EN LÍNEA RECTA

Written by Libre Online

20 de febrero de 2024

Por Miguel Coyula (1945)

Para saber que entre el 24 de febrero de 1895 y el 24 de febrero actual está comprendido un período bastará una sencilla operación aritmética; pero si pensamos en lo que tales años han significado en la historia de Cuba, resultará conveniente hacer algunas consideraciones.

Si consideramos lo que era Cuba en 1895 y lo que es ahora (1945), el examen comparativo arroja una diferencia favorable, una más que satisfactoria diferencia, en pro de la magnífica obra realizada por Martí.

Las guerras de independencia victoriosamente sostenidas por los distintos pueblos del nuevo mundo, lo mismo en zonas del norte que en las centrales y sureñas, lucen con relieves de epopeya en las mejores páginas históricas. Y el pueblo de Cuba puede enfrentarse con la crítica sin titubeos, porque su pasado le permite sentirse hasta orgulloso.

En las diversas luchas emancipadoras de los países hispanoamericanos generosos, hijos de este suelo abortaron su valiosísimo concurso, que a veces fue concurso de sangre y los mismos antecedentes del gran esfuerzo separatista del norte demuestran que el espíritu y la bravura cubanos estuvieron con los ideales de George Washington. Cuando las trece colonias se lanzaron a la rebeldía contra el predominio inglés.

Como lógicas derivaciones de aquellos sucesos trascendentales, se acentuaron en Cuba las que habían sido embrionarias ideas separatistas. Una tarde, en 1850 y 1851, las desventuradas expediciones del General Narciso López produjeron en el alma cubana los trastornos iniciales de una fecunda inquietud.

Los diez años de espartana brega que iniciaron Carlos Manuel de Céspedes y otros en la Demajagua el 10 de octubre de 1868, tuvieron triste epílogo en el Pacto del Zanjón, pero al obstinarse los estadistas madrileños torpemente en el incumplimiento de lo convenido, avivaron para nuevas cruzadas reivindicadoras la mente y el espíritu de nuestra sociedad.

En torno al estandarte del partido Autonomista fueron agrupándose en la isla valiosos núcleos sociales dirigidos por hombres de cerebro y elocuencia extraordinaria. No querían nuevos derramamientos de sangre, pero demandaban reformas y libertades para Cuba al amparo de las promesas hechas a los patriotas en nombre de la metrópoli por el famoso capitán general Don Arsenio Martínez Campos. Aquellos paladines favorecidos por un talento y una cultura privilegiados combatieron brillantemente en el periodismo y la tribuna, así como en los escaños del propio Parlamento español.

Evolucionistas, porque no tenían fe en una renovada acción revolucionaria, harían de los principios democráticos la base de su fe. Discrepaban del separatismo en cuanto al procedimiento, pero entre ellos, sin ser revolucionarios, tenía la democracia fervorosos admiradores. En discurso pronunciado por Rafael Montoro el primero de abril de 1882 ante la Junta Magna del Autonomismo, decía el conceptuoso e insuperable tribuno:

La democracia progresiva tiene por base el reconocimiento de la dignidad humana con todos sus derechos. Esta democracia es la que el Partido Autonomista ha procurado representar. Así resulta de su programa y de sus declaraciones autorizadas, donde constan los grandes principios que invoca. Principios, señores, que en América son de todo punto universales, que en el Nuevo Mundo se aprende desde que se empieza a pensar y a sentir, porque no olvidemos que sabios europeos como Blutschil, Tocqueville y Laboulaye lo han dicho: la democracia representativa tiene su cuna y su modelo en la América del Norte, como el liberalismo parlamentario los tiene en el Reino Unido de la Gran Bretaña.

Diez años más tarde, abonado el terreno por las torpezas e injusticias del trono, lanzaba su clarinada, el Partido Revolucionario Cubano desde la expatriación, inspirado por el mágico verbo de Martí.

Desplegada nuevamente la bandera de Narciso López que había tenido consagración en Guáimaro en 1868, los combatientes del 24 de febrero de 1895 encontraron el campo mucho más preparado por la propaganda autonomista. No lucharía la Corona contra un pueblo cándido esta vez.

El 24 de febrero enlaza históricamente con el 10 de octubre y el 20 de mayo; pero matiza los grandes episodios de la época, el conflicto hispano americano, porque hemos sido tradicionalmente demócratas y porque luchamos sin regateos por ser libres, merecemos que se nos perdonen ciertos errores que todos los pueblos cometen al iniciarse el gobierno propio. Son los errores naturales de la juventud.

El famoso general Nelson Miles, jefe supremo del Ejército de los Estados Unidos el 5 de noviembre de 1898, se dirigía en documentado informe al Secretario de la Guerra de Washington. Aquel hombre notable que mandaba entonces las fuerzas norteamericanas decía lo siguiente:

“El general Calixto García consideraba mis peticiones como órdenes y enseguida dio los pasos necesarios para poner en práctica el plan de operaciones. Envió 3.000 hombres para hostilizar a los 12.000 españoles de Holguín. Parte de esa fuerza salió para apoyar a la guarnición de Santiago, pero fueron detenidos y forzados a retirarse por las fuerzas cubanas al mando del general Feria. Envió otros 2.000 hombres a las órdenes del general Pedro Pérez contra los 6.000 españoles de Guantánamo y los cubanos lograron su objeto. También envió 1.000 hombres mandados por el general Ríos contra los 6.000 españoles de Manzanillo. De esta guarnición salieron 2.500 para auxiliar a Santiago, los cuales fueron batidos no menos de treinta veces por los cubanos antes de llegar a la ciudad y hubiesen sido rechazados en caso de haberse atendido las indicaciones del General Calixto García el 27 de junio. Con una fuerza adicional de 5.000 hombres, el general García sitió a la guarnición de Santiago de Cuba, tomando una posición fuerte al oeste y próxima a la bahía en la que más tarde recibió al general Shafter y al almirante Sampson. Él tenía fuerzas detrás y a ambos lados de la guarnición de Santiago antes de la llegada de nuestras fuerzas”.

Es útil que se digan estas cosas para que todos, empezando por nuestros niños, se sientan orgullosos de ser cubanos y nunca mejor que ahora, cuando -no obstante faltas y extravíos- podemos celebrar con derecho una fecha gloriosa. Pueblo de opiniones libres, demócrata y republicano, el nuestro se ha mantenido en línea recta, enamorados siempre de un bello ideal.

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