Lara, venía Alberto Villalón a La Habana con su guitarra abajo del brazo y los boleros de su inspiración en la garganta.

Quedamos pues, en que ¡el Bolero es cubano!

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