REFLEXIONES SOBRE EL TEMA DEL AMOR

Written by Demetiro J Perez

13 de febrero de 2024

El español es un idioma riquísimo. Para expresar ideas y sentimientos abundan las palabras con una sorprendente prodigalidad. Sin embargo la palabra amor aparece solitaria, pues para que tenga sentido hay que casarla con un adjetivo. He encontrado, como resultado de una insistente búsqueda, los siguientes sinónimos: afecto, afectuosidad, afición, amistad, apego, cariño, cordialidad, dilección, querer. Ninguno me satisface a menos que le añada al vocablo original un calificativo que lo esclarezca.

En griego, por ejemplo, tenemos cuatro vocablos que definen sin necesidad de aditamento el concepto de amor: “eros”, “estorgé”,  “philia” y “ágape”. Para traducir estos términos, tenemos que servirnos del correspondiente adjetivo. 

Citamos las normas: “eros” es el amor romántico, el sentimiento que se desarrolla en las relaciones sexuales, el acercamiento entre dos personas que han decido unir sus corazones en un amoroso ideal común. El vocablo “estorgé” define el compromiso de lealtad en una amistad,  se aplica a la relación marital en la que no hay engaños ni fisuras y conlleva un claro sentido de confraternidad. “Philia: es el amor familiar, el que vincula a padres e hijos, hermanos y parientes en una conexión armónica y permanente. Todos, por supuesto, hemos oído la expresión “amor filial” y “ágape” es el amor que se desarrolla entre feligreses de una misma fe o de una misma iglesia. Se utiliza para referirse a un encuentro amistoso y  festivo entre personas que comparten los mismos ideales y propósitos en la vida.

Podríamos continuar comparando con otras lenguas el concepto de “amor” como una palabra singular en nuestro idioma, pero por mucho que hurguemos y hallemos diferencias, ciertamente la palabra amor en nuestro vocabulario es sugestiva, deslumbrante, preciosa y encantadora. Al decir “amor” incluimos el romance, la amistad, la familia y la vivencia religiosa. ¡Todo en solo cuatro letras! Y, además, los adjetivos no son un estorbo, sino un adorno.

Sobre el amor hemos leído centenares de libros, novelas, artículos, poesías y citas alusivas, y también  hemos escuchado incontables sermones, charlas, clases y  conferencias; pero lo mejor que hemos disfrutado lo escribió hace varios milenios el Apóstol San Pablo: “el amor es paciente, es bondadoso. El amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no es arrogante. No se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido. El amor no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser … Y ahora permanecen, la fe, la esperanza y el amor, estos tres, pero el mayor de ellos es el amor”.

Al celebrar el próximo miércoles 14 el Día del Amor, que en años recientes llamábamos “el Día de los Enamorados” debemos tener en cuenta que el amor romántico es quizás el más popular y divertido; pero sin descuidar que hay muchas otras maneras de expresar el amor. 

Juan de Dios Peza, que nació en la ciudad de México en el año 1852, escribió numerosos versos sobre el amor filial. Recordamos, entre otros, los dedicados a sus hijos: “Así,  todos conmigo no hay delicias, que igualen a éstas, si a mi lado os veo coronadme de besos y caricias, vuestro amor es el único en que creo”. Menciona a sus hijos, nombre por nombre, y termina su poema con esta cuarteta: “amarse en el hogar, lejos del   rudo embate de la envidia y los rencores, es tener siempre invulnerable escudo y un bálsamo en los íntimos dolores”.

Me pregunto si alguna vez hemos expresado amor a las bellezas y fascinantes maravillas naturales creadas por Dios. En un pequeño libro, escrito por el sacerdote Eusebio Gómez Navarro encontré un poema titulado “Amores”, que me impresionó, y con gusto parcialmente lo comparto: “amo la flor del campo que crece sin mimo y cariño, y amo la luna triste que llora y canta a los niños. Amo el canto de las aves, amo el río y amo el viento, amo la noche tranquila y amo el dulce y sereno sueño … amo porque amor es vida, es pilar y es sustento”. 

En nuestra querida ciudad de Miami, al amanecer miramos ensimismados hacia el este y  damos gracias a Dios por el sol que aparece en el horizonte, rosado y bello para darnos los buenos días.

San Pablo hablaba de la generosidad del amor. Es natural que nosotros amemos a quienes nos aman, pero el sentimiento del amor entre los seres humanos, el amor horizontal que nos ampara nunca debemos ignorarlo. 

Nuestra ilustre amiga, que hoy está componiendo versos entre los ángeles del cielo, Zenaida Bacardí de Argamasilla, escribió estas lapidarias palabras al final de uno de sus numerosos poemas: “da lo que tienes, y quédate con lo único  verdaderamente tuyo … el inmenso placer de poner en manos de otros, el alivio, el consuelo, la solución, algo que les facilite la vida y los ayude a ser felices … porque se puede dar sin amor, pero no se puede amar sin dar”.

Hace muchos años tuve el placer de conocer en la República Dominicana al más romántico poeta que nos ha dado Cuba. Imposible sería saber el número de enamorados que abrazados de sus versos expresaban amor a la pareja con la que planeaban el romance de un noviazgo o un matrimonio. El amor erótico no tiene que ser exclusivamente objeto de pensamientos incrustados en el plano de la sexualidad. Es amor de los sentidos, el que apresura los latidos del corazón y llena de luz la mirada. Y en ese suceder puede brillar la pureza. Eso lo sabía cabalmente José Ángel Buesa.

El romance es parte de la vida. Una dama puede decirle al hombre que ama: “¡cuán hermoso eres, amado mío, y tan placentero! Mi amado es para mí como bolsita de mirra que reposa toda la noche entre mis pechos. Ramillete de flores de alheña es mi amado para mí …”.  Estas palabras, y otras parecidas, y hasta más fervientes, las encontramos en el libro bíblico Cantar de los Cantares”. 

De José Ángel Buesa podríamos citar libros, con elogios tan elocuentes como los que usó nuestro entrañable amigo Luis Mario, al llamarlo “un poeta total”. Escogemos al azar estas expresiones de su poema “Balada del Loco Amor”: No, nada llega tarde, porque todas las cosas tienen su tiempo justo, como el trigo y las rosas, sólo que, a diferencia de la espiga y la flor, cualquier tiempo es el tiempo de que llegue el amor. No. Amor no llega tarde. Tu corazón y el mío saben secretamente que no hay amor tardío”.

Y no podemos olvidar, antes de concluir, el infinito amor de Dios. La Biblia dice que “el que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor”. El miércoles expresemos nuestro amor a la persona que amamos románticamente y a los familiares que contribuyen a nuestra felicidad. No olvidemos al prójimo desconocido o necesitado y exaltemos de gozo nuestro amor fraternal, lazo que nos une en un fuerte lazo que nos hermana. Y digámosle a Dios que lo amamos. Él no necesita que se lo digamos, pero de seguro que le gustaría que se lo dijéramos.

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