Por María C. Rodríguez
El “Emperador” de Estados Unidos de América
“Yo, Joshua Norton …me declaro y proclamo emperador de estos Estados Unidos”.
El 17 de septiembre de 1859, por primera y única vez en su historia, Estados Unidos tuvo un emperador, quien además se autonombró “Protector de México”. Los libros de historia hablan de un hombre llamado Joshua Norton I, quien se hizo pasar por un monarca, al que muchas personas le rindieron tributo hasta el día de su muerte.
Norton nació en Londres, en 1815. A muy temprana edad emigró junto a su familia hasta Sudáfrica, donde se instalaron en Ciudad del Cabo, y su padre pudo hacerse con una pequeña fortuna gracias a los negocios. Joshua decidió perseguir el sueño americano y en 1849, tras el fallecimiento de su progenitor, viajó hasta la ciudad de San Francisco en busca de prosperar y multiplicar la herencia recibida, que subía a 40,000 dólares, toda una fortuna en aquella época.
Supo invertir y, en pocos años, ya había montado algunas empresas y adquirido varios inmuebles. Cuatro años después se calcula que su patrimonio ascendía a $250.000. Su habilidad para los negocios y la especulación lo convirtieron en un hombre muy popular entre las clases más pudientes de la ciudad, lo que hizo que frecuentemente estuviese rodeado de los personajes más influyentes de la época.
En 1848 acaparó todos los cargamentos de arroz que llegaban a San Francisco desde China, aprovechando que las importaciones estaban frenadas debido a un veto gubernamental por la precaria economía en el país de origen. Este acto especulativo disparó el precio del arroz, subiendo de golpe de los 4 centavos hasta los 36 centavos de dólar. Pero con lo que no contaba Joshua A. Norton era que dicha ocasión la aprovecharían otros especuladores para mandar hasta allí un cargamento de 100 toneladas de arroz desde Perú, hecho que hizo derrumbarse el precio del adquirido en China y, como consecuencia directa, la pérdida de todo su capital y patrimonio.
Desapareció durante un período de tiempo de la ciudad, apareciendo en 1859 con una única pretensión: cambiar el modo de vida de los unionistas y darles a estos un modelo de estado como el que había en países como el Reino Unido.
El 17 de septiembre de 1859, Joshua A. Norton se autoproclamó emperador de los Estados Unidos, haciéndose llamar “Su majestad el emperador Norton I”. Los conciudadanos se lo tomaron con buen humor y, al tratarse de un personaje que había estado en lo más alto de la sociedad de San Francisco, decidieron seguirle la corriente en aquello que decía, dándole tratamiento real cuando se cruzaban con él o simplemente iba a algún comercio, donde era invitado a comer y se le rendía pleitesía.
De vez en cuando, el emperador Norton I iba publicando edictos con intención de mejorar la calidad de vida de los residentes en el país. Pero su delirio de poder iba cada vez más allá, imponiendo impuestos de 25 centavos a los comercios y multas a aquellos que en lugar de llamar a la ciudad con su nombre real se refiriesen a esta como Frisco. Mandó disolver los partidos políticos, la Corte Suprema de California e, incluso, cuando estalló en 1861 la Guerra de Secesión, citó para reunirse con él a Abraham Lincoln y a Jefferson Davis (presidente de la Confederación) y así mediar entre ellos. Pero, como es obvio, ninguno de los dos se presentó a la reunión. Otra de sus propuestas fue la construcción de un puente colgante en el mismo lugar en que se erigió más tarde el Golden Gate. Norton I, gobernó en San Francisco durante 21 años, hasta que murió por una apoplejía en 1880. A su funeral asistieron más de 30 mil personas. Le fue colocada una lápida que reza: “Emperador de los Estados Unidos y Protector de México”.
Norton fue un insólito personaje al que no se le trató como loco, a pesar de autoproclamarse emperador de los Estados Unidos.
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